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Koxka, el bar de la agresión de Alsasua que nadie vio

Los testigos amigos de los acusados de Alsasua aseguran que no se enteraron del ataque a los dos guardias civiles y a sus novias

Vídeo: Continúa el juicio por el 'caso Alsasua' / Foto: Un coche de la Guardia Civil pasa junto al bar Koxka JAIME GARCÍA / Vídeo: ATLAS

Naiara estuvo allí, pero dice que no lo vio. «En ningún momento percibimos que estuviera pasando nada», testificó en el juicio una de las camareras del bar Koxka de Alsasua (Navarra), donde dos guardias civiles y sus novias recibieron una paliza en la víspera de la feria del ganado. Lo que estaba pasando aquella madrugada del 15 de octubre de 2016, y que Naiara dice que no vio, es según la Fiscalía una agresión contra dos agentes y sus parejas por el hecho de ser guardias civiles.

Jorge, estudiante, observó «un amontonamiento». «¿Algún empujón? Yo no vi nada». Solo admitió que se formó «una pequeña discusión» en el local, ubicado en la parte vieja de Alsasua. «No le di importancia, pensé que era una más», explicó.

Gorka, que permaneció en el Koxka desde las dos y media hasta el cierre, solo presenció «un rebullón». «Dura un segundo, pasa muy rápido y acaba en la calle». Es amigo de la infancia de un acusado y compañero del equipo de fútbol de otros dos.

Según la declaración de las víctimas, ese «rebullón» fue una agresión que comenzó con empujones, continuó con puñetazos y golpes «desde todos lados», y finalizó con patadas a la cabeza. El teniente, Óscar, tuvo que ser operado por la fractura del tobillo. «Desde que Jokin Unamuno se encara con nosotros, noto empujones y patadas por todos lados. Decidimos salir del bar, pero nos cuesta bastante, hay un pasillo con mucha gente», relató. Eso sucedió en torno a las cuatro de la mañana.

La camarera Naiara, que describió el Koxka como un «bar pequeño», aseguró a los jueces que se enteró de «semejante jaleo» al día siguiente en las noticias de la televisión. Otra camarera tampoco apreció ningún «movimiento violento». El dueño, Josu, apareció para hacer la caja a las cuatro y media. Se percató que había sucedido algo al ver al teniente tendido en la calle.

Ningún testigo presente en el local -salvo Paulette, amigo de tres acusados y de la novia del teniente agredida, que admitió la agresión y cambió el paso del juicio- dice haber visto el ataque. «Pasa algo pero no me entero. Es habitual», señaló otro. «En ningún momento vi una agresión ni nada por el estilo». La Audiencia Nacional juzga a ocho acusados por lesiones y amenazas terroristas por el ataque.

En la calle los testigos tampoco vieron nada. Se contradicen sobre el número de gente presente. Aritz aseguró que como mucho había cinco o seis personas. «Había muy poca gente, prácticamente nadie». Aritz, de 32 años y educador infantil en Alsasua, alcanzó la zona a las cinco y cuarto, después de «potear» en otro bar. «Era un ambiente de fiesta habitual, no me llamó la atención nada», testificó. Vio una ambulancia y una patrulla de la Policía Foral, que acudió tras el aviso del teniente.

La versión de uno de esos dos agentes choca de frente con el testimonio de Aritz. «Había bastante gente en el bar Koxka, en la calle principal y en la plaza de enfrente», narró. Mikel, novio de la acusada Ainara Urquijo, testificó que había «unas quince personas» en la puerta del Koxka. Reimigio, camarero de otro local que pasó por allí a las cinco de la mañana, situó a «quince, veinte o veintitrés» personas. Koldo, repartidor en Alsasua y amigo de los acusados, habló de «barullo».

Las víctimas relatan otra historia distinta a las puertas del Koxka. «Noto que me golpean constantemente, no puedo estar de pie y caigo. Recibo golpes en la cabeza, en la espalda y en las piernas. Nadie nos ayudó», narró el teniente. Su novia, María José, corroboró esa situación: «Él sangraba y la gente seguía pegándole».

Paulette, el testigo que descolocó a las letrados de los acusados, admitió que a los agredidos los sacaron a empujones del local, y reconoció la agresión. «Pasaba gente corriendo, le propinaban un golpe y se iban», declaró, ante el silencio de la sala.

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