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La convivencia agoniza en el barrio ceutí del Príncipe

Cristianos y musulmanes se alejan en medio de altas tasas de paro, delincuencia y un creciente yihadismo

La convivencia agoniza en el barrio ceutí del Príncipe luis de vega

luis de vega

La imagen del Papa Francisco preside la cola en que aguarda un grupo de mujeres musulmanas demandantes de ayuda. Estamos ante un pequeño espejismo en el barrio del Príncipe Alfonso de Ceuta, donde la realidad es mucho más cruda. En efecto, el modelo de Ceuta como crisol de culturas y religiones está cada vez más lejos. Las comunidades mayoritarias, la cristiana y la musulmana, viven cada vez más separadas y no se vislumbra un acercamiento a corto plazo. A los tradicionales problemas sociales y económicos hay que unir el agravamiento de otro, el religioso.

Los cristianos han ido poco a poco levantando el vuelo del Príncipe, mixto hasta los años ochenta. De unos 12.000 vecinos (calculan que, aparte, se han instalado unos 3.000 marroquíes) solo queda una familia cristiana: el señor que lleva el estanco que hay en la puerta de la iglesia de San Ildefonso. En las instalaciones adyacentes a este templo, donde esas mujeres esperan ante la foto de Francisco, se abrió hace un año un economato que gestiona la Fundación Cruz Blanca de los franciscanos.

El 95 por ciento de los beneficiarios son musulmanes, a los que los trabajadores sociales, según sus necesidades, otorgan más o menos «taus» (cruz en forma de T que a menudo llevan los franciscanos y que equivale al euro en ese supermercado). Ahora mismo se atiende a 200 familias y tratarán de llegar a 500 a finales de 2015, explica Isabel Larios, coordinadora del proyecto, que cuenta con financiación del Gobierno, la UE y la Ciudad. A cambio, les exigen acudir a talleres de alfabetización o empleo y que participen en campañas más a largo plazo contra el consumo de drogas, violencia o igualdad de género. Isabel Larios sabe que la tarea es dura, que hay mucho por hacer. «La gente tiene estigmatizado el barrio del Príncipe».

«No tiene arreglo»

Un agente de Policía, que pide el anonimato, dibuja un panorama sombrío, aunque descarta que el hachazo entre ambas comunidades sea absoluto:«Policialmente El Príncipe no tiene arreglo». Junto al barrio se va a entregar una promoción de varios cientos de viviendas destinadas a familias de escasos recursos. Son vistosas y modernas. Las autoridades quieren que las compartan cristianos y musulmanes, pero ni el color verde en el que están acabados los edificios despierta el más mínimo optimismo.

«Detrás de todos los problemas es casi tan importante el dinero como la religión», añade el agente de Policía. «Estamos más ante un problema de clasismo que de racismo, porque la ciudad no le hace ascos al “moro” que llega de Marruecos al volante de su Jaguar a hincharse a gastar en las tiendas». Pero las estadísticas de la ciudad son de vértigo. Es récord nacional de paro con más del 30 por ciento, aunque la economía sumergida está a la orden del día. Y esos datos se disparan más todavía en El Príncipe.

La prima del futbolista

Esa es la lucha diaria de Nawal Abdesalam, musulmana de 24 años, divorciada, madre de un niño con discapacidad, diplomada en Psicología y prima del futbolista más famoso de Ceuta, Nayim, el gran héroe de la Recopa que ganó el Zaragoza en 1995. «El Príncipe está cada vez más aislado de Ceuta. El Estado exige a los ciudadanos que sean buenos, pero deberían analizar por qué son así», dice firme desde su mesa de trabajo en la Asociación de Vecinos del barrio refiriéndose a los altos índices de absentismo escolar, delincuencia y, en los últimos años, un creciente yihadismo. Los jóvenes están en guardia y el periodista por las estrechas cellejuelas no tarda en ser confundido con un agente de paisano.

En los últimos meses 18 vecinos de la ciudad, trece hombres y cinco mujeres, han sido captados. Siete de ellos, todos hombres, han muerto en el frente de Siria o Irak. «La radicalización religiosa es algo real en Ceuta», aunque forma parte de «un movimiento global» que afecta a todo el islam, reconoce el sociólogo Carlos Rontomé . En ese sentido, el asentamiento en Ceuta de la corriente radical del Tablig entiende que juega un papel clave en esa radicalización que lleva al yihadismo.

Ceuta cuenta con una población de 83.000 personas. A grandes rasgos, la mitad es musulmana y la mitad cristiana. En las últimas tres décadas la población musulmana se ha triplicado, mientras que la cristiana no deja de retroceder. A esto hay que sumar que de lunes a jueves unas 30.000 personas acceden desde Marruecos a la ciudad española para ganarse la vida.

La crisis de la chirigota

«Vamos a dejar de ponernos condones, que ya estamos igualadas las dos poblaciones», cantó en 2006 en una muy polémica actuación carnavalera el grupo «Los polluelos con pelo en los güevo». Sus letras, ofensivas para los musulmanes, acabaron en el juzgado y abrieron la conocida como «crisis de la chirigota». La polémica, recuperada estos días con más sangre, coincidía con la publicación de las caricaturas de Mahoma por el semanario francés «Charlie Hebdo», entre otros medios.

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