Iglesias y Errejón quieren limitarse mutuamente el poder

Víctor Ruiz de Almirón

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Iniciar sesión

28/01/2017
Actualizado a las 18:24h.

Compartir

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Iniciar sesión

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete

Pablo Iglesias exhibe estos días una sagaz capacidad para decir que no quiere hacer una cosa cuando es precisamente lo que está haciendo. Ayer, durante una entrevista en la Cadena Ser, Iglesias deslizó que Íñigo Errejón estarían condicionado un posible acuerdo de cara a la asamblea ciudadana a un reparto de recursos en el partido. Iglesias dijo respetar « que haya compañeros que digan que esto tiene que ser como el PSOE, que se reúnan los barones, repartimos la tarta y repartimos liberados . Lo respeto pero creo que nosotros no debemos ser así».

La mención expresa a los liberados fue clara. Hanría sido una anécdota de no ser porque, en privado, el entorno de Iglesias siempre ha receleado del enorme poder que acumula Errejón. Entienden que a través de su doble función de secretario político y portavoz en el Congreso Errejón controla un número excesivo de personal de confianza.

Aunque a día de hoy la secretaría general mantiene un control importante de los recuros, este recuento es indescifrable ya que no hay que contabilizar solo el personal contratado por el partido adscrito a cada área, sino aquellos contratados por otros departamentos pero que han ido tomando partido dada la polarización de posiciones. Además, habría que contar a aquellos contratados por las instituciones. En privado, unos y otros se reprochan mutuamente tener más personal que el otro.

Mientras Iglesias introdujo esta cuestión en el debate, la propuesta política de Íñigo Errejón se centra en restar poderes estatutarios a la figura del secretario general. Errejón no quiere que Iglesias tenga la potestad de recurrir a las bases para convocar consultas de forma unilateral y quiere que eso dependa del consejo ciudadano (CCE). Además, no quiere tampoco que el secretario general pueda confeccionar a discreción el consejo de cordinación (que pilota el partido) sino que tenga que pasar también por el CCE para garantizar la proporcionalidad.