Hazte premium Hazte premium

La familia González maniobró para burlar el cerco policial

Pocas llamadas por el móvil, encuentros personales y cambio de rutinas, así intentó evitar la vigilancia la singular familia del expresidente

Ignacio González, en el momento de su detención el pasado 19 de abril EFE
Mayte Alcaraz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ignacio y Pablo González no tienen las comunicaciones intervenidas. Por eso, ambos apuran en su primera semana de encierro en el módulo uno de la cárcel de Soto del Real sus cinco llamadas reglamentarias, de cinco minutos cada una, que destinan a tranquilizar en sus casas. No es fácil infundir ánimo a las dos mujeres que están al otro lado del teléfono.

La primera es Lourdes Cavero Mestre , esposa del delfín de Esperanza Aguirre y madre de sus tres hijas, a quien desde hace años un juzgado de Málaga no pierde de vista por la compra o regalo irregular del ático del que se encaprichó en la urbanización Alhambra del Golf, en Estepona. Y ahora, es la misma Audiencia Nacional que ha encarcelado a su marido la que también la imputa por el caso Lezo, que investiga la compra, por parte del Canal de Isabel II -el gigante público de la Comunidad de Madrid- de la sociedad brasileña Emissão por cuatro veces su valor.

Lourdes contesta a la llamada de su marido desde el chalet donde la UCO detuvo a este hace diez días, cuando venía de hacer deporte; una lujosa mansión de 447 metros cuadrados, en la calle Burgohondo del barrio madrileño de Aravaca, que el juez Velasco ha bloqueado pese a que en el Registro no aparece a nombre de Ignacio, y sí al de su cónyuge. Una «donación» reciente tiene la culpa.

La otra mujer es Isabel Gema González , portavoz adjunta en la Asamblea de Madrid que, en su día, trabajó en el Gabinete de la «jefa», Esperanza Aguirre. Ella tiene a sus dos hermanos en prisión, a su padre en arresto domiciliario y a su marido, José Juan Caballero , investigado. Su esposo ha podido eludir la cárcel pagando 100.000 euros, pero la diputada González es consciente de que el fango familiar también ha anegado el hogar que ella creó.

Cita de los tres hermanos

Los tres hermanos son una piña. Tanto, que convocan una reunión a tres bandas en el bufete de abogados de Alcalá 86, que Ignacio abrió cuando Rajoy le apartó de la carrera electoral. Es media tarde del 7 de marzo y la cita se celebra ante las sospechas de que podían tener los teléfonos intervenidos, desconociendo que la Guardia Civil ya había colocado micrófonos ocultos en esa oficina. Cuando piden a Isabel que sea prudente en las llamadas desde el móvil, ella tranquiliza a sus parientes: «Yo es que nunca le llamo...¿sabes? Cuando quiero algo le llamo a casa, por eso». En esa charla «familiar», la diputada pregunta por las personas que mandan en la policía.

Solo un día después, su hermano Pablo se entrevista con el secretario de Estado de Interior, José Antonio Nieto, que ha negado tajantemente cualquier relación de ese encuentro con la instrucción. Desde Soto del Real Ignacio y Pablo temen por la salud del patriarca, retenido en casa bajo sospecha de haber participado en el blanqueo de capitales de su descendiente más célebre, Nacho, el joven que llegó a presidente por un partido al que «don Pablo», que así le llaman en el PP, entregó gran parte de su larga vida.

Pablo González Liberal tiene 91 años y está delicado de salud. Fue secretario general técnico del grupo popular en la Cámara Alta y sus canas son un referente. «Una bellísima persona», apunta un senador popular. Eso no obsta para que él y su nuera estén imputados en la trama, a cuya cabeza estaba Nacho, el tronco de este árbol genealógico tan singular.

A juzgar por el auto del juez, algunos miembros de la familia González vivían, trabajaban y hacían turbios negocios unidos, muy unidos. La mayoría de los parientes han ocupado cargos de responsabilidad de la mano del PP. Aunque el pequeño, Pablo , no recalara nunca en política, su especialidad fueron siempre las empresas públicas. Desde 2001 en que ingresa en Sepides, sociedad de gestión de suelo, no vuelve a cambiar de trabajo hasta que desembarca, en 2006, en Caja Madrid, bajo la presidencia de Miguel Blesa, al que curiosamente su hermano quiso sustituir, en una guerra a muerte con Rodrigo Rato, que a mayores enfrentó a Esperanza Aguirre, su mentora, con Mariano Rajoy y Alberto Ruiz-Gallardón. Estos últimos terminaron colocando a Rato, hoy no con mejor horizonte penal que el que fue su rival para presidir la caja arruinada.

Pablo y los entes públicos

En 2012 el pequeño de «don Pablo» abandona la entidad que poco después sería rescatada y nacionalizada y parte rumbo a la empresa -también pública- Mercasa (Red Española de Mercados Centrales de Abastecimiento), registrada la semana pasada por la UCO. Pablo es el vínculo que une la investigación del juez De la Mata sobre el uso de fondos públicos de Mercasa con la operación que dirige su compañero, Eloy Velasco. Pero Pablo no era el único de la familia con vínculos en la antigua Caja Madrid.

La cuñada de Ignacio, la fallecida Carmen Cavero , fue consejera de esta entidad, y Carmen Cafranga , socia de Lourdes en Subastas Segre, fue condenada a ocho meses de cárcel por las tarjetas «black». Todo parece quedar en casa. Que José Juan Caballero , el cuñado del sucesor de Aguirre, pudiera abandonar Soto del Real pagando la fianza, alivió en la casa de los Caballero González.

El marido de Isabel representaba junto a su cuñado Pablo a la empresa Tecnoconcret, integrada en un consorcio que ganó la adjudicación de la construcción de dos polémicos campos de golf en Chamberí donde estaban previstos parques públicos, un campo de fútbol y un pequeño helipuerto. En su calidad de dirigente autonómico y responsable del Canal de Isabel II, Ignacio González cambió de planes y declaró las obras de interés general en una operación que siempre levantó sospechas. De hecho, el juez Velasco se pregunta en su auto por el inusitado interés de Pablo en que el esposo de su hermana estuviera al tanto de los movimientos que él hacía para enriquecer a la familia.

Isabel coordinó el despacho de Esperanza Aguirre en su época de presidenta del Senado, donde también trabajó su padre. También aquí todo quedaba en casa. La vida familiar de Ignacio y Lourdes ya no era la misma en los últimos tiempos. No es cómodo vivir pendiente de que no te vigilen mientras caminas cerca de tu despacho, junto al Retiro, o contestar con monosílabos a las llamadas telefónicas, incluso a las de tu mujer e hijas, por temor a que tenga razón la magistrada que, según los pinchazos telefónicos, alertó al presidente de «La Razón», Mauricio Casals , de que seguían su pista y la de Edmundo Rodríguez Sobrino , el cerebro del Canal en Latinoamérica y casi un pariente más para Nacho. Y para sus hijas: Lourdes (27), médico en La Paz; Patricia (26), ejecutiva en BNP Paribas, y Rocío , la benjamina, que se ha decantado también por Medicina. Tal es la convulsión que vive la familia que ni siquiera tienen claro que el padre lleve del brazo a su hija mayor en su boda, prevista para septiembre. La Ley Penitenciaria lo permite pero otra cosa es que González quiera ir escoltado por policías al enlace de su hija mayor, su auténtico ojito derecho.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación