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Manuel Marín

Sánchez no tiene prisas

Pedro Sánchez, en un acto de los socialistas baleares, el pasado sábado, junto a Francina Armengol EFE
Manuel Marín

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La estrategia del nuevo PSOE radicalizándose en el Congreso para tratar de aislar al PP, desmontar su andamiaje legislativo e ir acortando artificialmente la legislatura, está dando resultados a Pedro Sánchez si de lo que trata es de demostrar al votante de la izquierda que él lleva la iniciativa. Sánchez apunta al PP, pero dispara contra Podemos. Las elecciones están aún muy lejanas, pero las expectativas de un «sorpasso» del que hoy nadie debate se diluyen con claridad en beneficio del PSOE.

Las variables que maneja Sánchez con menos dosis de ansiedad personal que hace un año son sencillas. Rajoy ha conseguido aprobar los presupuestos y un compromiso de gasto que garantiza una legislatura viable hasta 2019 . El margen de maniobra del PP junto a Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y Nueva Canarias es amplio desde muchas perspectivas. Por eso al PSOE le resulta fácil, gratuito y productivo enfangar el Parlamento para desgastar al Gobierno, con el premio añadido de garantizar la estabilidad sin que se note, y no aparecer como el hipotético culpable de un bloqueo institucional que aboque a una nueva crisis política o a unas nuevas elecciones que, hoy por hoy, no le convienen.

«Solo le queda acertar con Cataluña…, pero de momento juega a un despiste demoledor»

Se trata de un «no es no» controlado a distancia con el que Sánchez trata de manejar sus tiempos, ir aplomándose en el nuevo PSOE y recomponer sus muchas fracturas internas, pero sin aparecer como un líder sin principios ni ética de poder, capaz de negociar cualquier tipo de apoyo con tal de ser investido presidente a toda costa. Sánchez ha optado por darse meses, abriendo y cerrando las mismas puertas a capricho, de modo que el entendimiento con Podemos o con los partidos independentistas se base en contradicciones sistemáticas, criterios de ambivalencia y confusión política.

Asumiendo, como asume Sánchez, que le resultará casi imposible apear a Rajoy del poder, al PSOE solo le resta socavar la base electoral de Podemos desde dentro de la propia izquierda, con la misma radicalización y extremismo que tanto éxito dieron a Iglesias. Porque si algo ya está cambiando en la izquierda es la posición de dominio emocional. Antes, Sánchez era un rehén entregado a Podemos, un subalterno capaz de regalar al populismo las principales alcaldías de España dando carta de naturaleza a Iglesias y a un proyecto político excluyente. Hoy Sánchez ha perdido ingenuidad, ha ganado en paciencia y ya no se fía. La fatiga de materiales en Podemos es notable y el PSOE, esta vez, no tiene prisa. Solo le queda acertar con Cataluña…, pero de momento juega a un despiste demoledor.

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