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«Gracias presidente, lo haré lo mejor posible»

Rajoy comunicó su desginación a Méndez de Vigo cinco horas antes de hacerlo público

«Gracias presidente, lo haré lo mejor posible» efe

m. alcaraz / r. pérez-maura

El Consejo del 25 de junio en Bruselas se presentaba como uno más para Íñigo Méndez de Vigo, hasta ahora secretario de Estado para Asuntos Europeos . Había volado por la mañana a Bruselas con el presidente y el resto del equipo. El vuelo, como es habitual, se dedicó exclusivamente a repasar las intervenciones y los asuntos que podían surgir. Méndez de Vigo seguía sin saber que Mariano Rajoy tenía su nombre en mente para otros cometidos.

A las 17,15 el presidente del Gobierno salió del Consejo Europeo e hizo un aparte con su secretario de Estado. Le dijo que quería que fuese ministro de Educación, Cultura y Deporte, es decir, que sustituyese a José Ignacio Wert , el cuarto miembro de su Gabinete que abandona el sillón del Consejo de Ministros en esta legislatura. A lo que Méndez de Vigo respondió con un lacónico «Muchas gracias, presidente. Lo haré lo mejor posible» .

El jefe del Ejecutivo advirtió al nuevo ministro que debía guardar una reserva absoluta hasta que hablase con el Rey, que en ese momento se encontraba en Gerona. Concluido el Consejo Europeo Méndez de Vigo se fue a cenar con Álvaro Nadal, jefe de la Oficina Económica de La Moncloa, Eva Valle, directora general de la Secretaría Técnica de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos y de Asuntos Económicos Internacionales, y Carmen Martínez Castro, secretaria de Estado de Comunicación.

Cena con pizza y vino blanco

Pizza y vino blanco italiano. No están los tiempos para más. Pero antes de que llegara la pizza, la responsable de Comunicación de La Moncloa recibió una llamada , miró a todos los presentes y se fue a dar una noticia. No era otra que la que escupirían minutos después los servicios de prensa de Presidencia del Gobierno: Rajoy había reducido la tan esperada crisis de Gobierno a la sustitución , a petición propia, de uno de sus ministros más polémicos por un hombre que, gracias a su trabajo y a su proximidad a Rajoy más allá de la que tienen el resto de secretarios de Estado, se había granjeado su confianza desde hace años.

El presidente ya le había advertido al Rey en la audiencia del miércoles pasado que el «reajuste» (así le gusta llamarlo) en su Gobierno estaba al caer. Wert llevaba insistiendo en su salida desde que, a finales de abril, Rajoy le pidiera que esperara para dejar el Ministerio hasta que se celebraran las elecciones autonómicas y municipales. Luego, las cosas se ranlentizaron. El resultado, a pesar de consagrar al PP como primer partido en España, había tenido efectos devastadores sobre el poder territorial de esta formación, que tiñó de azul el mapa en los comicios de 2011. Del «espera» del líder popular se pasó al «ya se verá». Corría más prisa renovar la máquinaria de Génova . Sobre la mesa, el presidente comenzó a diseñar una reforma «no cosmética» también para el Ejecutivo. Sin embargo, sus primeros planes, que pasaban por potenciar la Portavocía del Gobierno con nombres como el de Alfonso Alonso, fueron perdiendo fuelle por los equilibrios de poder en Moncloa.

Boda a la vista

Mientras tanto, el reloj corría para el artífice de una de las reformas educativas más ambiciosas de la democracia. El reloj político también, pero sobre todo el personal. Vinculado sentimentalmente a Montserrat Gomendio , su secretaria de Estado en el Ministerio, su reciente marcha a París para atender una inmejorable oferta como alta ejecutiva de la OCDE le obligó a replantearse su futuro. «Son decisiones personales. Yo las respeto y punto», dijo ayer Rajoy al ser preguntado por el relevo. En efecto, sostienen en el entorno del presidente, que «el factor humano ha pesado mucho para que se inclinara por hacer un movimiento a tan pocos meses de la disolución de las Cortes». Sin embargo, no todos en el PP y en el Gobierno veían con buenos ojos ese «retoque» en los estertores de la legislatura. Pero sobre todo en el partido se creía «poco justificable ante la opinión pública» que su destino fuera, como se aseguraba en fuentes del Ministerio, la embajada española en la capital gala ante el organismo internacional que había fichado a su futura esposa, con la que podría contraer matrimonio el próximo 11 de julio.

La presión para que no ejecutara el cambio era fuerte. Pero no más que la del propio Wert para dar carpetazo a su etapa como ministro de Educación, lo que se traducía en una suerte de paralización del trabajo en este Departamento . Con el argumento de que «todos somos seres humanos», el presidente accedió a la salida, que fue ejecutada a las diez de la noche del jueces mediante una comunicación oficial. Pero el «espera» ahora lo tiene que aplicar el exministro a su deseado puesto en París. El fantasma de las puertas giratorias , como salida segura para los altos cargos, se ha convertido en un lastre en términos de opinión pública tanto para PSOE como para PP.

De ahí que varios miembros del Ejecutivo y de la cúpula popular se lo hayan desaconsejado «por el momento» a Rajoy, la única persona facultada para tomar esa decisión. Nadie en el Gobierno se atreve a pronosticar cuál será finalmente la opción del presidente que, por otro lado, «mantiene una buena relación con el exministro, al que agradece su trabajo en un Ministerio tan delicado», afirma un cargo del partido.

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