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Rajoy acepta el «sacrificio» de un Gobierno débil porque España «lo necesita ya»

El candidato del PP asume que deberá formar una mayoría «día a día» y ofrece diálogo en asuntos de Estado como la Educación y las pensiones

Mariano Rajoy, ayer en el Congreso de los Diputados ÓSCAR DEL POZO
Mariano Calleja

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Mariano Rajoy subió ayer a las seis de la tarde a la tribuna del Congreso para defender, por segunda vez en dos meses, su candidatura a la Presidencia del Gobierno, aunque en esta ocasión lo hizo sabiendo que el debate acabará bien para él y el sábado se pondrá fin a un bloqueo político que dura más de diez meses. Sus palabras fueron conciliadoras , de mano tendida , sin ningún ataque al contrario, con ofrecimientos continuos de diálogo y una confesión final: para el PP quizás habría sido mejor esperar a unas terceras elecciones, en las que su resultado sería mucho mejor, según las encuestas, pero acepta el «sacrificio» de tener un Gobierno débil «por el bien de España».

En el hemiciclo hubo dos puntos de atención : la tribuna de oradores, con un Rajoy dispuesto a pactarlo absolutamente todo, y la tercera fila del Grupo Socialista, donde se sentó Pedro Sánchez, con aspecto relajado y sonriente tras su última escapada a Los Ángeles. Apenas hubo interrupciones ni protestas durante el discurso de Rajoy, de 48 minutos, y sí una aceptación general de que diez meses después hay una salida al bloqueo tras el relevo de Sánchez en el PSOE.

Rajoy recordó que en los dos meses transcurridos desde la última sesión de investidura se han producido « cambios muy relevantes, que mejoran la situación política y abren la posibilidad de que este debate finalice de manera diferente al anterior». Son «circunstancias nuevas», dijo, y no fue ni un milímetro más allá a la hora de referirse al terremoto interno que vive el PSOE durante estos días. Lo importante, insistió, es evitar que España vuelva a las urnas. «Unas terceras elecciones serían muy perjudiciales para nuestro país, un descrédito para la imagen de España en el exterior, una decepción para los ciudadanos y su confianza en el sistema político, un serio quebranto para la economía», explicó el líder del PP para defender por qué es imprescindible formar Gobierno cuanto antes, a pesar de que todas las encuestas reflejan una fuerte subida de los populares si se volviera a las urnas.

«Mejores coyunturas»

Rajoy admitió que no sabía si esta situación es la que más conviene al PP o la que más le perjudica. «No sé si nos convendría más aguardar mejores coyunturas» , Pero sí advirtió que no le interesan esas consideraciones. «Me basta con saber que España lo necesita ya». Y fue al final de su discurso cuando aseguró, con tono casi épico: «Si hemos de pagar un precio y aceptar un sacrificio, por ninguna otra causa lo haremos con mayor orgullo que por el bien de España». Una afirmación que fue respondida con aplausos por los diputados del PP.

Rajoy asume que su Gobierno será débil , que tendrá que construir día a día una mayoría para poder gobernar, y que estará «lejos de cumplir las condiciones de solidez, gobernabilidad y estabilidad» que reclamó en el primer debate, a finales de agosto. Tendrá que buscar el acuerdo para todo y en todo momento. «Para eso necesitamos un Gobierno abierto al diálogo. Eso es lo que ofrezco. Estoy dispuesto a negociar cuando sea necesario todas las decisiones», proclamó.

El candidato del PP ahorró a todos otro resumen de las 150 medidas pactadas con Ciudadanos en agosto. Sí subrayó que su voluntad sobre todos estos asuntos, que marcarán su agenda de Gobierno, será «mantenerlos y cumplirlos». «No tengan duda: lo haré», aseguró en un guiño a su primer socio parlamentario.

Momento excepcional

Es un momento excepcional para España, advirtió, y por eso mismo «la excepcionalidad de las circunstancias exige que se dejen a un lado todas las confrontaciones ideológicas y se sumen los esfuerzos, porque se trata de una situación inédita».

Rajoy ve la legislatura que tiene por delante como una «oportunidad» para pactar grandes cuestiones de Estado, para afrontar retos que tiene España, y que van más allá de estos próximos cuatro años. Se refirió en primer lugar el sostenimiento del sistema de pensiones y anunció que propondrá la convocatoria del Pacto de Toledo antes de final de año. También quiere impulsar el diálogo social de forma inmediata.

Otras de esas cuestiones de Estado es el modelo educativo, y propuso crear una subcomisión parlamentaria para elaborar un acuerdo en seis meses. Además planteó un acuerdo sobre financiación autonómica y la convocatoria de la Conferencia de presidentes autonómicos en el Senado. Entre los acuerdos incluye la lucha contra la corrupción, terreno en el que, subrayó, «nadie puede presumir de infalibilidad». Y también propuso reforzar los acuerdos sobre la Unión Europea y la lucha contra el terrorismo yihadista.

El desafío independentista catalán es, según Rajoy, «el reto más grave que tiene España», lo que hizo removerse a los independentistas en sus escaños. Tras defender la unidad de España y la soberanía nacional, propuso «buscar fórmulas que acomoden mejor la necesaria solidaridad interterritorial», pero avisó de que el primer paso hacia «soluciones más justas» es el respeto a la ley.

El debate continúa hoy con los grupos y con la primera votación, en la que hace falta una mayoría absoluta.

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