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El PP se prepara para la sucesión de Rajoy «cuando el presidente lo decida»

Nadie va a cuestionar su liderazgo, pero «el banquillo calienta por lo que pueda pasar»

Alberto Núñez Feijóo, en la jura de su cargo como presidente de la Xunta de Galicia, en presencia de Soraya Sáenz de Santamaría, EFE

MAYTE ALCARAZ

Ni una sola voz autorizada en el PP va a poner en entredicho la permanencia de Mariano Rajoy. Sin embargo, tampoco a nadie le sorprendería que, a lo largo del proceso que se inicia el próximo martes con el intento de investidura de Pedro Sánchez, el presidente en funciones tome alguna decisión personal que nadie conoce, pero que muchos atisban como un desesperado intento por explicar la parálisis interna que vive el partido (emponzoñado además con los casos de corrupción, muchos aflorados masivamente en los últimos días).

«Del 1 de marzo al 26 de junio [fecha de las hipotéticas nuevas elecciones] el presidente tomará alguna determinación importante», apunta un alto dirigente popular. Este convencimiento, sobre el que Rajoy no ha dado ninguna señal, se extiende entre los responsables populares, sabedores de que es tiempo de cambios , aunque solo se producirán «cuando lo decida el presidente, porque su autoridad moral y el reconocimiento del partido a su persona son absolutos», advierten.

Las especulaciones sobre lo que pueda pasar son muchas y variadas: que Rajoy culmine su promesa -hipotecada a unos apoyos parlamentarios que parecen imposibles- de intentar ser investido tras una tercera ronda del Rey con los líderes políticos; un paso al lado para que La Zarzuela proponga el nombre de otro alto dirigente de su partido con más posibilidades de conseguir una gran coalición con el PSOE y Ciudadanos; o su renuncia a ser candidato a la Presidencia si toca ir a votar en junio.

Último intento de Rajoy

Rajoy solo admite la primera, que basa en su confianza de que la frustración que generará en los socialistas el intento de esta semana facilite un ulterior respaldo a un Gobierno presidido por él, con 123 diputados, al que podrían incorporarse en calidad de vicepresidentes Pedro Sánchez (PSOE, 90 escaños) y Albert Rivera (Ciudadanos, 40 actas), lo que dotaría de una amplísima base social al acuerdo.

Sin embargo, y a pesar de sus declaraciones públicas, pocos cargos del PP secundan esa tesis, neutralizada por la ambición de toda la izquierda parlamentaria «de echar al PP del poder », como se han ocupado de manifestar desde Pablo Iglesias a sus socios de las confluencias, además de los grupos separatistas de la Cámara. También juega en contra del PP la resolución del Comité Federal socialista de rechazar esa gran alianza al estilo alemán.

La semana que comienza mañana es, pues, crucial. En La Moncloa preparan ya la intervención del presidente el miércoles, en la que tenderá, por enésima vez, la mano a la suma de los partidos constitucionalistas. A partir de ahí, todo es imprevisible . El Rey tendrá que llamar de nuevo a las catorce fuerzas parlamentarias, momento en el que Rajoy deberá comunicarle si quiere o no someterse a la investidura y si para ello cree que tiene sostén aritmético suficiente. Si no fuera así y el líder socialista, por su lado, tampoco lograra incorporar al partido de Iglesias, el reloj electoral conduciría inexorablemente al domingo 26 de junio.

Si Mariano Rajoy optara por no volver a ser candidato para abrir la puerta a que el PP ensaye con otro líder el pacto ahora inviable -los sondeos adelantan, además, que los nuevos comicios no despejarán la incertidumbre-, la maquinaria del PP se pondría en marcha con poco tiempo por delante. Tanto el Congreso nacional como los regionales han sido pospuestos hasta después del verano, dado que La Moncloa quiere que primero se arregle la gobernabilidad del país. Y eso a pesar de la especial urgencia de solventar la devastación en el PP de Valencia y en el de Madrid, parcheados con gestoras como cortafuegos contra los sumarios por corrupción, que implican a parte de sus anteriores cúpulas.

Además, los movimientos internos para que se impongan las primarias, como signo de los nuevos tiempos, obligarían a cambiar los Estatutos en una organización que funciona como en la época de José María Aznar . Génova solo admite que habrá que adelantar los cónclaves en el País Vasco, Valencia, Madrid y Galicia, esta última plaza a las puertas de unas elecciones autonómicas de incierto resultado por el auge de las Mareas.

Lo cierto es que, además de la presión de los barones territoriales, en plena depresión por el batacazo de las últimas autonómicas, las quinielas de posibles dirigentes que podrían optar a liderar el partido en los próximos meses son objeto de comentarios y especulaciones intramuros de Génova.

El nombre de Alberto Núñez-Feijóo , uno de los pocos dirigentes territoriales que todavía gozan de mayoría absoluta, suena para hacer las maletas camino de la sucesión de Rajoy. El líder gallego deja entreabierta la puerta: «Vamos a ver qué pasa en las urnas [del 20 de diciembre]», manifestó en una entrevista a ABC el pasado verano. Su calendario no le es propicio, pues, de dilatarse el actual impasse, le restaría poco tiempo, teniendo en cuenta que las eleciones gallegas serán en otoño.

Otra de las responsables mejor situadas es la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, cuya gestión es ampliamente reconocida, aunque su enfrentamiento con la secretaria general, María Dolores de Cospedal, le ha granjeado pocos apoyos en el partido. Incluso dentro del Gobierno, el núcleo más cercano al presidente censura su falta de implicación en la defensa de las siglas para contrarrestar el desgaste por la corrupción.

Caras nuevas

También se hallan en los puestos de salida nuevas caras del PP, como la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes , bien vista por su entendimiento con Ciudadanos (fuerza imprescindible para que el PP gobierne), o Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación, con amplio bagaje en los debates televisivos, donde se sustancia la «nueva política».

Dos ministras, Ana Pastor (de acreditada lealtad a Rajoy) e Isabel García Tejerina , también forman parte del «banquillo», al que se han incorporado alcaldes que han logrado sortear el batacazo del 24-M: Íñigo de la Serna (Santander) y Concepción Gamarra (Logroño), avalados por una buena gestión en sus municipios. Pero Rajoy tiene la última palabra.

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