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«Así agradezco a España lo que ha hecho por mí»

Serguei, que llegó desde Rusia con siete años, se endemonia cuando alguien reniega de la bandera o de España, cuando hay pitadas

Serguei llegó a España con siete años JAIME GARCÍA
Cruz Morcillo

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«Ha sido un honor conocerte». Es la despedida de un guardia veterano a un guardia de 29 años . Es el final de una charla entre agentes, unidos por su remoto origen y su devoción a un uniforme. Serguei no para de sonreír mientras cuenta su vida, sin un ápice de autocompasión. Los Miera Pérez lo trajeron a Santander cuando tenía siete años en un programa de vacaciones para húerfanos. «Mis padres se encapricharon de mi dulzura», rememora, entre las risas cómplices de los demás. Tres o cuatro años duró la batalla con el Gobierno ruso hasta que al fin Serguei dejó de ser un acogido en el orfanato de Tula. Sus apellidos no son solo una legalidad burocrática. Detrás hay una familia con mayúsculas. A los 19 años ingresó en la Guardia Civil. «Así agradezco a España todo lo que ha hecho por mí». Serguei se endemonia cuando alguien reniega de la bandera o de España, cuando hay pitadas.

«Yo no sabía lo que era un barco, una farola, las calles asfaltadas, internet... Procedo de una zona que estaba muy poco desarrollada. Este es mi país, al que tengo que servir». Con menos de treinta años, ha pasado ya por varios destinos: Calahorra, Ibiza, Castellón y Arganda del Rey . Acaba de ingresar en el GRS 1 y está feliz. «Es una unidad de élite, admirable, donde hay un compañerismo increíble». Uno de sus nuevos compañeros le acompaña.

Explica con la misma naturalidad con la que repasa todo que no siente nada hacia Rusia . «Comparo lo que me ha dado un país y el otro». Sus padres murieron cuando él tenía entre cinco y siete años. La casa que tenían la ha vendido y ha donado el dinero al orfanato, cuenta. «No tengo ningunas ganas de volver. Mi familia está aquí».

Es el padrino de la hija de su hermana; su novia es madrileña. Ya no lleva apellidos rusos, solo españoles. ¿Por qué quiso ser guardia civil y no de otro Cuerpo?, le preguntamos. «Por el cariño y el respeto que se vive dentro», suelta sin dudar. «Y por las especialidades y el cambio», añade.

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