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Maestros de la humillación

«La extrema izquierda corre el riesgo de difuminarse entre egos y arranques de soberbia y maltrato mutuo»

Maestros de la humillación efe

por manuel marín

Por imitación, pronto ha aprendido el eurodiputado Pablo Iglesias la praxis de esas negociaciones de madrugada en las instituciones europeas que a menudo concluyen con un «take it or leave it». Lo tomas o lo dejas .

La operación puesta en marcha por Podemos con el engañoso eufemismo de constituir candidaturas de unidad popular esconde una opa hostil al maremagnum disperso de partidos de la izquierda radical, y un chantaje emocional a su electorado para absorberlo . Podemos no negocia. Está dispuesto a fagocitar, a sumar, a acaparar votos divididos que pertenecen a otros partidos a los que los restos de la Ley D´Hondt abocan a la melancolía de la irrelevancia. Pero no a compartir.

Por eso no ha dudado en escenificar de una manera cruel la insignificancia que le produce Alberto Garzón en la nueva etapa de liderazgo, y profunda desorientación, de Izquierda Unida . Y por eso ha exigido a quienes puedan estar dispuestos a conformar listas unitarias, como Compromís, Equo o Iniciativa, que sus marcas desaparezcan subsumidas en el magma de Podemos. Iglesias aspira al control absoluto de la extrema izquierda en España sin miramientos ni condescendencia para condicionar de manera definitiva al PSOE como albacea de la expulsión del PP del poder , aunque fuera la lisla más votada. Lo tomas o lo dejas.

Y todo, con un desdén despreciativo que supera lo político y alcanza lo personal. Iglesias les está colocando en la tesitura de asumir la complicidad sumisa del panoli porque la alternativa es la desaparición. El ejemplo de Izquierda Unida en Madrid, completamente arrasada , es demoledor.

«No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero que dirigentes políticos de IU que son incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros ». La declaración de intenciones de Iglesias, su ambición y su despótico pragmatismo negociador se retratan en esta respuesta suya a una entrevista. En 2011, Izquierda Unida obtuvo 1.680.000 votos y once escaños; Amaiur, la lista con la que Bildu concurrió a los comicios, 333.628 y siete diputados; el BNG, también destrozado en pugnas internas desde hace años, 183.279 sufragios y dos escaños; y Compromís-Equo, 125.000 votos y un diputado. En total, casi 2.400.000 votos que ahora quiere manejar Iglesias.

Sumados a los que las mareas blancas con que Podemos se ha camuflado el 24-M le pueden servir para superar el 20 por ciento del electorado en las urnas.

Fiel a la doctrina del autoritario, o se está con él o se está contra él . Al PP y al PSOE les dedica mofas. Imita al dúo Pimpinela y se ríe de ambos porque compiten en ver quién tiene más larga… la bandera. Tácticas grotescas de precampaña demagógica. Pero a la «nomenklatura» clásica de la extrema izquierda la desprecia por inútil y con ese tono humillante que destila odio cerval al fracasado.

Hasta Willy Toledo , que nunca fue un modelo de ecuanimidad filosófica y cuyo sectarismo de comunismo rancio cotiza en el libro de los récords, ha llegado a exigirle que «deje de hacer el imbécil» . La extrema izquierda corre el riesgo de difuminarse entre egos y arranques de soberbia y maltrato mutuo. Por eso Iglesias se burla de IU. Por eso cultiva a Bildu. Por eso presume en Cataluña de un alma soberanista que oculta en Andalucía. Por eso hipnotiza a Compromís con el eterno «ya hablaremos…»

Antes que el cielo, Iglesias ha decidido tomar la izquierda por asalto con criterios exclusivos de pureza ideológica y el aniquilamiento de líderes menores y molestos. Si se le va la mano, terminará convirtiendo a IU en una víctima de sí mismo y resucitándola de su marasmo. Cuando la soberbia del triunfador se nutre del insulto humillante , el débil se hace acreedor de aprecios.

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