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El «cinema paradiso» de la lideresa

Ayer, la todopoderosa presidenta en cuyos dominios no se ponía el sol pero donde nadie veía nada, dijo adiós sin decirlo. Cifuentes entierra el aguirrismo

Esperanza Aguirre, emocionada en el congreso del PP de Madrid ÓSCAR DEL POZO
Mayte Alcaraz

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Vestida de amarillo mostaza, con lágrimas ahogadas en un vaso de agua, Esperanza Aguirre se despidió ayer de Esperanza Aguirre. Aunque veinte años no sean nada para quien se marcha de los sitios poco a poco, a la todopoderosa lideresa el tiempo político se le acabó cuando le abandonaron no los amigos, que seguro que los tiene y buenos, sino los enemigos. Lo peor que te puede pasar cuando cimientas tu poder en identificar a los adversarios para centrarte en debilitarlos es que ellos se vayan y tú quedes en el estrambote del fin de una época. Le ocurrió con Alberto Ruiz-Gallardón, que abandonó la partida en tablas; después con Rajoy, que cuando despertó el dinosaurio de la crisis, la pérdida de votos y el relevo generacional, todavía estaba allí. Y está. Y al cabo, tampoco pudo con Cristina Cifuentes, una renovada presidenta para un tiempo nuevo, que enterró lo peor del aguirrismo sin mancharse de tierra las uñas y sin presumir en Telemadrid.

Solo la he visto llorar en público dos veces: cuando reveló el carcinoma de mama que padecía y del que felizmente se repuso, y ayer, atragantada en lágrimas, mientras los militantes del PP de Madrid se partían las manos aplaudiéndola, seguro que con emoción . Ese mismo partido en el que algunos batracios hicieron su propia charca alimentando la leyenda, tan celebrada en las televisiones a las que Aguirre dispara las audiencias, de que buena parte de sus colaboradores le salieron rana.

En el imperio aguirrista en el que no se ponía el sol resultó que nadie vio nada: ni siquiera cuando la mitad espiaba a la otra mitad por ver si los renuncios tenían falda o billetes de quinientos. Pese a Granados y González; pese a López Viejo y Carmena, Esperanza, como ayer reconoció María Dolores de Cospedal, ha sido una de las políticas más importantes que han mandado en España. Una máquina de conseguir votos, una mujer capaz de dedicar más tiempo a arreglar un problema de un vecino anónimo que a llenar de lisonjas a un poderoso de gemelos de oro ; una mujer defensora de la mujer sin perder el tiempo en levantar una pancarta. Esperanza se despidió ayer de Esperanza. Ycomo Totó en «Cinema Paradiso» vio pasar ayer su vida en una película hecha de retazos en sepia.

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