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La declaración del Parlamento catalán, una filigrana parlamentaria para una independencia «light»

El texto aprobado es un homenaje a la astucia de la vieja CDC

Roger Torrent en el Parlament PEP DALMAU
Àlex Gubern

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Cuando el pasado miércoles se conoció que los muy curtidos parlamentarios Jordi Turull y Josep Rull , ambos del PDEcat, se ponían al frente de las negociaciones con la CUP para transaccionar la proposición para «legitimar» a Carles Puigdemont, ya se intuyó que de ahí iba a surgir un trabajo de orfebrería fina. Pura filigrana parlamentaria, como en los mejores tiempos de la vieja CDC, cuando la retórica servía para proclamar mucho para acabar concretando nada. O como sucedió ayer, un virtuoso ejercicio semántico para reivindicar el referéndum ilegal del 1-O pero sin aludir en cambio a la proclamación de la República del día 27, o reclamar la restitución de las leyes anuladas por el TC, incluidas las de transición o ruptura, pero sin anunciar de manera explícita el regreso a la unilateralidad.

Frente a la bisoñez de los diputados independientes de Junts per Catalunya -en ERC no salen de su asombro ante algunas proclamas y la inexperiencia de sus aliados más «rookies»-, ayer regresó la vieja CDC, maestra del trile parlamentario : la CUP y el sector más aguerrido de JpC pudo presumir de texto rupturista y republicano, aunque a la vez, y estrictamente sobre el papel Rull y Turull plasmaron una proposición diseñada -casi se diría que con lingüistas al lado de los asesores jurídicos- para intentar un nuevo requiebro al TC. ERC, sin despeinarse, se lo miraba de reojo. Objetivo cumplido: los cuperos aplacados, y en Bruselas, Carles Puigdemont con un texto que al menos entre los suyos le salva la cara.

«Las elecciones del 21 -D han ratificado la mayoría favorable a las fuerzas independentistas, esto es, a las formaciones políticas favorables a una acción republicana de gobierno y a la constitución de Cataluña en una estado independiente en forma de república» (punto 2). El soberanismo se dedica a la prosa descriptiva, sin reafirmarse en nada, evitando apelar al unilateralismo, algo así como una proclamación «light» de independencia y, además, en diferido, recordando el resultado de los comicios de diciembre. De la fallida sesión parlamentario del 27-O, ni una palabra.

La cámara «exige que cesen las injerencias del Gobierno del Estado ante las instancias jurisdiccionales y el Tribunal Constitucional que pretenden impedir la materialización de esta voluntad democrática de los representantes del pueblo de Cataluña así como la que fue legítimamente expresada en el referéndum de autodeterminación de Cataluña del 1-O». (Punto 6 bis). Es el punto más controvertido, y sobre el que los letrados de la cámara advirtieron de manera particular a la Mesa, al entender que la alusión a la consulta ilegal del 1 de octubre puede contravenir las resoluciones y advertencias del Tribunal Constitucional firmadas en la anterior legislatura, que hacían mención expresa a la obligación de los miembros de la Mesa a impedir que se aprobaran textos en contra de la Carta Magna.

La resolución determina que «el Parlament y su presidencia activen de manera inmediata todos los instrumentos para restablecer sus instituciones, comenzando por su Presidencia», así como la «restitución de aquello establecido en las leyes y decretos sociales y medioambientales aprobados en la pasada legislatura» (Punto 6 bis). Desde la autocita y de manera indirecta, el soberanismo reivindica y asume la vía unilateral al pedir la restitución de las leyes de la pasada legislatura tumbadas por el TC, lo que incluye obviamente la conocida como ley de Transitoriedad o de ruptura, que se sacó adelante en la infausta sesión del 6 y 7 de septiembre, en el arranque del otoño negro catalán. Como en otras ocasiones, cesión a la CUP pero requiebro en la redacción para evitar la cita explícita.

El Parlament «constata que el Molt Honorable President Carles Puigdemont: fue escogido por la mayoría absoluta del Parlament el 10 de enero de 2016 (...) ha sido avalado, a raíz de las elecciones del 21D que configuraron la mayoría independentista de esta cámara, para ser el legítimo candidato del Parlament a la presidencia de la Generalitat (...) sigue contando con la mayoría parlamentaria suficiente, surgida de las urnas y revalidada el 21-D para poderle ratificar la confianza como presidente (punto 6). El juego de fintar y amagar del soberanismo en el Parlament tiene como objeto último dar a Puigdemont, al menos en el campo soberanista, una salida airosa. Salvada su «legitimidad», el paso siguiente fue el «paso al lado» del expresident. La misma astucia con la que Turull y Rull lograron ayer sacar una resolución a medio camino de todo, mirando a la Fiscalía y a la vez al soberanismo hiperventilado, el partido lo pasan a jugar ahora JpC y ERC: ¿cómo hacer un nuevo gobierno? y, sobre todo, ¿para qué?

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