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Urdangarín le gana a Torres el primer «round» judicial

El Supremo condena al impulsor de Nóos por haber difundido correos electrónicos privados del marido de la Infanta

Iñaki Urdangarín y Diego Torres, en una imagen de archivo EFE
Josep María Aguiló

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Cuando Iñaki Urdangarín decidió asociarse con Diego Torres , en 2003, casi seguro que no debía de saber que el creador del Instituto Nóos era una de esas personas que normalmente suelen guardarlo todo. Y cuando decimos «todo» no nos estamos refiriendo ahora a los álbumes de cromos de la infancia, los boletines de notas del colegio, las entradas semirrotas de los estrenos cinematográficos o los viejos juguetes de metal y de cartón, sino a los miles de documentos relacionados de una u otra forma con las sociedades que el antiguo profesor de Esade puso en marcha, tanto en solitario como con Urdangarín.

Así lo pudimos comprobar, por vez primera, en el transcurso del juicio del caso Nóos. Durante su pormenorizada declaración ante el tribunal, Torres tuvo siempre a mano una maleta y una bolsa de viaje llenas de contratos, facturas, cartas, correos electrónicos, folletos, escritos varios y cualquier otro documento susceptible de ser reproducido en papel. Y si algún documento no llegó a estar físicamente en la sala, no importó tampoco demasiado, porque el propio Torres parecía tenerlos absolutamente todos en su cabeza.

Urdangarín, en cambio, compareció ante el tribunal sólo con una carpeta de plástico, que contenía unos pocos folios en su interior. « Yo, mire como vengo, yo me fui del Instituto Nóos y de Nóos Consultoría sin ningún papel », le dijo entonces en un tono algo compungido al fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach . Y a tenor de lo que pudimos ver y escuchar, debía de ser literalmente cierto.

Otra circunstancia que el marido de Doña Cristina debía de desconocer también en 2003, al inicio de aquella relación empresarial, era que entre las virtudes que sin duda adornan a Torres no se encuentra, precisamente, la de la discreción. Esa falta de reserva de su antiguo socio la acabó descubriendo Urdangarín demasiado tarde, durante la instrucción del caso Nóos, cuando Torres difundió correos electrónicos de carácter íntimo relativos a la vida privada del entonces Duque de Palma.

Fue también en aquellas fechas cuando muchos ciudadanos descubrimos la desconocida afición de Urdangarín por los chascarrillos, los cotilleos, los chistes gráficos y los juegos de palabras, una afición por lo demás tan castiza y tan nuestra. Todavía hoy se recuerdan varios de aquellos más o menos trabajados juegos de palabras, en especial uno en el que se añadían dos sílabas al topónimo de Palma, una justo al principio y otra justo al final.

Tras la demanda judicial presentada por Urdangarín hace tres años contra Torres y contra algunos medios, el Tribunal Supremo acaba de dar ahora, finalmente, la razón a Urdangarín. Podríamos decir, metafóricamente hablando, que Urdangarín se ha impuesto a Torres en este primer «round» judicial , aunque no por K.O. técnico, sino sólo a los puntos.

Dice el refrán que «nunca es tarde si la dicha es buena», aunque en este caso concreto quizás sí pueda parecer que a lo mejor es ya un poco tarde, tanto para el presunto ganador como para el supuesto perdedor. Claro que tal vez podríamos intentar complementar aquella popular sentencia con otro conocido refrán, seguramente además muy apropiado para este caso, que afirma que «nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo bueno que no hiciste ayer». Así sea.

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