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La radicalización de Mas y el 9-N hicieron emerger el voto no independentista

La explicación por parte del Gobierno de las consecuencias de la secesión de Cataluña estancó la suma de partidarios del «sí»

La radicalización de Mas y el 9-N hicieron emerger el voto no independentista inés baucells

LAURA L. CARO

El PP no resultó ser al final una fábrica de independentistas, pero Artur Mas y el 9-N sí lo fueron de no soberanistas. Inmediatamente después de aquel simulacro de consulta en urnas de cartón, la propia encuesta oficial del Centre d´Estudis d´Opinió de la Generalitat (CEO) de diciembre de 2014 arrojó por primera vez en toda la legislatura que el «no» a separarse de España ganaba por 1,2 puntos al «sí». A partir de entonces, la ventaja de los partidarios de quedarse en España sobre los rupturistas no paró de crecer y en marzo de este año la distancia era ya de 3,9 puntos. En julio, cuando solo faltaban dos meses y medio para las elecciones autonómicas , la brecha se agrandaba hasta los 7,1 puntos. El apoyo al soberanismo daba síntomas de desinflarse, paradójicamente, a medida que CiU, -luego CDC-, ERC, y después Junts pel Sí agitaban la campaña más extrema y más emocional posible bajo un eslogan definitivo de «El voto de tu vida». Por no hablar de las CUP y su programa exprés para la «desconexión nacional y popular» con España.

Utilizando la narrativa plebiscitaria, la conclusión es que el «no» ganó al «sí» el pasado domingo por cuatro puntos. Es la demostración con categoría de verdad electoral de que, hoy por hoy, los catalanes que quieren la independencia no son mayoría en Cataluña. Ni mucho menos la «gran mayoría» que siempre ha pretendido la Generalitat.

El papel de la pedagogía

¿Qué ha ocurrido para que se llegue a este desenlace contrario a los intereses de los mismos que lo impulsaron?. «Se debe más a los errores de la Generalitat que a los aciertos del Gobierno de Rajoy», valora e l catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Juan Carlos I Enrique Álvarez-Conde , que atribuye la paulatina espantada del voto independentista fundamentalmente a «los excesos» de las fuerzas que defienden esa opción, pero también, en otra medida, a la «pedagogía» en torno a las consecuencias de la ruptura que ha desplegado a última hora el Ejecutivo central. Con más «pedagogía inteligente», estima el profesor, incluso «un referéndum bien planteado, como el de Escocia, en uno o dos años, lo perderían los independentistas».

Que el soberanismo podría fracasar en el supuesto de un plebiscito serio y no en el futuro, sino ahora, es también el análisis de Jordi Matas, director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona y miembro de la Comisión de Control de las consultas populares que la Generalitat creó para el 9-N. «Si hubiera un referéndum, a lo mejor ganaba el no. No es un resultado claro, pero es lo que, en principio, nos dicen las encuestas, -explica-: el no ha ido reforzándose y tomando conciencia de las repercusiones de una posible independencia». Y lo ha hecho, no tanto por la campaña de concienciación o «del miedo» desplegada desde Madrid -que en su opinión «no ha tenido gran efecto»-, sino por «la incertidumbre que suscita una Cataluña independiente».

La opción mayoritaria siempre ha sido un encaje en España, nunca la ruptura

Presidente del Consejo Rector del Centre d´Estudis d´Opinió y actualmente miembro de este órgano, Matas subraya, no obstante, que el apoyo al soberanismo no ha decaído después del 9N y que si así lo reflejan los sondeos oficiales posteriores , es porque tras esa fecha se practicó una corrección en la muestra -el perfil de los encuestados- al detectarse que en las anteriores había «sobrerrepresentación de nacidos en Cataluña» y se cambió la metodología, de modo que la toma de resultados empezó a hacerse de forma presencial y no vía teléfono.

En conclusión, el catedrático niega que se haya registrado un descenso de la opción independentista, aunque admite que la JPS esperaba cosechar el pasado domingo «no la mayoría absoluta de 68 diputados ellos solos, pero sí 65 y 66». Se quedaron en 62 y una de las claves, -explica- es que la suma de Convergència y ERC es «un cóctel difícil de digerir» que ha «desincentivado a algunos hipotéticos votantes». «Hay votantes de ERC que nunca votarían a CDC y viceversa, no se fían los unos de los otros...», añade, aunque recordando que aún así, la coalición electoral «ha ganado en el 95% de los municipios catalanes».

Negar una identidad

Retoques metodológicos o no, lo cierto es que la demoscopia de la Generalitat cerró su último estudio de octubre -estratégicamente elaborado todos los años tras la Diada- situando el unionismo 7,1 puntos arriba del rupturismo , cuando en las mismas fechas dos años atrás la diferencia era de 36,5 puntos, pero con victoria soberanista.

Desde Dialoga Consultores, el especialista en análisis político David Hijón llama la atención, no sobre la pregunta «independentismo sí/no» que el CEO viene planteando de una y otra forma hace años, sino sobre la más abierta, formulada bajo el epígrafe «Cree que Cataluña debería ser...», que ofrece elegir entre «un estado independiente» y tres alternativas que implicarían quedarse dentro de España. A saber: seguir siendo una comunidad autónoma, ser una región o un Estado en una España federal (gráfico superior).

Las respuestas a esta cuestión «más meditada» revelan, -en contra del relato de Mas y sus aliados-, que la suma de quienes han preferido las opciones no separatistas siempre ha estado por encima de los que apoyaban el independentismo, excepto en ese estudio posterior a la Diada/cadena humana de 2013 , en que el «sí» soberanista se puso 2,8 puntos por encima hasta situarse con el 48,5% de respaldo. Esa es precisamente, señala Hijón, una proporción muy parecida al apoyo real que el secesionismo obtuvo en las elecciones -un 47,7% de los votos, contando los de JPS y la CUP-, de lo que el experto deduce que el independentismo no ha menguado, pero sí se ha «estancado». Una prueba es también que entre el 9N y el 27S, separados por casi un año, la cosecha de votos ha subido menos de 100.000 y en ninguna de esas oportunidades se ha llegado a superar los dos millones.

La causa, a juicio del analista, hay que buscarla en la radicalización de Mas y los suyos . El mensaje de que no hay reconducción posible, ni encaje en España, ni más salida que la ruptura, frente a lo que se produjo «la emergencia del voto no independentista». «Ha habido la percepción de que el independentismo era una herramienta de negociación, -constata- pero después del 9N mucha gente se da cuenta de que va en serio y se aterra». Narciso Michavila, presidente de la Consultora Gad3 lo expresa advirtiendo que «el partido que niega una de las dos identidades siempre pierde la mayoría social», en este caso la de una Cataluña que tiene «como en el resto de España, un sentimiento mayoritario dual, es decir, sentirse español y de su tierra: catalán, andaluz, canario...».

Michavila aporta que al 30% de población catalana que no se siente española se unieron en tiempos de crisis «por razones económicas» otros, que ahora abandonan ese lado al hilo de la recuperación. A su encuentro, salió esa ofensiva del PP sobre las consecuencias de una secesión, que para David Hijón sí sacó realmente a gente de su casa para oponerse a la independencia en las urnas. «El Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer, -zanja- pero tarde».

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