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Tribunales

Jesús Bárcenas: «No se puede juzgar a nadie por la primera vez que entre en un juzgado»

Tras años de dura experiencia personal acusado de varios delitos, el expresidente de la patronal castellano-manchego explica a ABC sus sensaciones tras su absolución

Jesús Bárcenas, en la época en la que era presidente de Cecam ABC

A. G.

Con una satisfacción contenida y mesurada pese a los años viviendo bajo la sospecha de haber cometido varios delitos por los que se le pedían nada menos que cuatro años de prisión e inhabilitación para cargo público, el exresponsable de los empresarios de Castilla-La Mancha, Jesús Bárcenas , se queda con lo positivo: una sentencia absolutoria que deja la acusación del fiscal en evidencia y el apoyo durante este tiempo de sus verdaderos amigos.

—¿Cuál fue su primera reacción al recibir la sentencia absolutoria?

—Fue un sabor agridulce porque uno se siente por principio inocente y que te lo tengan que ratificar en un tribunal ha sido traumático. Pero al final me quedo con lo positivo, que es la sentencia, donde se demuestra que el fiscal estaba equivocado en sus apreciaciones. Nos han absuelto a todos, pero al menos en la parte que me tocaba a mi creo que su instrucción el tribunal la ha juzgado y poco más tengo que decir al respecto.

—Personalmente y profesionalmente, ¿qué ha supuesto para usted todo este tiempo que ha durado el proceso judicial?

—Para los que tenemos unos valores y una forma de ver la vida ha sido duro. Para mi familia lógicamente también. Creo que nuestra sociedad está muy tensa y ahora mismo por todas partes vez cosas y casos. Y en este se ha demostrado que todo estaba autorizado por CEOE y Cepyme, y que en ningún momento había ninguna causa penal, y así lo dice la sentencia.

—¿Cómo cree que se llegó a ese punto de realizarse la denuncia por la que le pedían nada menos que cuatro años de prisión?

—La verdad es que la instrucción que hizo el fiscal no la trabajó en el sentido de haber escuchado y haber leído toda la documentación que se le aportó en su día, pero verdaderamente hizo poco caso a esa documentación. Había una obsesión por sacar adelante este caso, pero al final el tribunal ha desautorizado al fiscal.

—Como apuntaba antes, ¿cree que en este país se ha llegado a un punto preocupante en el que personas inmersas en casos judiciales sufren la condena social antes de que se produzca el fallo judicial?

—Yo tenía amistad con Miguel Blesa desde antes de entrar en Bankia o Caja Madrid, porque lo conocía de una empresa de Valdepeñas de la que él era asesor fiscal, y quizás cuando conoces a alguien estas situaciones las vives de otra manera. Creo que Blesa ha tenido que pasar por muchas situaciones difíciles, aparte de que es difícil meterse en la cabeza de cualquier persona que tome una decisión así, pero creo que la sociedad y algunos medios se lo tienen que hacer pensar. Creo que el primer día no se puede juzgar a nadie por la primera declaración o por la primera entrada en un juzgado, y eso lo estamos viendo a diario. Quizá tenemos que reflexionar todos un poco y ver las cosas de otra manera.

—¿Este caso ha supuesto algún perjuicio para su empresa?

—En la empresa la percepción que tenemos es que no ha afectado. La inmensa mayoría de nuestros clientes nos conocen desde hace muchos años, la empresa tiene 110 años y no ha surgido de la noche a la mañana, pero todo ha sido muy desagradable. Había trabajadores de la empresa que durante este tiempo estaban tragando saliva y ahora cuando ha salido la sentencia puedo decir, y no quiero pecar de paternalista, que alguno me ha dado un abrazo diciendo lo mal que lo había pasado. En una empresa como la nuestra que somos algo más de ochenta personas nos conocemos todos y la relación es bastante personal. Por tanto, después de tantos años trabajando juntos la mayoría piensa que, aparte de la relación laboral, hay otra de amistad. Nos conocemos y no se les pasaba por la cabeza que la persona que los dirige estuviera implicado en toda esa retahíla de delitos. Porque por ejemplo lo de los cuatro años de cárcel cayó como una bomba.

—Cuando uno recibe una sentencia como esta uno puede pensar ¿es suficiente para lo que he sufrido?

—Mi abogado le decía al fiscal que quién me iba a recomponer la honra y el honor en las conclusiones finales. Pero también es cierto que no hay que magnificar las cosas. Los amigos han estado ahí, no han fallado. Y los que no lo son tampoco lo eran antes, si bien es cierto aquello de que cualquier persona que no tiene enemigos es que no está vivo, pero esto forma parte de la condición humana. Tenemos gente que nos valora, que nos quiere y otra gente que no, y en estos momentos pues aparecen los unos y los otros; y yo me quedo con los amigos.

—¿Cómo afronta su futuro más inmediato? ¿Seguirá en su empresa o no?

—Seguiré trabajando. Son cincuenta años en la empresa y el año que viene cumplo 65 y seguramente no me jubile porque hay trabajo. Aunque la empresa la dirige mi hijo yo estoy con él ayudándole en el día a día y todavía entiendo que soy útil, pese a que es difícil saber cuando uno tiene que irse, pero creo que todavía le puedo ayudar.

—Cuando decía que sus amigos han seguido siéndolo y otros no ¿ha habido más gente que ha estado a su lado que los que le han dado la espalda o le han defraudado?

—Los amigos dan la cara, son valientes. Los cobardes, no dan la cara. Pero mejor así, evitar la violencia y tener que soportar a algunos personajes.

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