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Medio Ambiente

Aragón sopesa emprender una «guerra biológica» contra la procesionaria

El Gobierno aragonés reconoce la gravedad de estas plagas, que el problema va a más y que es difícil hacerle frente

Orugas de la procesionaria, un problema cada vez mayor en los pinares aragoneses Pilar Quijada

R. P.

Las orugas de la procesionaria del pino se han convertido en un problema medioambiental cada vez más grave en Aragón . Lo ha reconocido el propio Ejecutivo regional, que califica de «insólita» la situación a la que se ha llegado, con cada vez más zonas afectadas y con severas dificultades para hacerle frente. Para luchar contra estas plagas, l as autoridades regionales de Medio Ambiente están considerando diversas opciones, entre ellas la batalla biológica con predadores que ataquen a esos insectos.

Así lo ha indicado en una reciente respuesta parlamentaria a una pregunta del PP. El Gobierno autónomo asegura que, desde hace años, se ha ido agravando el problema en los pinares aragoneses por «factores que se retroalimentan». Uno de ellos, la deriva climática que se viene observando y que beneficia la proliferación de estas orugas : «inviernos anormalmente benignos, con pocas heladas y alargamiento del estiaje». A eso se han unido años consecutivos de escasez de lluvias, que han desencadenado un «estrés hídrico» en los pinos que les debilita frente al ataque de la procesionaria.

El Gobierno aragonés reconoce que el resultado está siendo una extensión de estas plagas a zonas que tradicionalmente no se veían afectadas por estos insectos. La procesionaria llega a cotas o latitudes que antes no alcanzaba.

Respecto a las soluciones a aplicar, las autoridades autonómicas dejan entrever una cierta impotencia al respecto . Las fumigaciones masivas por medios aéreos no entran en los planes del Ejecutivo autónomo –hasta el año 2009 sí se hacían, pero fueron víctimas de los recortes presupuestarios en aquel momento-. Consideran que esas fumigaciones aéreas tienen unos resultados limitados y, sin embargo, un coste muy elevado, del orden de un millón de euros cada 20.000 hectáreas –o, lo que es lo mismo, 50 euros por hectárea-.

Como alternativa, el Gobierno de Aragón asegura que está evaluando la posibilidad de aplicar tratamientos alternativos, una suerte de «guerra biológica» dirigida a favorecer la proliferación de predadores de la procesionaria , tales como aves insectívoras o murciélagos forestales. También están sopesando hacer tratamientos localizados, mediante trampas con compuestos de feromonas en la época de vuelo de la mariposa.

La procesionaria no solo afecta a los pinos, sino que también puede ser un problema sanitario para las personas y para sus animales domésticos, ya que entrar en contacto con esas orugas provoca procesos urticantes o alérgicos.

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