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Antonio Lázaro

Epicentro de La Celestina

La Puebla de Montalbán es consciente de que el legado Rojas precisa de constante renovación para conectar con las nuevas generaciones

POR ANTONIO LÁZARO

La villa toledana ha preparado a fondo su gran cita cultural de cada verano. En medio de todos los misterios que envuelven a este clásico de clásicos, su autor responsable o «culminador», Fernando de Rojas, declara en el famoso acróstico que precede a la Tragicomedia, haber sido «nacido en La Puebla de Montalbán».

Mientras que Toledo, capital de los judíos españoles y solar de origen de la familia Rojas así como patria del probable «antiguo» o primer autor, está en la génesis e invención del libro y Salamanca en su difusión urbi et orbe, La Puebla es el epicentro incuestionable: por la indeleble vinculación de su hijo Fernando y por su declaración de que en el transcurso de unas vacaciones universitarias habría acabado de componer y rematar el texto preexistente con destino a una lectura humanística en Salamanca.

He aquí que lo que Stratford upon Avon es a Inglaterra lo es (o debería llegar a ser) La Puebla a la cultura española, compartiendo incluso las controversias (todavía no resueltas) acerca de una autoría total, parcial o incluso nula. Porque La Celestina (o más propiamente, Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea) e s todo un género en sí mismo, como lo es Shakespeare, una frontera entre medievo y modernidad, el germen de la picaresca y, al tiempo, de la novela y de la comedia modernas. Obra diví si no encubriera más lo humá, como escribió Cervantes, conocedor de esa transmisión genial.

Y la Puebla de Montalbán, con sus ediles a la cabeza, da igual el color político que toque , viene demostrando ser muy consciente de todo esto y de que el legado Rojas precisa de constante actualización y renovación para conectar con las nuevas generaciones y reconectar con las mayores. ¡Es tan frágil la memoria de lo que nos ha conformado y a lo que debemos lo mejor de nosotros mismos!

Así, cada agosto, La Puebla se engalana para poner en valor su Museo de La Celestina (con acopio de ediciones de la obra, con los cuadros de Teo Puebla, tan expresionistas y expresivos, y la colección de trajes de la época, entre otros fondos), su emblemática Torre de San Miguel, su magnífica plaza con el palacio ducal y la iglesia adyacente, la Glorieta con el monumento y parte de los restos de su hijo más preclaro, la calle de las Tenerías frente a la modesta casa que la tradición señala como la casa de los Rojas…

La Puebla, además, se permite trazar su propia ruta a través de los escenarios de la ciudad no nombrada , que arrancaría de la famosa «huerta de Mollejas» (hoy urbanizada) y cruzaría el arroyo, hoy paseo, sobrevolando (como el halcón de Calisto) hasta el huerto melibeo y la oscura casona del enamorado caballero y alcanzando el corazón de la villa, en donde se alzaba la sinagoga, más o menos donde hoy se ubica el café-cine El Túnel. Pedro Velasco, trazador y gran promotor de esta ruta, es precisamente el conferencista de la edición actual del Festival.

Pero como no podía ser de otro modo, la obra y su versión al teatro es la gran protagonista del Festival. Para ello, La Puebla abre sus patios (donde las palmeras y las higueras dialogan como en el huerto del amor de Melibea) y su magnífico patrimonio subterráneo, todo un dédalo de cuevas, para acoger un variado programa de montajes sobre la Tragicomedia y textos relacionados con ella. El plato fuerte es el montaje integral de La Celestina, que se estrenará en la plaza Mayor. La directora del Festival y responsable de su puesta en escena es María Elena Diardes, que viene desarrollando una valiosa labor de cantera teatral, fusionando con maestría de cara a estas producciones celestinescas profesionalidad y amateurismo. Sobre adaptación de Luis M. García y producción del propio Ayuntamiento, darán vida a la Tragicomedia Angelines Ortiz (Celestina), Álvaro Rico (Calisto) y Cristina Castro (Melibea).

Consulten la programación. Un año más, se abren las plutónicas cavernas y se descorre el telón de la Tragicomedia en La Puebla de Montalbán. La vieja barbuda empieza a tejer su gran tela de araña y los enamorados sueñan, ignorantes de que habrán de pagar su mes de amor transgresor sobre los fatales guijarros de la rúa.

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