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El referéndum añade confusión a la carrera sucesoria en el PDeCAT

El no de Puigdemont obliga a afrontar un debate tapado por una consulta imposible

De izquierda a derecha, el expresidente catalán Artur Mas, el presidente Puigdemont y la consejera Neus Munté EFE
Àlex Gubern

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La política catalana vive instalada en un juego de apariencias, en el que el independentismo juega sin recato a la confusión y el engaño: la bandera del referéndum sigue blandiéndose como única opción para el soberanismo, mientras que en un segundo plano, todos los partidos, también los independentistas, se preparan para la que en realidad es la opción más plausible, aceptada por todos, la de unas elecciones autonómicas anticipadas ante la imposibilidad de convocar una consulta en otoño de este año.

En este escenario, y mientras públicamente el PDeCAT -heredero de la vieja CDC- permanece instalado en el discurso del «referéndum o referéndum», lo cierto es que en lo que está ocupado el partido ahora es en encontrar cartel electoral para unas elecciones que, si se atiende lo que anticipan los sondeos, acabará llevando a la formación presidida por Artur Mas a una irrelevancia inédita . Es el más claro ejemplo del doble lenguaje que practican en Cataluña los partidos secesionistas: a toda máquina encarando unas próximas elecciones autonómicas a la vez que se alimenta la ficción del referéndum de otoño , sea este pactado o por la vía unilateral.

Esta manera de entender la política en dos planos, sin embargo, ha saltado por los aires esta misma semana, cuando el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se ha reafirmado en su compromiso de no ser candidato de su partido en unos nuevos comicios. Como recordó, el «encargo» que se le hizo cuando la CUP aceptó su investidura tras el «paso al lado» de Artur Mas -del que mañana se cumple un año- fue el de convocar un referéndum en una legislatura que, entonces, se señalaba no debía durar más de 18 meses.

Viraje ideológico

Pese a este punto de partida, una parte importante del PDeCAT confiaba en que Puigdemont lo reconsiderase, asumiendo que, Artur Mas al margen, el actual «president» sería probablemente su mejor baza electoral. No obstante, la confirmación del «no» de Puigdemont obliga al partido a afrontar ya el debate sucesorio, con varios nombres sobre la mesa: el del expresidente Mas -pendiente en su caso de una hipotética inhabilitación por el caso 9-N -, el de la consejera portavoz Neus Munté , y, en menor medida, el de alguien como el consejero Santi Vila .

El nombre de Munté es el que suena con más fuerza. Exdirigente de la UGT, fue aupada a las más altas responsabilidades -primero en el último gobierno Mas, luego en el de Puigdemont- con objeto de visibilizar el giro a la izquierda del PDeCAT y del ejecutivo catalán. Si tras el veto de la CUP a Mas su nombre sonó como relevo, en su propio entorno directo se la descartó, apuntando a una falta de ambición y capacidad de liderazgo que ahora, transcurrido apenas un año, ya no se pone en duda. De manera significativa, y a diferencia de lo que respondía entonces cuando se le preguntaba al respecto, esta semana Munté ya no se descartaba, señalando que veía con «normalidad» que su nombre se contemplase.

Junto a Munté, obviamente, el nombre que más suena es el de Artur Mas, cuyo «paso al lado» forzado por la CUP no implicó en ningún caso una renuncia a nada. Aunque muchos en su partido, alimentando el juego de política ficción que practican, le ven más reservándose para un escenario postautonómico -por soñar que no falte-, otros entienden que Mas sería el candidato idóneo para centrar de nuevo el partido en lo ideológico, además de señalarle -eso es una realidad- como la persona con más autoridad y ascendiente en el seno de la formación. Su hipotética inhabilitación para cargo público como consecuencia del juicio por el 9-N añaden más complicación, o según como refuerza, una posible « candidatura mártir ».

Otras voces, por contra, señalan que lo más probable es que el PDeCAT opte por el modelo PNV , con Mas en el papel de Arzallus: la diferencia con el País Vasco es que allí el PNV siempre ha gobernado, mientras que en Cataluña por contra la perspectiva es que quien tiene más números para ello es Oriol Junqueras -¿de la mano de los «comunes» de Colau?-, dando por descontado que ERC no está por la labor de repetir la fórmula de Junts pel Sí.

Sea cual sea la opción última, el PDeCAT sigue jugando a la confusión: centrado el partido, aseguran, en un referéndum por el que nadie apuesta en realidad.

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