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«TV3 desprecia al 50% de la población; se manipula y se miente cada día»

Regina Farré trabajó durante tres décadas en TV3: «No tiene remedio, no hay mimbres»

Regina Farré, durante la entrevista para ABC/ Joan Tardá pone de ejemplo de calidad y libertad a TV3 en el Congreso ante las risas de los diputados el pasado mes de julio Pep Dalmau

DANIEL TERCERO

Tras casi cuatro años sin poder hablar de TV3 –por un plan autoimpuesto en beneficio de su salud–, Regina Farré Ballarín decide alzar la voz y explicar a ABC el sesgo que se practica, desde que se entra por la puerta del edificio que alberga los estudios, en San Juan Despí (Barcelona), hasta que se emite cualquier programa en la televisión pública de la Generalitat de Cataluña. Farré trabajó durante casi 30 años en la cadena de televisión , fue la primera y única corresponsal de TV3 en Andalucía y acompañó a Mònica Terribas durante siete años en el programa «La Nit al Dia», que encumbró a la periodista que ahora se encarga del programa matinal en Catalunya Ràdio y utiliza como altavoz para arengar al independentismo. Farré conoce uno de los pilares –junto con la escuela– del nacionalismo catalán como la palma de su mano.

No tiene dudas: «En TV3 se desprecia al 50% de la población» . Es decir, a la ciudadanía que no comulga con los postulados nacionalistas. Y considera que no puede ser de otra manera, porque «todos los periodistas de TV3 son alfombrillas y, el que no lo es, no está dispuesto a perder su medio de vida».

«Solo hay hooligans»

Farré fue periodista de TV3 hasta 2014 , año en el que se acogió a un ERE. Entonces se autoimpuso dejar de hablar de la que había sido su casa desde 1985. De fuertes convicciones de izquierdas, en 2012 fue premiada por el movimiento LGTBI de Cataluña con el premio 1978 «por su lucha y apoyo» a este colectivo, Farré decidió hace unas semanas contar todo lo que vio y vivió en TV3: «Hay convencidos, solo hay hooligans, y se indignan cuando les dicen la verdad, como cuando alguien como AlbertRivera dice que manipulan y mienten cada día; claro que lo hacen».

Cuando llegó de Sevilla, se incorporó a la sección de «España». Sí, en TV3 hubo un tiempo en el que existía una sección con este nombre. «En el 93 ó 94 deciden que desaparezca la sección “España” y la dividen en dos. Preguntan a los periodistas, si prefieren ir a la sección de “Política” o a la de “Sociedad”, y, curiosamente, la única persona que dijo que quería ir a “Política” fui yo. Me enviaron a “Sociedad”», rememora la periodista.

Una vez en «Sociedad», ningún compañero quería incorporarse a un nuevo programa diario, «La Nit al Dia», que ponía en marcha Terribas, al emitirse en directo por la medianoche. «Fui la única profesional que no había escogido Terribas. Se trajo a todos los periodistas que quiso, empezando por David Bassa, que ahora es el jefe de Informativos de TV3. Es un fanático», recuerda de esta etapa que duró siete años. Y añade: «Desde el primer momento, Terribas llevó a cabo una labor alucinante de promocionar lo más radical, empezando por blanquear a Arnaldo Otegi. Era un programa totalmente parcial . Un día, por ejemplo, tras un atentado de ETA, la productora, que ya no está en TV3, cuando comentamos en la redacción el atentado nos dijo, sobre las víctimas: “Algo habrían hecho”».

«¿Valiente por un día?»

Tras volver a «Sociedad», Farré fue arrinconada, ya que había mostrado su disconformidad en el trato que se le daba a algunas informaciones . Otro ejemplo: «Un día se me ocurrió proponer que se entrevistara a las familias que pedían que sus hijos fueran escolarizados, además de en catalán, también en español, y uno de los responsables de la sección me respondió: “No, porque todo esto es mentira. Punto”. Eso sí, en TV3 hay espacio para que un loco diga que Miguel de Cervantes o Santa Teresa de Jesús fueron ilustres catalanes».

A partir de entonces, Farré encadenó varias bajas laborales de larga duración que la llevaron a medicarse. «Fueron bajas vinculadas totalmente a la presión por motivos nada profesionales» , lo que ahora llamamos acoso o bullying. «Poquísima gente hablaba conmigo e incluso llegué a decirle a una ahijada mía, que entró de becaria en TV3, que no dijera que era mi ahijada, por su bien profesional», recuerda, lamentando la situación.

Cataluña está partida por la mitad entre partidarios de la Constitución y detractores de esta. Entre independentistas y constitucionalistas. Si un medio de comunicación público debe reflejar la realidad en toda su programación y demostrar su pluralidad informativa, en TV3, esto, brilla por su ausencia. Y no solo se evidencia en sus emisiones. Farré asegura que «es inimaginable que alguien critique en una reunión de redacción a la Generalitat para que esa crítica se traslade en antena. En la CCMA –la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, ente público del que dependen TV3 y Catalunya Ràdio– hay muchas parejas y con sueldos por encima de la media en el sector, ¿a ver quién es el guapo que se atreve a perder su sueldo por ser valiente un día?».

La pluralidad no existe ni a la hora de hablar de fútbol internamente. Cuando Farré decidió que ya no se callaría más, optó por poner en marcha una peña futbolística del Real Madrid, que es el segundo equipo de Cataluña por número de aficionados: «No era muy futbolera, tenía simpatía por el Betis, tras haber vivido en Sevilla, pero aluciné porque al llegar a la redacción de Barcelona se llevaba a cabo una persecución asquerosa contra toda persona que fuera del Español o del Real Madrid. Llegaron a hacer una colecta para poner una placa en el campo del F. C. Barcelona a un compañero que osó decir que era del Español. Intenté poner en marcha una peña del Real Madrid. Llegué a hablar con cuatro periodistas que sabía que era merengues. No se apuntó nadie».

Y evoca con cierto desahogo: «Esto era insoportable . Decidí no callarme. ¿Qué es lo que más fastidia a un independentista? Me compré una figurita de un agente de la Guardia Civil y la coloqué en mi ordenador».

El que duda, «a las galeras»

Aunque la tensión política a partir de 2012 incrementó la presión sobre los profesionales –como si hiciera falta–, Farré advierte que «el momento de penetración de independentistas más bestia en TV3 fue cuando llegó el tripartito –PSC, ERC e ICV-EUiA – en 2003». ERC se hizo con el control de los medios de comunicación de la Generalitat: «Entraron a saco».

A partir de entonces, «a todo periodista que les parece que no les acaba de encajar en la cosa nostra lo envían a la sección digital, para mantener la web: lo envían a las galeras». Y al que tiene contactos en el mundo secesionista, lo promocionan. Farré concreta esta opinión con varios ejemplos: Helena Garcia Melero o Toni Cruanyes, presentador estrella del informativo de las 20.30 horas, exdirector del diario Avui y casado con el que fuera vicepresidente de ERC en Barcelona y coordinador parlamentario de Junts pel Sí. «No hay ni un solo presentador o trabajador de TV3 que haya dicho que no es independentista», añade Farré.

Así, ¿podemos hablar de que TV3 es plural o que lo será? «TV3 no tiene remedio porque no hay mimbres para que los profesionales reflejen la realidad de Cataluña , en la que el independentismo no llega al 50% de la población. El que no es militante, que es la inmensa mayoría, se defiende en clave crematística. El dinero».

Farré está convencida de que la manipulación informativa se produce en todas las televisiones públicas, ya sean de ámbito nacional o autonómico, a pesar de los trabajadores. No tiene dudas: «Ni en TV3 he visto lo que vi en Canal Sur. ¡Brindaron con champán cuando ganó el PSOE en 1990!».

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