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España retiró al embajador y otros diplomáticos de Libia en julio del año pasado

La inmensa mayoría de los países decidieron abandonar sus Embajadas en Trípoli, al agravarse el conflcito

España retiró al embajador y otros diplomáticos de Libia en julio del año pasado

Luis Ayllón

El Gobierno español decidió el 31 de julio del pasado año la retirada del embajador en Libia, José Antonio Bordallo, y del resto del personal acreditado en Trípoli, al agravarse la situación de seguridad en ese país. La mayoría de los países y organismos internacionales adoptaron una medida similar debido a los continuos enfrentamientos entre distintas facciones libias y la ausencia de control de la situación por parte del Gobierno libio.

La evacuación tenía un carácter temporal, según indicó en su momento el Ejecutivo español, a la espera de que mejorara la seguridad en Libia, pero la realidad es que la situación se ha agravado y la violencia y los combates no han hecho más que aumentar.

El regreso del embajador, que acababa de incorporarse pocas fechas antes al puesto, se produjo sólo después de que un par de semanas antes se hubiera organizado la salida por carretera hacia Túnez de un grupo de 29 españoles y 15 portugueses y de otras 60 personas por avión en un Hércules C-130.

Al frente de la Embajada quedó una sola persona, de nacionalidad libia, como «encargado de archivos», figura recogida en el Convenio de Viena para no dar por cerrada la representación diplomática.

Países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Egipto, Italia, Grecia o Argelia optaron también por retirar a sus diplomáticos, y lo mismo hicieron la ONU y la Unión Europea, con los miembros de sus delegaciones en Trípoli. En la actualidad, ningún país occidental tiene operativa su Embajada.

Segunda evacuación

La evacuación del pasado mes de julio fue la segunda hecha por España en pocos años, ya que el 2 de marzo de 2011, tras el levantamiento contra Muammar el Gadafi, y los enfrentamientos entre partidarios y opositores al dictador, el Gobierno de José Luis Rodríguez-Zapatero decidió retirar al embajador, Luis García Cerezo, y al personal de la Embajada -incluidos varios miembros de los GEO (Grupo Especial de Operaciones- dejando la representación diplomática custodiada por personal local.

En septiembre de ese mismo año, después del triunfo de los rebeldes sobre Gadafi, el Gobierno nombró nuevo embajador en Libia, a José Riera, que había estado desplazado en Bengasi, actuando como representante español ante el Consejo Nacional de Transición, el órgano que había aglutinado a la oposición al régimen desde el comienzo del conflicto.

Después de que las tropas rebeldes tomaran Trípoli y se produjera su nombramiento como embajador, Riera se trasladó a Trípoli, y volvió aponer en funcionamiento la Embajada. Desde allí, organizó la visita que en diciembre de 2012 hicieron a Libia el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y la ministra de Fomento, Ana Pastor, antes de que los enfrentamientos entre distintas facciones libias comenzaran a agravarse e irrumpieran en el país los terroristas yihadistas de DAESH, el autodenominado Estado Islámico.

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