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La banca internacional se niega a financiar una Cataluña independiente

Junqueras recibe el portazo de Goldman Sachs, JP Morgan y Morgan Stanley

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont EFE
Salvador Sostres

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El vicepresidente económico de la Generalitat, Oriol Junqueras , aseguró que ve a Cataluña preparada para dejar el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y volver a financiarse en los mercados.

El Tesoro español se financia a un coste del 0.74%, en niveles históricamente bajos. Si Cataluña saliera a los mercados tendría que recurrir a los fondos asiáticos donde le exigirían un retorno mínimo 9-10%. Es lo que en Londres le informaron a Junqueras los grandes bancos de inversión como Goldman Sachs , JP Morgan o Morgan Stanley , a los que el conseller acudió para explorar las vías de financiación de una hipotética república catalana independiente, según fuentes consultadas por ABC.

Los mencionados bancos -en defensa de los más obvios intereses de sus clientes- no estarían dispuestos a invertir en una Cataluña que se separara de España sin un pacto con el Estado, por la inestabilidad de la que siempre huyen los inversores. De este modo, a la improbable república catalana sólo le quedaría recurrir a los mercados asiáticos, que si estuvieran dispuestos a financiarla sería a cambio de unos intereses insostenibles del 9-10% «como mínimo».

También en Nueva York

La trampa dialéctica que usa Junqueras cuando acude a entrevistarse, sobre todo en Nueva York, con algunos bancos de inversión de segunda fila y les presenta las cifras de una Cataluña idílica -como si la independencia fuera un mero trámite y separada fuera a gozar automáticamente de todas las ventajas de su ex pertenencia a España y sin ninguno de sus inconvenientes- estos le responden que en estas condiciones tal vez Cataluña sería una inversión interesante. Pero, a continuación, le piden que no haga público el encuentro ni la financiación, porque una cosa es que quieran quedar bien con su interlocutor y concederle en la ficción lo que tienen que negarle en la realidad, y la otra es que quieran exponerse a parecer poco serios con sus clientes apoyando aventuras que no van a parte ninguna.

Junqueras no es un gran economista, ni siquiera un economista homologable, y por ello tiende a fantasear con sus cuentas de la lechera. En cambio es un buen profesor de Historia de la Economía y hasta un gran profesor de esta materia. Y por ello, sin necesidad de que Goldman Sachs se lo diga, sabe que el escenario de unilateralidad, inestabilidad y peligrosidad en el que dicen que planean proclamar la república catalana, en conflicto abierto con España, es lo contrario de lo que los inversores serios buscan y carnaza para fondos de inversión usureros, acostumbrados a hacer negocio con la debilidad de los demás.

Tanto el anunciado referendo para el próximo primero de octubre como el rumor que circula estos días por Barcelona, en el sentido de que Junqueras tiene cerrada la financiación de la futura república, responde a la estrategia de tensión de los independentistas, que plantearán el desafío para forzar una situación victimista en que España aparezca, a los ojos de los catalanes indecisos y del resto del mundo, como el «Estado opresor» que denunció Pep Guardiola en su famoso manifiesto.

Tanto Carles Puigdemont como Junqueras saben que les será imposible celebrar un referendo que les sirva para reclamar la intervención de la comunidad internacional en favor de su causa; pero especulan con que gracias a un «error» del Estado o a una movilización callejera sostenida en el tiempo -o ambas cosas, en el mejor de los casos- Cataluña y España lleguen al colapso y al Estado no le quede más remedio que negociar, forzado por la Unión Europea y sus intereses comerciales y empresariales en Barcelona.

Movilizaciones estratégicas

Mientras Junqueras intenta sin éxito convencer a los inversores de segunda fila de una situación idílica, por detrás el independentismo prepara movilizaciones estratégicas para bloquear fronteras, el aeropuerto, las vías básicas para la exportación y los principales puertos (Barcelona y Tarragona); así como para tomar el Parlament y sus alrededores, en los límites del parque de la Ciudadela, para convertirlo en su Tahrir de las revueltas egipcias durante la Primavera Árabe.

En el eterno juego de ficción y provocación del independentismo catalán sólo un incendio descontrolado del Gobierno podría significar una salida airosa o una fuente de legitimidad. La contundencia, como la bondad, no tiene ningún mérito sin inteligencia, y la Generalitat no cesará en su intento de crear este estado emocional de las cosas en que la visceralidad se imponga a la razón y en el caos los golpistas parezcan los golpeados y los alborotadores minoritarios la inmensa mayoría de paz y orden que «sólo queremos votar».

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