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Jorge Verstrynge: el «maldito» de Alianza Popular

De los parajes de la extrema derecha de su juventud, a los de la izquierda populista en su madurez

Imagen del reencuentro de Bárcenas con quien fue su jefe en Alianza Popular, Jorge Verstrynge ABC
Marisa Gallero

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Es 20 de marzo de 2015. Luis Bárcenas se reencuentra con Jorge Verstrynge , su jefe en la secretaría general de Alianza Popular de Manuel Fraga, cuando formaba parte del «clan de Badajoz», los cinco hombres que ficha el tesorero, Ángel Sanchís. Y es que «el pasado no pasa nunca, ni siquiera –lo dijo Faulkner– es pasado. Es sólo una dimensión del presente».

Han pasado dos meses de la salida de Bárcenas de Soto del Real, tras conceder una entrevista a ABC donde aseguraba que «sigue siendo fuerte» , como le pedía Mariano Rajoy por SMS.

Después de su estancia en el «agujero» se ha vuelto más prudente. Se arma con el silencio. Su objetivo es salvar a su mujer y después a sí mismo en el caso Gürtel . No entra en sus planes luchar contra el poder. Ha sentido de una forma clara cómo aprieta y muerde. Como estrategia, no entrar al ataque, «no porque haya pactado con el Gobierno, sino porque me quiero centrar en mi defensa. Si su discurso político es utilizarme como icono de la corrupción , actuaré en consecuencia. No voy a ser instrumentalizado por nadie».

Durante la conversación se recitan los nombres de una época junto a las más descabelladas anécdotas, tomando el pulso a la actualidad.

—Ahora tienes que mirar por tus intereses, pero también coger altura. No es solo ya el PP, sino cómo funciona la política española, cuál es el mecanismo que ha funcionado en este país—, razona Verstrynge.

—Es así. No es cómo ha funcionado un partido, es cómo ha funcionado un sistema —responde Bárcenas—. Hemos llegado a un punto que tiene que haber una catarsis.

—No es el PP, no es ni el PSOE ni Bárcenas, es la descripción de cómo una sociedad se va pudriendo —le replica—. Un poder es legítimo cuando la gente consiente… Si tú supieras lo frágil que es el poder… («Bárcenas. La caja fuerte», La Esfera de los Libros).

Verstrynge lo sabe bien. El poder lo rozó cuando fue el delfín de Fraga. Su hombre para todo. Su heredero político. Ya con 27 años era el secretario de Organización Territorial de Alianza Popular, el número tres al frente de todas las organizaciones regionales y provinciales. «Por primera vez, sentí el Poder, algo parecido en la política al efecto tranquilizador que en un soldado produce acariciar suavemente el metal pulido y frío del cañón de su arma. Esa sensación no descriptible me acompañaría durante once largos años, como mi propia sombra».

Alianza Popular, de 9 a 106 diputados

El Poder con mayúsculas. Llegó a inventarse encuestas electorales durante una campaña electoral en Galicia con una «Casio de bolsillo», que recogieron todos los medios, manteniendo que llevaría a don Manuel hasta La Moncloa aunque fuera «en burro».

Tuvo el mérito de ser uno de los que incentivaron el crecimiento espectacular de AP, de 9 a 106 diputados , en las elecciones de la mayoría absoluta de Felipe González, aplicando el principio de la «guerra total».

Análisis sosegado en la madurez

El 20 de marzo de 2015, el extesorero del PP Luis Bárcenas se reencuentra con quien fue su jefe en la secretaría general de Alianza Popular, Jorge Verstrynge

La transformación de la mano derecha de Fraga

Verstrynge ha demostrado ser un camaleón político. Su metamorfosis ha virado por todos los colores ideológicos: de la extrema derecha a la izquierda populista

«Mi tesis doctoral era sobre “Los efectos de la guerra en la sociedad industrial”, así que la apliqué. En mi despacho había un mapa inmenso de España, con los datos de afiliados por provincia, el número de Juntas… Aquel era un mapa de guerra con todas las posiciones cubiertas. El 80% de la estructura actual del Partido Popular la creé yo, poniendo en marcha las Nuevas Generaciones. No se me olvida la frase de Fraga cuando conseguimos los 106 diputados: “Secretario general, recuerde usted que ya no podrá gobernar este partido como lo había hecho hasta ahora”», reconocía en una entrevista para ABC.

De hecho Bárcenas reconoce que se se afilió al partido porque no le quedó «otro remedio». «Verstrynge nos iba reclutando, arrinconándonos, mientras nos decía: “¿Cómo que no estás todavía afiliado?”. Era imposible negarse».

«Era dinero Flick»

La financiación ilegal de los partidos políticos no es un tema ajeno a aquellos años. En noviembre de 1984 las ramificaciones del caso Flick , que provocó en la República Federal Alemana las dimisiones del ministro de Economía y del presidente del Bundestag—, acusados de aceptar sobornos, salpica a los socialistas españoles.

Cuatro días antes de que compareciera el presidente del Gobierno ante el Congreso, Verstrynge convoca una rueda de prensa desmintiendo cualquier financiación ilícita de Alianza Popular. Mientras insistía en el concepto de «jamás hemos recibido ni un solo duro del extranjero», el cónsul honorario de la República Federal de Alemania en Málaga, antiguo oficial de la Gestapo, Juan Hoffmann, repartía fotocopias de talones a nombre de Manuel Fraga Iribarne.

«Con fecha de 15 de junio de 1977 hemos cargado en su cuenta el cheque nominativo por 2.872.000 pesetas y posteriormente, con fecha 1 del actual, otro talón por 1.957.071 pesetas». El donativo procedía de un dirigente socialcristiano alemán, Franz Josef Strauss, preocupado por la posibilidad de que los comunistas avanzasen en Europa, y decidió ayudar a Alianza Popular. «Era dinero Flick».

—Ojalá todos los problemas que yo tenga sean explicar esos dos millones y pico que me ha dado el señor Strauss. Lo que está en discusión es el escándalo Flick. El Partido Socialista es el que más fondos ha recibido, y no solamente de Alemania, sino de fuentes más extrañas: de Venezuela, de los sindicatos suecos y hasta de los americanos a través de la UGT —afirmó Fraga en una rueda de prensa en Granada.

Un partido financiado por Mario Conde

Fraga y Verstrynge funcionaban como si fueran uno. «Me encargaba de cortar el cuello en seguida que veía a un barón que decía que descendía de la pantorrilla de Júpiter. Durante mucho tiempo me dio rienda suelta. El arte de gobernar era no dar nunca todo el poder a los mismos, sino jugar con unos y otros. Yo debía estar en aquellos días en el cénit de mi influencia y poder y demasiada gente contaba conmigo como uno de los futuros líderes de la derecha». Hasta que llegó la ruptura, abrupta y humillante.

El cese de Jorge Verstrynge se concretó nada más llegar Fraga de sus vacaciones el lunes 1 de septiembre de 1986. En Perbes, entre pesca y pesca, advirtió que algunas personas se iban a arrepentir de ciertas declaraciones, en relación a la «Operación Chirac». Alfonso Guerra le llamó enseguida: «¡Jorge! ¿Qué has hecho? Yo controlando la izquierda, y tú la derecha, hubiéramos gobernado este país 40 años!».

Antes de acabar en el PSOE, se aventuró a crear un nuevo partido, Renovación Democrática, financiado por Mario Conde desde septiembre de 1986. El idilio Verstrynge-Conde no duraría ni un año.

De alumno de Fraga a profesor de Iglesias

Verstrynge ha demostrado ser todo un camaleón político. Su metamorfosis ha virado por todos los colores ideológicos. De los parajes de la extrema derecha de su juventud, a los de la izquierda populista en su madurez, incluyendo un toque bolivariano. «A mí me invitaron a Venezuela como algo casual. Soy especialista en sociología de guerra, y ellos pensaron que era en estrategia. Querían que les explicara qué tenían que hacer si los gringos venían. Me preguntó Hugo Chávez: «¿Cuánto vas a cobrar?». «Nada». Sí editó un libro, «La guerra periférica y el islam revolucionario», del que se vendieron 30.000 ejemplares y que llegó a generales, jefes y oficiales de la Fuerza Armada Nacional de Venezuela.

Como profesor, Verstrynge, el mejor alumno de Fraga en Derecho Constitucional Comparado, tuvo a su vez como mejor alumno en Ciencias Políticas a Pablo Iglesias.

Su verdadero espíritu es el de «maldito» , como se describía en sus memorias. Ahora se vuelve a mover en las antípodas de aquella derecha heredera del franquismo, que sus compañeros y amigos en Podemos combaten y critican. Finalmente, Manuel Fraga sí podría decir: «¿Tú también, Bruto?».

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