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Roures, el resentimiento como móvil

Roures no es de izquierdas, ni catalanista, ni nada: sólo es un ser dolorido que busca calmarse causando el mismo dolor en los demás

Jaume Roures ABC
Salvador Sostres

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Roures entró en Gresca hace un mes porque había quedado para almorzar con diez personas. Cinco mesas de dos. Su ingreso me llamó la atención y enseguida vi que había un malentendido. Roures estaba convencido de que había reservado para comer y la casa tenía ... anotada la reserva para cenar. Los mails revelaron que Roures tenía razón y que Gresca se había equivocado, ante lo cual los propietarios inmediatamente reaccionaron: mis amigos y yo nos fuimos a Yashima por dejar libre nuestro espacio y las mesas contiguas igualmente se levantaron, por deferencia al restaurante, y cedieron en poco más de cinco minutos el espacio para que Roures y los suyos se pudieran sentar. Roures esperó muy pacientemente y cuando todo estuvo dispuesto, con su arrogancia resentida, con su mirada de desprecio, con su complejo de inferioridad supurándole por cada palabra, le dijo a la camarera: «Pues ahora me voy, porque yo os había reservado y no me lo teníais preparado». Es una anécdota, sí. Pero también una metáfora.

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