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El PSOE sopesa arrinconar al PP con solo dos puestos en la Mesa del Congreso

Con este esquema los populares tendrían la misma representación que Podemos o Ciudadanos

Mariano Rajoy atiende a los medios tras recoger su acta de diputado JAIME GARCÍA

ANA I. SÁNCHEZ/VÍCTOR R. ALMIRÓN

Aunque las negociaciones para la composición de la Mesa del Congreso aún están completamente abiertas, fuentes del PSOE reconocieron ayer a ABC que una de las fórmulas que sopesa el portavoz parlamentario del grupo, Antonio Hernando , es dotar al nuevo órgano de la máxima pluralidad asegurando para este grupo la presidencia de la Cámara Baja y repartiendo dos cargos a cada uno de los cuatro partidos mayoritarios, hasta completar los nueve puestos.

Con este esquema, el PP quedaría completamente arrinconado en la Mesa del Congreso ya que su influencia en este órgano sería la misma que la de Podemos o Ciudadanos , pese a tener casi el doble y el triple de escaños, respectivamente, y siendo el partido más votado en las últimas elecciones generales. La Mesa del Congreso se encarga de tramitar las iniciativas parlamentarias y de organizar los trabajos en la Cámara Baja.

Cuchillos en alto

Esta pretensión del PSOE podría hacer saltar por los aires el espíritu de acuerdo y consenso al que, precisamente, los cuatro partidos aludieron al inicio de las conversaciones ante la difícil aritmética que han dejado los últimos comicios. Y es que fuentes del PP ya adelantaron ayer a este periódico que «en ningún caso» aceptarán este esquema. «Estamos de acuerdo en que la Mesa debe ser plural pero debe representar también la opinión que los españoles han manifestado en las elecciones, y un reparto de la Mesa en la que el partido mayoritario solo tenga dos puestos de nueve , desde luego no es lo que han dicho las urnas. No vamos a pasar por ahí. Si hablar no funciona, pondríamos en marcha otra estrategia», subrayan las mismas fuentes. Los populares, de hecho, tienen una salida para zafarse de esta pinza que sopesa el PSOE.

En ausencia de acuerdo con los socialistas para la composición de la Mesa, el PP puede optar por dividir sus votos en las votaciones de las cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías de la Mesa con lo que podría conseguir cuatro de los nueve puestos de la Mesa en detrimento de Ciudadanos que entonces se quedaría sin representación limitando la pluralidad de este órgano. «No es la fórmula que deseamos, creemos que Ciudadanos debe tener representación en la Mesa, pero es lo que puede pasar si el PSOE decide no respetar la proporción para intentar aislarnos».

Para evitarlo, Ciudadanos podría intentar alcanzar un acuerdo bilateral con el PP para repartirse cuatro de los puestos de la Mesa, pero esto dependerá ya de los populares. La formación naranja, de hecho, reconoce que dos puestos en la Mesa del Congreso son demasiados para los escaños que ha obtenido e incluso tildaban de «exagerada» esta posición del PSOE.

Fuentes de la dirección del partido confirmaron que a ellos les parecería «razonable» que el PP «tenga un miembro más» en la Mesa «porque ha ganado las elecciones» . Su fórmula predilecta otorgaría al PP tres miembros en la Mesa, y dos para PSOE, Podemos y ellos mismos. Creen en el equipo de Rivera que ese reparto en la Mesa sería aceptable para el PP porque les coloca en disposición de tener mayoría con su apoyo o el del PSOE y evitaría que los socialistas y Podemos tuvieran mayorías de bloqueo.

El peligro de los dos colores

No obstante, insisten en su apuesta de que el presidente del Congreso «no sea del mismo color político» que el del Gobierno. Una fórmula que, sin embargo, podría crear conflictos entre ambas instituciones.

A diferencia de un presidente autonómico, como tercera autoridad del Estado, el presidente del Congreso recibe encargos del presidente del Gobierno para que le represente en el exterior en citas oficiales a las que le es imposible acudir por razones de agenda. Así sucedió la pasada legislatura cuando, por ejemplo, el actual presidente del Congreso, Jesús Posada , acudió a la toma de posesión de Nicolás Maduro en Venezuela o de Evo Morales en Bolivia por encargo del jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy.

Un presidente del Congreso con ideas diferentes a las del Gobierno en política exterior podría dar lugar a conflictos en las relaciones internacionales. Asimismo, podría dificultar la gobernabilidad dilatando la tramitación de iniciativas parlamentarias del Gobierno con las que su partido no estuviera de acuerdo, solicitando, por ejemplo informes jurídicos.

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