Hazte premium Hazte premium

la nueva vida de juan lanzas

De «asar una vaca» con el dinero de los falsos ERE a varear olivos en su pueblo

Se apunta al paro y da peonadas en el campo mientras sus vecinos piensan que tiene guardado el dinero de las mordidas

De «asar una vaca» con el dinero de los falsos ERE a varear olivos en su pueblo abc

antonio r. vega

El conseguidor de los ERE que acumuló tantos billetes que podía «asar una vaca» con ellos ha vuelto a coger el varal para azotar el ramaje de los olivos que su padre posee en su pueblo, Albanchez de Mágina (Jaén). El exdirigente de UGT que despachaba despidos en empresas en quiebra almorzando con el vicepresidente de la Junta Gaspar Zarrías y José María Ruiz-Mateos en la sede de la Presidencia autonómica, ha cambiado la moqueta de los despachos por el terruño. Mientras se aclaran sus múltiples cuentas pendientes con la Justicia, el personaje clave de la red fraudulenta que saqueó 855 millones de euros de fondos públicos ha engrosado la lista del paro con la categoría de peón agrícola en la «empresa» más grande de la Comunidad, el Servicio Andaluz de Empleo.

Pero en su pueblo de 1.233 habitantes pocos creen que Juan Lanzas, el hijo de María, «La Veintiuno», y de Ángel «Juamporo», tenga necesidad alguna de volver al tajo. «Eso es todo cuento, si nunca ha dado ni golpe...; vivía como un marqués, los dineros los tiene en un paraíso fiscal y repartidos entre sus amigos», comenta un paisano con las rodillas hincadas en el suelo para recoger los frutos que caen en las esportillas. La campaña de la aceituna acaba de arrancar.

A lo lejos, colgado sobre el primer risco de la Sierra de los Castillejos, se alza imponente el perfil de un viejo castillo que preside la villa donde Juan «El Veintiuno», el mote con el que es conocida su familia, ha establecido su fortaleza. Su bucólico chalé con piscina en el paraje de Las Veredas y el piso de la calle Molino que comparte con su mujer Patrocinio Sierra son su refugio desde que hace justo un año abandonó la cárcel de Sevilla 1. Por su chalé pasó Francisco Javier Guerrero, el exdirector general de Trabajo con el que viajó, junto a sus respectivas esposas, a Egipto y China. «Guerrero se ponía a leer el periódico en la puerta», relata un vecino de Las Veredas.

Siete meses en prisión

Sus parientes reunieron los 200.000 euros de fianza para sacarlo de la celda donde permaneció 230 días. La juez que instruye los casos de los ERE y Mercasevilla, Mercedes Alaya , le imputó siete graves delitos: cohecho, falsedad, blanqueo de capitales, malversación, prevaricación, tráfico de influencias y asociación ilícita.

Durante una década, el principal intermediario de la trama formó con Guerrero un dúo inseparable que amañó con total impunidad ayudas para financiar despidos pactados con una tropa de sindicalistas, comisionistas, empresarios y altos cargos a cambio de sobres con dinero y prebendas. Perdida ya la protección que le proporcionó la hegemonía del PSOE, un círculo de incondicionales en su pueblo lo mantiene a salvo de las cámaras y de preguntas incómodas de los periodistas.

A Lanzas, como a los linces, es difícil de observarlo en su propio ecosistema. «El mutismo absoluto es un rasgo característico del círculo personal de Lanzas», escribió Alaya en un auto. El espeso silencio que impera en Albanchez le da razón. «¿Localizarlo? Va a ser difícil. Aquí hay muchos que le deben favores; tiene a medio pueblo untado», apunta un vecino. El «ugetista» empotró a 24 personas en expedientes de regulación de empleo de empresas donde nunca habían trabajado. Coló a su mujer, a su suegra, a dos albanchecinos, y ya puestos, se metió a sí mismo en el ERE de Hitemasa. La extensa red clientelar que tejió explica la «omertá» que rige en el pueblo, dividido entre la adhesión inquebrantable y el odio al vecino que puso a Albanchez en el mapa de los telediarios.

La primera parada en la ruta es el diminuto bar de «El Calcetines», la «sede» del sindicalista, donde se toma el primer café todas las mañanas. En este local desayunó el jueves pasado antes de poner rumbo a las olivas con su cuadrilla. El vehículo que utiliza el muñidor de los ERE fraudulentos para desplazarse es una furgoneta blanca Renault Express que lleva aún serigrafiado el nombre de sus antiguos dueños, Fontanería y Calefacción Hermanos Martínez. El juzgado le embargó un Seat Panda, pero conserva, nadie sabe cómo, un Ford Mondeo.

«No pienso decirle dónde está Juan, los periodistas trataron muy mal a su madre, sacaron sus palabras de contexto», responde a ABC uno de los parroquianos habituales del bar antes de salir al campo. La Guardia Civil dejó escrito en un atestado que cuando registraron la casa de su madre, en el número 35 de la calle Federico García Lorca, ésta le soltó a los agentes, a sus campechanas maneras, que su hijo tenía dinero «pa’ asar una vaca».

Un «mandado» de Zarrías

Lejos de su círculo las lenguas se vuelven más afiladas. «A mí me dijo: “Si yo voy a la cárcel, Zarrías va detrás”», proclama Pedro, levantando el bastón donde se apoya. El factótum del Gobierno andaluz de Manuel Chaves figura como el «superjefe» de Lanzas en comprometedores correos incluidos en el sumario. «Tomasa, su hermana, decía que él sólo era un “mandao”», apostilla su mujer, que intenta refrenar la locuacidad del marido tirándole del brazo.

Los investigadores calcularon en 13,4 millones de euros la fortuna que logró amasar Lanzas gracias a las sobrecomisiones ilegales que distrajo a las arcas públicas. El negocio resultó tan lucrativo que compró 16 inmuebles, entre ellos un apartamento en Torremolinos para sus padres. Para blanquear el dinero, montó un equipo de «hombres de paja» que figuran en un entramado de empresas tapadera. Pero en Albanchez no hay rastro de las mordidas, más allá de los 81.100 euros que el perro Aris olfateó en el dormitorio de su casa, que sobresale en la empinada calle Molino por sus dos plantas y el brillo dorado de los balcones.

El paradero de los billetes es la comidilla en el pueblo. Un hostelero, testigo de inconfesables secretos tras la barra del bar, parece tener la clave: «Dicen que el dinero está en el chalé de un cuñado suyo, enterrando bajo una plancha de hormigón. La echaron de noche. Allí no fueron los agentes de la Guardia Civil con el aparato [el geo-radar] con que buscó el dinero en la Huerta (el chalé de Lanzas)». En el Hogar del Pensionista, donde acude frecuentemente al mediodía, se cuentan con una mano sus amistades. «Cuando lo veo entrar digo bien alto “no hay pan para tanto chorizo”», xclama un miembro de su familia con el que está enfrentado. ¿Y le contesta? «No dice ni mu y que me diga algo».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación