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Salvador Sostres

Gordó justo antes del caos

Salvador Sostres

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Convergència a la deriva. Convergència histerizada. Convergència marginal y arrinconada. Lejos de su centroderecha tradicional, y fértil, con vocación pactista y mayoritaria. Convergència en el extremo, sin poder pactar con nadie.

Cataluña ha cambiado, es cierto, pero porque Convergència enloqueció -y no al revés- y el PSC optó por el oportunismo de pactar con ERC para que Maragall llegara a presidente de la Generalitat, hasta que los socialistas han quedado noqueados y partidos, igual que CiU, por la mitad. Fue Maragall, fue Mas, y fue por nada, o casi nada. Lo que nos ha de hacer reflexionar es que el primer y único político netamente independentista que Cataluña ha tenido ha sido y es Jordi Pujol , y si él nunca fue un "president" que planteara la secesión como posibilidad, fue porque no la veía posible: sobre todo por cómo son los catalanes, mucho más que por la supuesta amenaza de España.

Que esto luego lo administrara de un modo cínico, y pactara con el Estado contener al independentismo a cambio de que él pudiera mandar y su familia pudiera robar, es un ventajismo añadido que no significa que su diagnóstico original estuviera equivocado.

Germà Gordó i Aubarell (La Pobla de Segur, 1963) aspira a ser el Urkullu catalán, un sobearnista pragmático sin renunciar al sueño independentista cuando sea posible, si es que algún día es posible.

Mientras esto llega -si es que llega- Gordó es partidario de "la defensa de la familia como eje vertebrador de la sociedad, de la meritocracia, y de las libertades individuales" . También es un firme defensor "del actual modelo educativo y sanitario, de las pequeñas y medianas empresas y del concepto fundamental que sólo asegurando la creación de riqueza podremos pagar los derechos sociales".

Estos son los principios teóricos con que Gordó, a través de una plataforma llamada "Nova Convergència", y que agrupa a más de 700 militantes, intentará influir en la definición del nuevo partido que va a fundarse este próximo fin de semana.

El histórico líder convergente quiere que el nuevo partido "asuma las primarias como modo de designar a sus candidatos, la limitación de mandatos, la incompatibilidad de cargos y la comunicación digital con los militantes, porque es evidente que no comunicamos bien".

Gordó piensa que "el respeto al medio ambiente es importante pero tiene que estar supeditado a nuestro sistema productivo, y que nuestro sistema electoral tiene que parecerse al británico, con un diputado por cada circunscripción, y con una única vuelta".

Gordó es soberanista y partidario de que Cataluña se dote de un Estado si es dentro de la Unión Europea , pero cree que "el nuevo partido tiene que estar abierto a cualquier catalanista, centrista y moderado, y que tiene que existir el debate sobre ésta y otras cuestiones con corrientes internas organizadas".

Gordó y su plataforma esperarán a cómo quede definido el partido durante el congreso del fin de semana para decidir si presentan su candidatura a la secretaría general -que va a llamarse "coordinación general"-; y si da el paso no lo tendrá fácil, porque de un lado está Mas, que intentará retener el poder colocando a los suyos, y del otro están las grabaciones del ministro del Interior con el director de la Oficina Antifraude de Catalulña, en que Gordó aparecía como un conspirador contra el expresidente de la Generalitat.

Además, lo que en otros tiempos hubiera sido el centro táctico del nacionalismo -hoy llamado soberanismo- parece en estos tiempos de frentismo una posición más débil y despoblada, en parte por la histeria colectiva y en parte por la propia indefinición de un proyecto que ni quiere asumir el riesgo de la ruptura drástica con el Estado, ni tiene el valor de defender España como historia de éxito, ni siquiera como mal menor.

Lo más probable es que el llamado "proceso" independentista empeore antes de mejorar , y necesite algún tipo de escarmiento de consecuencias impredecibles, y en este sentido Gordó y su plataforma son la última pero improbable oportunidad de no acudir a un conflicto abierto, sin puentes ni interlocutores.

Dentro de la asfixia y el caos, todavía es posible diferenciar entre un Mas enloquecido que llama a la coalición entre PSOE y Podemos, ofreciendo su apoyo gratis sin ni exigir el referendo, y con el único propósito de echar, por resentimiento, al PP, olvidando de un modo clamoroso el interés del conjunto de los catalanes; y Germà Gordó que asume, como mínimo, los principios fundacionales de la CiU mayoritaria, tales como el bienestar, la familia y el centro moderado y razonable desde el que forman gobierno los países civilizados.

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