El dilema de la izquierda: dejar gobernar a Mañueco para aislar a Vox

Como en esta coalición no hay dos sin tres, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz , arrojó su propia propuesta: un «cordón democrático» (que no 'sanitario') que evite la llegada del partido de Abascal al Gobierno de Castilla y León . Es decir, una abstención de los socialistas donde lo importante no sean las condiciones sino el resultado. Díaz lo justificó en que «la peor noticia» es que Vox pueda tener algo que decir sobre las políticas sociales. Y entre medias, el portavoz republicano, Gabriel Rufián , dijo en alto lo que piensan la mayoría de las fuerzas parlamentarias: que la oferta de Sánchez a Casado no es real sino un mero «recurso político y argumentativo».

La intervención del líder socialista en la sesión de control del Congreso -la primera en ocho semanas- dio muestras de que, efectivamente, a Sánchez le faltan ganas. El jefe del Gobierno utilizó un tono que sonó revanchista cuando le trasladó a Casado sus condiciones y lo hizo, además, en su última intervención, cuando el popular ya no tenía turno para contestar. «Estamos dispuestos a ayudar, pero tiene que hacer lo siguiente: en primer lugar, tiene que pedir ayuda; en segundo lugar, tiene que explicar por qué la ultraderecha no puede entrar en los gobiernos; y, en tercer lugar, tiene también que decirnos si es para todos los días, si es para siempre y en todos los territorios», subrayó.

Rufián añadía leña al fuego poco después al compartir con el Pleno que, en realidad, Sánchez tiene la «tentación» de dejar que «el lobo (Vox) se coma al PP». Y aunque dijo que entiende esta posición, pidió al jefe del Gobierno que se lo plantee. «¿Para qué? ¿Para acabar teniendo 70-80 diputados de Vox? ¿Para tener a la señora Ayuso ahí enfrente en lugar de a Casado ?», le reprochó. «Tiene que entender que el lobo morderá siempre, morderá también a ustedes», le advirtió, viniendo a pedir que abandone la estrategia de seguir inflando a Vox para debilitar al PP.

Al líder socialista no le gustó la intervención del republicano, que también le criticó por aprobar una reforma laboral «aplaudida por Ana Patricia Botín » y por querer dar de lado la mesa de diálogo. «A mí no me da nadie carnets de izquierda. Y menos ustedes», replicó visiblemente molesto el socialista.

Antes del cara a cara entre Rufián y Sánchez, el jefe del Gobierno mantuvo un debate con el presidente de Vox, Santiago Abascal , ante el que defendió que hay que hacer «un esfuerzo entre todos» para combatir el cambio climático, asumiendo para ello la carestía de los precios energéticos. Un discurso que se contradijo poco después con sus acciones ya que, tras abandonar el pleno, utilizó un helicóptero Súper Puma para volar a Puertollano (Ciudad Real), pese a existir varias conexiones diarias de AVE . En Ciudad Real habló de energías limpias y sostenibilidad.