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La guerra por el glifosato llega a Castilla-La Mancha

Tras prorrogar la UE su utilización hasta 2022, crecen las diferencias entre partidarios y detractores de este herbicida, en uso desde 1974

El glifosato es uno de los herbicidas más usados en el mundo, comercializado desde 1974 AP
Mariano Cebrián

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El 15 de diciembre cumplía el plazo de licencia para uso del glifosato en los 28 Estados miembros de la Unión Europea , pero el lunes 28 de noviembre, a falta de tres semanas para que expirara, se decidió prorrogar la moratoria para su utilización durante cinco años más, es decir, hasta 2022. Una decisión que fue adoptada con el voto favorable de 18 países —entre ellos España— , 9 en contra —sobre todo Francia, donde se ha prohibido— y una abstención —Portugal—.

Pero, ¿qué es el glifosato? Este producto, que genera tantos apoyos como animadversiones en la actualidad, es un herbicida comercializado desde 1974 para la eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes. Se usa, principalmente, en agricultura para terminar con las llamadas «malas hierbas» en cultivos leñosos —viñedos, almendros, olivares y, últimamente, también el pistacho—, y, por otro lado, en cereales tanto de secano como de regadío. Pero también se ha extendido su uso en parques, jardines, en las cunetas de las carreteras o en los taludes de las vías del tren.

Hasta aquí, todo correcto. Sin embargo, la polémica en torno a este herbicida saltó en marzo de 2015, cuando un estudio de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) —organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS)—, basándose en pruebas sobre animales, calificó al glifosato como «probable cancerígeno para el ser humano» .

Desde entonces y hasta ahora, aunque otros estudios han desmentido las conclusiones de la IARC, no han parado de surgir voces críticas contra el glifosato. Y Castilla-La Mancha no podía ser una excepción, teniendo en cuenta la gran extensión que ocupa el territorio de la comunidad autónoma y la importancia del sector primario en esta región, con numerosos cultivos de todo tipo.

Las críticas más furibundas, como sucede siempre ante este tipo de situaciones, han llegado desde las organizaciones conservacionistas del medio ambiente, que abogan por la prohibición total del glifosato. Una de ellas es Ecologistas en Acción, cuyo portavoz en Castilla-La Mancha, Miguel Ángel Hernández, critica la «gran cantidad de dinero» que las administraciones públicas destinan a subvencionar su uso. Según indica, este herbicida se subvenciona, «aunque no directamente», a través de las ayudas de la PAC (Política Agraria Común) y de fondos destinados a programas de desarrollo rural (PDR) de la Unión Europea.

11,5 millones de euros

En concreto, en el PDR 2014-2020 de Castilla-La Mancha hay una partida presupuestaria del Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural, cifrada en más de 11,5 millones de euros, que está dirigida a la protección del suelo frente a la erosión con cultivos herbáceos de secano , ocupando las explotaciones a las que se prevé ayudar una superficie de más de un millón de hectáreas. Es decir, explica Hernández, se trata de cultivos en siembra directa, «que son donde se utiliza más el glifosato para eliminar las mal llamadas ‘malas hierbas’, ya que éstas, muchas veces, enriquecen más el suelo».

Muy diferente es la posición que las organizaciones agrarias tienen en relación con el glifosato. «Es un producto que funciona bien y ahora, con la prórroga de cinco años más, nos damos por contentos», afirma la secretaria provincial de Asaja (Asociación de Jóvenes Agricultores) en Toledo, Blanca Corroto, quien apunta a otras marcas comerciales competidoras como la fuente de las críticas. «Hay muchos lobbies detrás que se dedican a hacer presión contra el glifosato, del que se han dicho auténticas barbaridades que no se han demostrado».

En la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) son de la misma opinión que en Asaja y están a favor de que se siga usando este herbicida. El responsable de Agricultura y Ganadería de esta organización en Castilla-La Mancha, Ramón Sáez, cree que «es el único producto que sirve para luchar de manera eficiente contra las malas hierbas que perjudican a los cultivos».

Vehículo de Fomento esparciendo glifosato en la N-420, en Cuenca EA

«La sostenibilidad es un eje transversal en la Consejería de Fomento». Quien así se expresa es el director general de Planificación Territorial y Sostenibilidad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Javier Barrado, quien apunta a tres vertientes: la ambiental, la económica y la social. Es aquí donde se enmarca el acuerdo que en 2016 firmaron con la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) para desarrollar, entre otros, el proyecto de investigación con vinagre de madera como posible alternativa al glifosato.

En concreto, por lo que compete a la Consejería de Fomento, la aplicación de este nuevo herbicida se dirige, sobre todo, a la eliminación de hierbas en las cunetas de carreteras de titularidad autonómica. Ello, subraya Barrado, «teniendo en cuenta que el vinagre de madera es más sostenible y rentable económicamente» . Por lo tanto, aunque el director general de la Junta no está a favor de la prohibición del glifosato, sí aboga por limitar su uso y por métodos más viable desde el punto de vista medioambiental, «más allá de si es cancerígeno o no».

Menos agroquímicos

«Necesitamos una agricultura con menos agroquímicos», señala el portavoz regional de Ecologistas en Acción, quien cree que hay alternativas al glifosato y de otro tipo de herbicidas en el campo, como es la agricultura ecológica, «cada vez más presente e incluso más rentable». Sin embargo, el problema de esta opción es que para introducir este tipo de costumbres agrícolas «es necesario un cambio cultural en el sector primario y en la industria de la que depende el campo, donde hay muchos intereses creados».

Más allá del estudio de la OMS que habla de sus posibles efectos cancerígenos, lo que queda demostrado, en opinión de Miguel Ángel Hernández, es su «perjuicio medioambiental» . Esto es algo que se puede comprobar, indica, al leer la etiqueta de las diferentes marcas comerciales con las que se vende el glifosato. En la información se advierte de que es un «producto tóxico para el agua, para la vida acuática y también de riesgo para las personas que lo manipulan y lo pueden inhalar».

En este sentido, Ecologistas en Acción ha desvelado recientemente que ha encontrado glifosato, «en unos niveles que ya empiezan a ser preocupantes», en las cuencas hidrográficas del Tajo y del Júcar. Esto demuestra, según Hernández, que «no se está utilizando bien y, además, se usa de manera masiva, poniendo en riesgo el agua y la vida acuática en los ríos».

Pero, además, el portavoz ecologista critica el uso, «o el mal uso», de este herbicida en los márgenes de las carreteras y redes ferroviarias, ya que estas últimas semanas, «en plena época de sequía, sin ninguna previsión de que pudiera haber problemas de malas hierbas, el Ministerio de Fomento ha estado rociando con glifosato las cunetas de las carreteras nacionales y los taludes de las vías del AVE que transcurren por Castilla-La Mancha». Hernández cuenta que se ha regado incluso en cruces de ríos o en las lindes de espacios naturales donde está prohibido su uso, como en el caso del Valle del Tiétar, en la provincia de Toledo, o en la Serranía de Cuenca. «Esto es inaudito», se lamenta.

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