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El soberanismo catalán magnifica una manifestación de 5.000 personas

Pinchazo de las movilizaciones en contra de la suspensión de la consulta del 9 de noviembre por parte del Tribunal Constitucional

El soberanismo catalán magnifica una manifestación de 5.000 personas ABC

à. g. / j. g.

La revolución de los paraguas en Hong Kong, la revolución de los paraguas en Cataluña. La coincidencia en el tiempo de las protestas en la excolonia británica en demanda de mayor democracia, con las concentraciones en los municipios catalanes el pasado martes en contra de la suspensión de la consulta del 9 de noviembre hizo que, para algunos, la comparación fuese inevitable. Un imposible, obviamente, tanto por el contexto político de uno y otro país, como también por la extensión de las manifestaciones.

Aunque hubo concentraciones frente a la mayoría de ayuntamientos catalanes , la más numerosa se produjo en Barcelona: unas 5.000 personas según la Guardia Urbana llenaron bajo la lluvia la plaza de Sant Jaume, símbolo del poder institucional en Cataluña, y que acoge el Consistorio y el Palau de la Generalitat. La utilización de los medios públicos a modo de altavoz de la convocatoria —se hizo un programa especial sobre las concentraciones— no consiguió sin embargo que la misma desbordase Barcelona, como pretendían sus organizadores, la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. Ninguna de estas entidades dio cifras de asistencia.

En paralelo, y según las policías locales de los distintos municipios catalanes, en Gerona se reunieron 4.000 manifestantes, 3.000 en Lérida y otros 3.000 en Tarragona. En conjunto, cifras relativamente modestas en comparación por ejemplo con la manifestación del 11 de septiembre, masiva, cierto, aunque hinchadísima su participación según el recuento oficial. De nuevo, la opción de presentar una movilización popular como la traducción exacta de la opinión pública . La democracia de la calle.

No es una estrategia nueva, algo sin embargo que en una Cataluña embarcada en el proceso soberanista se ha convertido en parte del discurso oficial. En la manifestación independentista de la pasada Diada, por ejemplo, la policía local de Barcelona calculó que hubo 1,8 millones de participantes, 200.000 personas más que toda la población de la ciudad. Por contra, desde la Delegación del Gobierno, mediante una nota, se estimó que, contando «una densidad de entre dos y tres personas por metro cuadrado», los manifestantes habían sido entre 470.000 y 520.000. La ANC tampoco dio cifras. Asistencia importante pero en ningún caso válida para trasladar la imagen de unanimidad que pretenden los impulsores del «proceso».

Como es habitual, en el recuento oficial hubo mucho de cocina. Solo el análisis objetivo de la superficie ocupada y de la densidad de personas en la misma es lo único que, intereses políticos al margen, arroja algo de luz sobre lo que es en realidad una sociedad catalana más diversa de lo que enseñan los informativos de TV3.

Disparidad de cifras

La disparidad de cifras no es nada nueva en esta y otras protestas. En la primera gran manifestación de la ANC, la de 2012 en el Paseo de Gracia y parte de la Gran Via de Barcelona, la Guardia Urbana -ya a las órdenes del alcalde Xavier Trias-, contó 1,5 millones de participantes. Delegación del Gobierno lo redujo a 600.000. El año pasado, la cadena humana por la independencia que cruzó Cataluña también fue pasto de cálculos dispares. La Generalitat contó 1,6 millones de asistentes, mientras que desde el Gobierno, aunque no hizo una nota, se vieron 600.000. Sociedad Civil Catalana, que se tomó la molestía de contarlos uno a uno estudiando una «gigafoto» calculó 793.683.

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