Rajoy renovará a todos los barones tras las generales, salvo a Monago

La segunda fase de la transformación del PP pasa por cambiar a la casi totalidad de los líderes territoriales que salieron malparados el 24 de mayo

Rajoy renovará a todos los barones tras las generales, salvo a Monago ignacio gil

mayte alcaraz

02/08/2015
Actualizado 03/08/2015 a las 08:38h.

A los barones del PP les han faltado dos meses y un puñado de medidas económicas (bajada del IRPF, ayudas a los autónomos, revalorización de las pensiones en un 0,25%, subida del 1% y devolución de un cuarto de la paga extra a los funcionarios, además de una lluvia de 7.462 millones a las comunidades autónomas) para haberse presentado el 24 de mayo con más bazas para conservar el fabuloso poder que conquistaron en 2011 . Esta reflexión, si bien con diferentes formulaciones, la aportan a este informe tres dirigentes territoriales de Génova que aquel domingo dejaron de serlo.

Todos habían hecho un diagnóstico previo que no halló respuesta: conservar las autonomías y los ayuntamientos era tan importante para Mariano Rajoy como las elecciones generales, «pero no se quiso ver», coinciden. Para ello reclamaron a La Moncloa y al PP más guiños a sus electorados formados en gran medida por la clase media, víctima de la crisis, más coordinación con el Gobierno y decisiones más contundentes contra la corrupción. Dicen que no se les hizo caso.

Sin embargo, en el entorno del Ejecutivo la autopsia ofreció otro resultado: el Gobierno bastante hizo con achicar agua del naufragio económico y los que no estuvieron a la altura, tras el batacazo, fueron ciertos líderes regionales. De hecho, algunos, como el balear José Ramón Bauzá, quisieron convocar un congreso extraordinario para marcharse horas después de la derrota y tuvieron que ser frenados.

Pasar página en autonomías

Sea como fuere, Rajoy ha decidido que, tras su golpe de mano en Génova con una reorganización interna del partido que ahora lideran cuatro jóvenes vicesecretarios en detrimento de María Dolores de Cospedal, toca plantearse una renovación de prácticamente todos los cabezas de cartel autonómicos, que será efectiva después de las elecciones generales . Aunque todos ellos tendrán que ser refrendados en sus respectivos congresos regionales, el presidente ya ha dado señales de que quiere pasar página en muchos territorios: en unos casos, por «fatiga de materiales»; y en otros, por la falta de lealtad de sus candidatos, justifican fuentes populares.

Paradójicamente, uno de los expresidentes autonómicos que no se marcharán será Juan Antonio Monago . Pese a haber perdido las elecciones en Extremadura (quedó el segundo, a dos escaños del PSOE de Guillermo Fernández Vara), ha conciliado con Génova quedarse en la oposición , desde donde intentará volver a gobernar. Sorprende si se compara con otros barones que van a ser relevados aunque sí ganaron y solo fueron apeados del poder por alianzas de la izquierda. En La Moncloa se interpreta en una clave: «Ha pasado su momento y ellos saben que su liderazgo ha terminado».

Por eso, las primeras decisiones de Rajoy han afectado a dos de las plazas más importantes para su futuro político: Cataluña y Comunidad Valenciana. El reciente cambio de Alicia Sánchez-Camacho por el exalcalde de Badalona, Xavier García Albiol, responde a la necesidad de acentuar el perfil constitucionalista del PP en Cataluña y neutralizar el ascenso de su principal enemigo, Albert Rivera. Pero también se ha interpretado como un puñetazo en la mesa para demostrar que no solo en el partido y en el Gobierno, sino también en el poder autonómico, hay muchos errores que enmendar . Solo horas después de que se conociera el relevo en el PP catalán, Rajoy mandó a Cospedal a Valencia para renovar el liderazgo en uno de sus bastiones sin cuyos votos la reelección de Rajoy corre peligro. Para ello, también ha elegido en sustitución de Alberto Fabra a otra dirigente que representa al PP más tradicional, Isabel Bonig.

Tutelados por la dirección

Como en Cataluña, también aquí la dirección nacional ha tutelado el proceso. Su expresidente Alberto Fabra pareció leer el pensamiento a Rajoy el pasado miércoles ante Cospedal: «Es el momento de renovar mensajes, actitudes, ideas y caras», sentenció. En esa estela, Rajoy deslizó esta semana ante sus presidentes provinciales: «Lo mejor tiene que llegar para el PP» , y para eso, repitió a los suyos, «todos tenemos que remar en la misma dirección». Unas palabras que suenan a reproche tras las críticas de los barones por el desplome electoral.

La marcha de José Ramón Bauzá, en Baleares, es otro de los quebraderos de cabeza en La Moncloa. El expresidente abandona dejando a una organización que reúne a 22.000 militantes sin un líder claro que haya recogido el consenso de la mayoría. La dirección ha elegido a Miquel Vidal para presidir la formación hasta el Congreso, pero las aguas no están calmadas. En el capítulo de los próximos cambios también puede inscribirse al reelegido presidente castellano-leonés, Juan Vicente Herrera, uno de los barones más críticos tras el 24-M. Aunque vuelve a ostentar la presidencia, en Génova no se descarta que en los próximos meses abandone el poder para dejarlo en manos de la exalcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, para la que ha recuperado la figura de vicepresidenta de la Junta.

La herida de la pérdida de 13 escaños y del gobierno en Aragón sigue abierta. Luisa Fernanda Rudi se quedará hasta el congreso regional y en el partido se busca una renovación absoluta de cargos. Pero son Castilla-La Mancha y Madrid las dos autonomías que más preocupan. El escaso margen por el que se perdió la Comunidad dirigida por Cospedal (un solo escaño) sigue sin digerirse en Génova y la propia secretaria general aguarda a las generales para decidir su futuro. Finalmente, la continuidad de Esperanza Aguirre al frente del PP de Madrid tiene fecha de caducidad : el Congreso regional. Sin embargo, en La Moncloa sigue alarmando el coste en imagen de los casos de corrupción que acumula la formación madrileña.