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Y la casa sin barrer

Las luces rojas se encendieron en Génova el viernes pasado cuando su portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, dejó muy claro que la prioridad sigue siendo la de aprobar los Presupuestos de este año

Curri Valenzuela

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El Gobierno tiene como prioridad enfriar la crisis catalana para que el PNV apoye los Presupuestos y así Rajoy pueda extender la Legislatura hasta 2020; el PP prefería que mantuviera una línea dura con los separatistas para evitar que Ciudadanos siga creciendo y ponga en peligro su recuperación en las elecciones municipales y autonómicas de 2019. Dos políticas distintas entre las que va a tener que elegir el presidente de las dos instituciones.

En el PP ya se resignan a que Rajoy se decida por lo que conviene a su Gobierno. Las luces rojas se encendieron en Génova el viernes pasado cuando su portavoz, Íñigo Méndez de Vigo , dejó muy claro en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros que la prioridad sigue siendo la de aprobar los Presupuestos de este año, que están prorrogados a la espera de que el PNV anuncie que los va a apoyar. El documento está ya pactado y terminado, aunque Montoro le vaya añadiendo flecos como el de los pluses a los funcionarios o amenazas de congelar las aportaciones a las comunidades autónomas en un esfuerzo, hasta ahora estéril, para que el PSOE se anime a abstenerse en su tramitación parlamentaria.

Todas las partidas presupuestarias están ya pactadas con el PNV y no solo a nivel de sus respectivas Haciendas. Las relaciones de Rajoy con Urkullu siguen siendo excelentes, aseguran en La Moncloa, y ambos se hablan con mucha frecuencia. El lendakari es, dicen también, muy crítico en privado con la actuación de los independentistas catalanes, con los que intentó mediar, en vano, para que no realizaran la declaración de independencia. Pero el escollo de que su partido no apoye los presupuestos mientras esté en vigencia el 155 sigue existiendo y de ahí que si su prórroga continúa las elecciones generales tendrán que convocarse irremediablemente el próximo año.

En el PP dan por hecho que la postura más suave hacia los independentistas que ha comenzado a poner en práctica el Gobierno está encaminada a evitar ese adelanto. Y les alarma. Dirigentes del partido y barones autonómicos critican en privado esa política, que deja nuevamente a Ciudadanos con la bandera de oposición a la desmembración de España lo que, según ellos, puede resultar dañino para evitar que sigan creciendo más los de Rivera de cara a las autonómicas y municipales de la primavera del año que viene y, de paso, en las generales que Rajoy tendrá que convocar cuando el devenir de la crisis catalana y la voluntad del PNV le lleven a ello.

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