Mirek cumple seis años, raptado por su padre, exdiplomático checo

Mirek cumplió seis años el 31 de marzo. Su madre no sabe si sopló o no las velas. Lleva sin verlo ni oír su voz medio año, desde el 12 de octubre. Ese domingo su padre lo recogió en su casa de Madrid, en Retiro. Tenía que llevarlo de vuelta a las ocho de la tarde. «Hemos quedado con un señor. Llegaré más tarde». Teresa Panizo se descompuso al recibir el mensaje, pero no podía hacer otra cosa que esperar. Esa misma noche denunció en la comisaría de Salamanca. A esa hora su pequeño, que prácticamente no había dormido nunca con su padre, estaba ya en Praga. Los agentes comprobaron que Tomas Jadlovsky, de nacionalidad checa, lo sacó al mediodía en el vuelo CZEC Airlines OK701 a través del aeropuerto Adolfo Suárez. Mirek es español como su madre y una juez había prohibido que el niño saliera de nuestro país salvo con autorización judicial previa, así como que se le expidiera un pasaporte. Algo falló. No es el primer fallo que se cruza en la corta vida de Mirek.

El pequeño nació en Madrid. Su madre, madrileña también, conoció a Jadlovsky en Moscú cuando ella trabajaba en el Instituto Cervantes. Se casaron en la Embajada checa de Lituania y su marido empezó a trabajar como diplomático en Bielorrusia. Teresa descubrió pronto que se había equivocado de persona y regresó para que su hijo naciera en España. «Cuando tenía dos meses volví con Mirek a Praga unas semanas. No me quedaba otro remedio», rememora esta mujer que vive pendiente de abogados, sentencias, policías, embajadas y consulados. «Si me dejas, te quito al niño. Yo lo he pagado. Es mío», le amenazaba él en referencia a la fecundación in vitro a la que se sometió. Más tarde, cuando la ruptura era ya la única opción llegó a ofrecerle un nuevo embarazo: «Yo me quedo con este y tú con el otro».

Teresa aguantó idas y venidas a Praga hasta que decidió denunciarlo. Un tema que prefiere arrinconar. En julio de 2011 llegó el primer varapalo judicial. Mientras se resolvía si era competente la Justicia madrileña o la checa (por la boda en la Embajada), una juez decidió que el niño tenía que ir a vivir a Praga. Teresa abandonó su vida y su trabajo y se fue con su bebé. La Audiencia de Madrid anuló once meses después esa perversa decisión.

Desde entonces Panizo y su hijo han vivido pendientes de algún juzgado. En julio de 2012 el número 93 de Madrid prohibió la salida de Mirek de España y que tuviera pasaporte tras manifestar Teresa el temor a que su padre se lo llevara al no reconocer a «la mafiosa justicia española». Un año después la juez decidió que el padre podía ver al niño un fin de semana al mes pero sin siquiera pernoctar con él. «Se mantienen el riesgo de que el padre del menor intente llevarse al niño», señala el fallo. Las visitas tenían que hacerse en presencia de una persona del entorno de la madre hasta que en marzo del año pasado se eliminó esa supervisión. Ahí debió de empezar a macerar el plan. Días antes de raptar a su hijo, Tomas pidió excedencia de un año como diplomático. Desde el 2 de enero está en busca.

La Policía de Praga dice que allí no lo encuentran. Teresa alega que le están protegiendo y sigue llamando desesperada a todas las puertas. Ella misma viajó a los lugares donde podía haberse ocultado. Quiere volver, pero está en paro y los gastos se acumulan. Ha empezado a recibir ayuda a través de getyourcause.com bajo la etiqueta «Devolvednos a Mirek». «Dice que si hace un día bueno, me lleva», fue lo último que Teresa oyó de su pequeño.