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El PSOE ensaya su «podemización»

Los socialistas llevarán al Congreso el debate sobre la plurinacionalidad y el modelo territorial de España

Pedro Sánchez y pablo Iglesias durante su reuniíon en julio en el Congreso de los Diputados Ángel de Antonio

Alexis Romero

Tres meses. Ese es el tiempo que lleva Pedro Sánchez al frente de la dirección del PSOE desde que el pasado mes de abril venciera en las primarias . En todo este tiempo, la formación ha experimentado una serie de cambios que van desde el discurso de sus dirigentes hasta su actividad institucional, todos ellos encaminados a una estrategia concreta: parecerse a Podemos.

Los primeros guiños que mostraron cuál podía ser el nuevo rumbo socialista se produjeron en la campaña de primarias, a principios de año. Un Sánchez que quería recuperar al «PSOE de izquierdas» defendía la plurinacionalidad de España y abogaba abiertamente por un acercamiento a Podemos y a sus postulados. La consolidación en las intenciones de este viraje se confirmaron tras su victoria, concretamente en el 39 Congreso Federal de la formación celebrado en mayo.

Los votantes de Podemos

Allí, el líder del PSOE rompió con los cuadros históricos de la formación y llevó a los documentos organizativos el giro a la izquierda que auguraba durante la campaña, haciendo que la comisión encargada de elaborar los documentos políticos del partido aceptara el carácter plurinacional de España , aunque matizando que «la soberanía reside en el pueblo español» para imposibilitar su apoyo a un referéndum.

El objetivo de este viraje a la izquierda es el de recuperar al electorado que se marchó a Podemos . El pasado mes de junio, el propio Sánchez apeló a su estrategia en público. Iglesias negociaba en ese momento con los socialistas su apoyo de cara a la moción de censura fallida que protagonizó contra Rajoy, un apoyo que el líder socialista le negó, no sin antes matizar que se sentía «muy próximo a los votantes de Podemos».

Semanas después, el viraje discursivo se materializó en las instituciones con el cambio de criterio ordenado por la dirección sanchista al Grupo Socialista en el Congreso respecto al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá, conocido como CETA . A pesar de haber acordado apoyarlo, finalmente el PSOE se abstuvo entre quejas internas y malestar.

El posicionamiento internacional del PSOE también se ha visto condicionado por su podemización. La crisis en Venezuela es uno de los asuntos en los que Podemos tiene su propio espacio, desmarcado habitualmente del resto de partidos, que condenan abiertamente el régimen de Maduro. Una condena a la que siempre se había sumado el PSOE. Sin embargo, el pasado martes el portavoz de la formación, Óscar Puente, aseguró que la crisis en el país latinoamericano es «responsabilidad colectiva de los venezolanos» y criticó el «sobredimensionamiento» que a su juicio se le da al tema en España.

Madrid, una nación

Una de las características más destacadas de la podemización del PSOE es el intento de acaparar una parte del voto nacionalista, del que también se alimenta Podemos. En este sentido, Sánchez ha variado su discurso sobre la plurinacionalidad, llegando a la conclusión de que España es una nación de naciones. Esta idea llevó a José Manuel Franco , el aspirante sanchista a dirigir el PSOE madrileño, a decir que Madrid, «si el Estado es plurinacional, como nosotros defendemos, sea una nación dentro del Estado español».

Ayer, la vicesecretaria general socialista, Adriana Lastra , anunció la intención de su partido de llevar el debate sobre la plurinacionalidad y el modelo territorial de España al Congreso. A su juicio, debe haber un «consenso» entre los partidos, y el reconocimiento a la «diversidad territorial» se debe integrar por la vía de la reforma constitucional.

La estrategia del «PSOE de izquierdas» también condiciona la respuesta socialista ante determinados conflictos, como la huelga de los empleados de seguridad de Eulen en el aeropuerto de El Prat. El secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos, criticó la decisión del Gobierno de cubrir los puestos con agentes de la Guardia Civil, una acción que no dudó en calificar de « forma de esquirolaje ».

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