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Rajoy y el fin de la ingenuidad

Ya solo el Senado podrá interrumpir el mecanismo constitucional en el hipotético caso de que Puigdemont decidiera volver a la legalidad

Mariano Rajoy, a su llegada a la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias, acompañado por el presidente del Principado, Javier Fernández; el alcalde de Oviedo, Wenceslao López, y el presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Matias Rodríguez Inciarte. EFE
Mayte Alcaraz

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Mariano Rajoy llegó muy contento de Oviedo, tras el cierre de filas de Juncker, Tusk y sobre todo de Tajani, con España y su defensa del orden constitucional en Cataluña. Fue la víspera de la decisión más importante que ha tenido que tomar en toda su vida política . En mantillas se había quedado aquel verano helador de 2012, cuando España se salvó de la intervención económica. También ayudaba al optimismo el aplauso cerrado que recibió en el Teatro Campoamor. Muy caras se venden esas ovaciones en las complejas democracias actuales y por eso reconfortan más.

Decidió a última hora acudir a los Premios Princesa de Asturias, cambiando la tradición que solo había roto Leopoldo Calvo-Sotelo en 1981, meses después del 23-F, al asistir junto al entonces Principe de Asturias y hoy Rey. Merecía la pena la imagen de unidad con las instituciones europeas en el primer día del primer año del fin de la ingenuidad en la democracia española , cuando la única certeza que quedaba ya era la fuerza del Estado de Derecho en defensa de sus ciudadanos. Entre ellos, los catalanes.

Quedaban algunos flecos por cerrar. Primero, un último contacto con Pedro Sánchez para terminar de dar el visto bueno al mecanismo del 155. La decisión final era no fijar la fecha de las elecciones (que convocará el propio Rajoy tras la destitución de Puigdemont y de todo su Gabinete) para el mes de enero, como propusieron el pasado miércoles el propio PSOE y Albert Rivera. Aunque Carmen Calvo se saltó el pacto de que fuera el presidente el encargado de detallar las medidas que se enviarían al Senado, Moncloa prefería ser prudente y establecer un margen de seis meses, lo que probablemente llevará la cita con las urnas a la primavera de 2018, como adelantó ABC. También una llamada de Rivera al que, como a Sánchez, agradeció su apoyo en este momento histórico. Con ellos, último vistazo a dos decisiones controvertidas tras el cese del Govern: el control de los Mossos y la posibilidad de tomar el poder en TV3 a través de la facultad de relevar a sus responsables para restablecer los valores de defensa de la Constitución, tal y como define la Ley Audiovisual de Cataluña. Decisiones que, aunque discutidas en un principio por el PSOE, finalmente son consensuadas ante la gravedad de la situación. No hay vuelta atrás.

Y para terminar, repaso de los últimos detalles a cargo del presidente del Senado, Pío García-Escudero, en cuyas manos queda el momento más delicado de nuestra historia reciente hasta que el próximo viernes 27 la Cámara Alta dé luz verde a las medidas del 155 y devuelva el protagonismo al Ejecutivo. Los tres dirigentes constitucionalistas pactan también dejar claro que si, algo improbable, el presidente catalán volviera a la legalidad durante la semana que queda hasta el viernes próximo, quede sentado que quien tendrá en sus manos suspender el mecanismo constitucional será el Senado. Eso evitará, sostienen en el Gobierno, que nadie pueda interpretar que el Gobierno cede ante los independentistas. Por eso, Rajoy lo remacha durante la rueda de prensa de ayer. García-Escudero será el encargado de dar audiencia a Puigdemont por si quiere defender su postura. Después, el viernes el Pleno ratificará el 155 por mayoría absoluta y Rajoy ya adelanta a sus interlocutores que tiene pensado intervenir en esa sesión histórica.

Sánchez todavía comunica a Rajoy los últimos intentos de Miquel Iceta para que la Generalitat evite los acontecimientos que están a punto de ocurrir. Pero todo es inútil. Eso sí, las gestiones de los socialistas para que Puigdemont y Junqueras aprovechen esta última semana para convocar elecciones no cesan mientras se celebra la gala de Oviedo. Los servicios jurídicos del Estado tampoco tienen tregua. Hay dudas todavía sobre uno de los puntos clave del 155: la convocatoria de las elecciones autonómicas por parte del Estado. Saben que el asunto caerá en manos del TC que, dentro de un tiempo, terminará por validarlo. Pero pesa sobre este punto la anulación por parte del Tribunal de Garantías de la disolución de la Generalitat, decidida por la segunda República tras la proclamación en 1934 del ilegal Estado catalán. Pero a esas horas, diez y media de la mañana del sábado 21 de octubre, ya no hay vuelta atrás.

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