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Mendia irrita al PSOE por coaligarse con el PNV a sus espaldas

Ferraz recuerda que los pactos los aprueba el Comité Federal. La gestora avisa que valorará el texto cuando conozca «su contenido y alcance»

Idoia Mendía tras las elecciones del 25 de septiembre
Gabriel Sanz

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Máxima tensión entre la dirección del PSE con su secretaria general, Idoia Mendia, a la cabeza, y la gestora que dirige provisionalmente el PSOE. Si la relación ya era difícil por el claro alineamiento de Mendia y Patxi López con Pedro Sánchez incluso después de la caída de este, el gobierno de coalición anunciado con el PNV en la madrugada del domingo es la gota que colma el vaso; tanto que la gestora, en un gesto inusual, lo recibió ayer con una fría nota en la que su portavoz, Mario Jiménez, dice que el órgano de dirección de los socialistas se pronunciará cuando «conozca su contenido y alcance».

Viene así Jiménez a reconocer oficialmente la escasa relación que han mantenido Ferraz y los socialistas vascos en estas semanas de sigilosa negociación, que va a concluir nada menos que con tres miembros del PSE ocupando el cargo de consejero en un gobierno de coalición con el PNV.

El problema, a ojos de la gestora y de otras federaciones consultadas por ABC, es doble. Uno, de formas, porque ese acuerdo, como todos, debe refrendarlo un Comité Federal del PSOE, máxime tratándose de un pacto con nacionalistas. Y esa reunión del maximo órgano de los socialistas ya no podrá tener lugar antes de la jura del lendakari Urkullu, este próximo sábado. Aun así, el problema más importante, dicen las fuentes consultadas, es de oportunidad. De fondo.

Cuestionan que el actual PSE, carente de la fortaleza que tenía aquel de Nicolás Redondo Terreros que abandonó el Gobierno vasco en julio de 1998 –entonces segunda fuerza, con 12 escaños–, deba prestarse a ser «muleta» de un PNV tras haber quedado reducido en las elecciones del pasado 25 de septiembre a cuarta fuerza en el Parlamento vasco .

Sin mayoría absoluta

PNV (28 diputados) y PSE (9) no suman mayoría absoluta, y el temor tanto de la gestora como de la federación andaluza y otras es que Urkullu escoja a Bildu para aprobar resoluciones que impliquen la autodeterminación del País Vasco y aboquen al PSOE en su conjunto a una situación «imposible»; de hecho, tanto Mendia como el lendakari han dejado claro que no hay acuerdo en materia de autogobierno y eso queda fuera del pacto.

«Lo que no queda fuera del acuerdo son los efectos que va a tener sobre nosotros cualquier acuerdo al que llegue el PNV con Bildu», señalaba anoche a este periódico un miembro del Comité. Esta y otras fuentes acusan a Mendia de haber «roto» la comunicación con Ferraz, a sabiendas de los recelos de la gestora, y de saltarse los estatutos aprobando nada menos que un gobierno de coalición que, además, quieren someter a la consideración de los 5.000 militantes del PSE antes de que el Comité Federal se pronuncie.

«¿Qué vamos a hacer, decir que no a lo que los afiliados han dicho previamente sí?», se pregunta preocupado otro dirigente , en la creencia de que Mendia ha mantenido al presidente de la gestora, Javier Fernández, solo «parcialmente informado de lo que se estaba cociendo».

Alguno de los consultados cree, además, que no limitando su apoyo al PNV a un acuerdo parlamentario «el PSE pierde toda capacidad de hacer oposición a las medidas antisociales que tome Urkullu, dejando el campo libre a la tercera fuerza, Podemos». Por eso, hay quien se malicia desde el entorno de quienes hoy mandan en Ferraz en el sentido de que «la clave de este pacto son los sueldos que van a conseguir para seguir controlando» la federación vasca.

Los socialistas han tardado cuatro años en volver a formar parte del Gobierno autonómico. El partido de Idoia Mendia ha logrado en los despachos lo que no consiguió en las elecciones de septiembre, en las que perdió siete parlamentarios. Un descalabro que escenificó la crisis de identidad que sufre a día de hoy el PSE, que en la última legislatura se ha dejado por el camino a casi la mitad de su electorado.

Puente hacia los sillones

En su posición de cuarta fuerza del Parlamento vasco, el PSE ha encarado las negociaciones con los jeltzales como un puente para alcanzar los sillones de la dirección del Gobierno consciente, sin embargo, de que su peso en el nuevo equipo será ínfimo. No solo no podrá estar al cargo de las carteras más importantes, sino que ha tenido que acatar condiciones que nunca antes se habían planteado.

De hecho, para cerrar el pacto el grupo socialista se ha visto obligado a romper sus propios principios. A comienzos de octubre, su secretaria general publicó en las redes sociales un mensaje en el que afirmó que la prioridad del PSE es que el País Vasco «no abandone la agenda social por la soberanista». Sin embargo, durante las negociaciones se ha visto obligado a ceder ante la causa rupturista del equipo de Íñigo Urkullu, que no está dispuesto bajo ningún concepto a dejar de lado la llamada «agenda vasca».

Por otra parte, para lograr impulsar su proyecto en común, ambas formaciones tendrán que contar con el visto bueno de una tercera fuerza, y, en este sentido, es EH Bildu el que más papeletas tiene para ejercer como partido bisagra. Dirigentes nacionalistas entraron en contacto la semana pasada con los integrantes de la izquierda radical, entre los que se encontraba Arnaldo Otegui, para acercar posturas de cara a la consecución de acuerdos puntuales.

Tal es la situación que ni siquiera los dirigentes del PSOE en Madrid se han atrevido por el momento a valorar de forma oficial el trato hasta conocerlo íntegramente, lo que da muestra de la desconfianza que genera entre los pesos pesados de la formación.

Valoración positiva

Pese al incendio que se ha generado en Ferraz en torno al pacto, el grupo socialista vasco emitió un comunicado en el que valoró de forma positiva «el entendimiento y el diálogo» del que ha hecho gala el PNV, un partido nacionalista «moderado». Esta tarde, Mendia intentará que el Comité Nacional socialista, con el que se reunirá en el hotel Carlton de Bilbao, ratifique el preacuerdo.

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