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La incertidumbre catalana marcará la política en 2018

El nuevo curso político se configura como un gran entrenamiento en el que los partidos políticos marcan terreno y perfilan sus discursos y sus estrategias de cara al nuevo ciclo electoral

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias, durante un debate político de cara a las elecciones generales de 2016 Reuters
Víctor Ruiz de Almirón

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El nuevo año se abre con importantes cambios en el panorama político respecto a como lo hizo 2017. Un elemento sí que es común: el año empieza con los Presupuestos Generales sin aprobar y las cuentas prorrogadas. Para el pasado año el Gobierno logró atar el apoyo de Ciudadanos y PNV. Para este, el panorama es mucho más complejo. La escalada del conflicto catalán sacó a los nacionalistas vascos de la ecuación y los resultados del 21-D no han servido para devolverlos a la escena.

Y es que Cataluña condiciona todo. El resultado electoral ha traído como consecuencia un incremento de las hostilidades entre el PP y Ciudadanos. La formación de Rivera ha anticipado que será «más exigente» con Rajoy para que cumpla el acuerdo de investidura. El conflicto catalán ha roto prematuramente los puentes de entendimiento entre PSOE y Podemos. La ideología divide a los bloques entre sí y el conflicto territorial ha roto los bloques por dentro. Los partidos comienzan el 2018 con distancias y con la mente puesta ya en preparar el ciclo electoral de 2019 (andaluzas, europeas y municipales y autonómicas). Esos ingredientes de fractura dificultarán que puedan alcanzarse grandes acuerdos.

Grandes debates pendientes

El mejor ejemplo es la financiación autonómica. El Gobierno quiere contar con la participación activa de Cataluña , algo que no parece posible ante el bloqueo político que se avecina y la sombra de la repetición electoral planeando. Mientras, los gobiernos regionales de uno y otro partido aprietan a Génova y Ferraz para sellar un nuevo acuerdo. Y harán de ello su caballo de batalla de cara a las elecciones. Rajoy demanda la participación del PSOE en el acuerdo. Sánchez se ofrece a negociar pero no desde una hoja en blanco, sino a partir del modelo que presente el Gobierno.

Será el gran debate de un año que se desarrollará también en torno a las posibilidades o no de reformar la Constitución. La comisión de estudio del modelo autonómico empieza sus trabajos esta semana, con las ausencias de Podemos y los nacionalistas (salvo Compromís). Pedro Sánchez quiere que en septiembre se abra ya una subcomisión para la reforma constitucional. El PP, en cambio, no predispone que de ese primer foro vaya a emanar la conclusión de que la reforma es necesaria. Las alianzas cambiarán para el estudio de la reforma electoral, donde Ciudadanos y Podemos mostrarán sintonía y cargarán en los dos grandes partidos la responsabilidad si no hay reforma.

PP: frenar a Cs y prepara los comicios de 2019

El PP alcanzó durante varios episodios de 2017 muchos buenos momentos. El punto culminante fue lograr aprobar los Presupuestos Generales de ese año, algo que ha resultado crucial para poder desarrollar la legislatura. El acuerdo con el PSOE para aplicar el 155 en Cataluña , dentro de la complejidad, fue un momento que se leyó internamente como un síntoma de fortaleza. Pero el año terminó con el muy negativo resultado de las elecciones catalanas. Ha sido el mejor ejemplo para el PP de cómo Ciudadanos se ha beneficiado de toda la respuesta constitucional al independentismo. Los populares quieren evitar que cunda la sensación que lo sucedido en Cataluña es trasladable al resto del país. Mientras Mariano Rajoy y Albert Rivera cerraban el año con un encuentro en Moncloa en el que constataban su unidad para combatir al independentismo, las criticas cruzadas entre PP y Ciudadanos se han multiplicado. La «alergia a gobernar» que los populares han afeado a Cs por la falta de iniciativa en Cataluña será una de las piezas clave de las críticas a los de Rivera. Su inexperiencia frente a la gestión del PP. Los populares tratarán de poner en primer término los buenos datos de recuperación económica y acompañarán en el Congreso la búsqueda de grandes acuerdos de Estado que Rajoy se ha fijado como objetivo para lo que queda de legislatura.

Esa pugna con Ciudadanos es fundamental de cara a los comicios municipales y autonómicos, donde el PP aspira a recuperar parte del poder perdido en 2015. Génova empezará a trabajar ya en los relevos que tengan que producirse para las candidaturas en las capitales de provincia para contraponerlas a los candidatos municipales naranjas, que con la excepción de casos muy puntuales sigue siendo el gran déficit de Ciudadanos a nivel de reconocimiento público.

Pero tiene que hacerlo con sumo cuidado, ya que las posibilidades de recuperar administraciones pasa casi exclusivamente por los acuerdos a los que pueda llegar con los de Rivera en cada territorio.

PSOE: más oposición «de Estado» y menos Podemos

Un partido en el que, por su derecha y en lo relativo a la crisis territorial aparece un competidor como Ciudadanos, mientras por su izquierda hay signos de desgaste por la asociación al PP en la crisis catalana, como ejemplifica la baja de Pérez Tapias, puede caer en el riesgo del descontento generalizado. El retorno de Sánchez a la secretaría general se reflejó con un ascenso en las encuestas en detrimento de Podemos. Pero desde aquella primera foto, el partido no ha seguido subiendo y se ha visibilizado cierto estancamiento constatado especialmente en las elecciones catalanas, un territorio en el que Sánchez cosechó una victoria arrolladora en las primarias socialistas y que sería proclive a su proyecto de España plurinacional.

Los resultados demostraron que no fue un revulsivo electoral. Las elecciones generales todavía quedan lejos, y el PSOE ha dejado claro que no reclamará un adelanto electoral en mitad de la crisis catalana. En Ferraz son conscientes de que, con los comicios tan lejos, no pueden vivir de los réditos en torno al relato épico que se construyó con el triunfo de Sánchez en las primarias. Sí consideran que ese acontecimiento ha servido para erigirse en líder claro de la izquierda. Sánchez siempre pensó que primero tenía que revertir la fuga de votos hacia Podemos y que el voto centrista «vendría solo» cuando se erigiese como única alternativa al PP. El auge de Cs cuestiona esa estrategia, por eso el PSOE incrementará sus referencias a la «derechización» de la formación de Rivera. Sánchez plantea desarrollar lo que ha definido como «oposición de Estado». Los ingredientes básicos de esa estrategia pasarán por una línea dura contra Rajoy en lo relativo al empleo y al modelo económico a la vez que acompaña al Gobierno en el desafió catalán o en la lucha contra el terrorismo. Y todo sin descuidar la izquierda ante un Podemos que insistirá en la moción de censura y en que incidirá en Sánchez «mintió» a sus militantes para ganar las primarias.

Cs: Expectativas por las nubes y dureza con el bipartidismo

Ciudadanos afronta el 2018 con las expectativas más altas que nunca. Mantenerlas en alto de cara al ciclo electoral de 2019 es el gran objetivo. Tras las elecciones catalanas de septiembre de 2015 Albert Rivera experimentó sus mejores datos demoscópicos, y el partido preparó la campaña electoral del 20 de diciembre de aquel año con el mensaje de «ganar» las elecciones. Todo se desmoronó en una errática campaña electoral en la que quedó de manifiesto que la construcción nacional del partido se encontraba en fase muy embrionaria. Evitar que vuelva a suceder lo mismo es el reto de este curso político.

El partido entiende que los errores de antaño eran fruto de una bisoñez de la que poco a poco se han ido desprendiendo. Consideran que el empuje de los comicios catalanes será en esta ocasión más sostenido. La consagración de Inés Arrimadas es el hito que el partido buscaba para consolidar un proyecto más allá del hiperliderazgo de Rivera. En la estrategia del partido para este año se va a dejar notar una mayor osadía política. Si las encuestas acompañan, tratará de posicionarse en la misma línea de competición que PP y PSOE. Y de entre los tres, como la única opción de «cambio» posible. Un mensaje que volverá a cobrar fuerza en el argumentario naranja este año. Ciudadanos va a incidir mucho en cuestiones en las que rivalice frente a una postura común de PP y PSOE. Por ejemplo, con lo sucedido con los límites a la reforma de RTVE. Y especialmente con lo que suceda en la subcomisión para la reforma electoral, donde el partido ve «avances cero» y temen una alianza de los dos grandes partidos «para que no haya cambios». Con eso tratarán de desacreditar a Sánchez como alternativa a Rajoy. Mientras que con el PP exhibirán un tono más duro para que cumpla su acuerdo. Para ello pondrán en primer término sus demandas de regeneración y las reformas institucionales.

Podemos: ruptura con Sánchez y un nuevo republicanismo

Que apenas unos meses en política pueden hacerse muy largos es algo de lo que puede dar buena cuenta Pablo Iglesias. El líder de Podemos arrancó 2017 con una contundente victoria sobre Íñigo Errejón en Vistalegre II y lo terminó con un muy mal resultado en Cataluña que ha abonado el terreno para su descenso en los sondeos. Hasta el punto de ver cómo Cs le supera y queda descolgado de las tres primeras posiciones.

Cataluña ha certificado la ruptura del entendimiento entre PSOE y Podemos con el que Sánchez retornó a Ferraz. Aquella victoria aparentemente abría la puerta a un pacto de izquierdas, que hizo que Iglesias se volviese a ver en Moncloa. Pero el intento de alianza entre ambos partidos no ha dado sus frutos , y el retorno de Sánchez terminó por significar el principio de la crisis para Podemos, que antes de las primarias socialistas había llegado a colocarse en segunda posición en las encuestas y se autoproclamaba la única oposición frente a la triple alianza (PP, PSOE y Cs). El PSOE ha dejado de considerar a Podemos un aliado preferente e Iglesias va a martillear a Sánchez durante todo el año con una pregunta: «¿En qué se diferencia el PSOE de Sánchez del que habría representado Susana Díaz?». El líder de Podemos necesita recuperar ese marco según el cuál PSOE y Cs son «socios» del PP, y Podemos «la única oposición». En esa operación jugará un papel fundamental la creciente hostilidad hacia Felipe VI. La reivindicación del republicanismo es una de las palancas para diferenciarse del PSOE. Los tiempos en los que Iglesias destacaba la «capacidad de lectura política» y elogiaba los «gestos astutos» del monarca son cosa del pasado. A nivel interno el reto será consolidar la relación con una IU que demanda más espacio y culminar (o no) el desembarco de Errejón en la política madrileña.

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