Magnicidios a la española: del tiroteo a Prim al coche bomba de Carrero Blanco
«Bájese usted, mi general, que nos hacen fuego», advirtió el cochero de Juan Prim antes de que su vehículo sufriera una lluvia de disparos
Actualizado: Guardar«Bájese usted, mi general, que nos hacen fuego», advirtió el cochero de Juan Prim antes de que su vehículo sufriera una lluvia de disparos
12345«Bájese usted, mi general (Juan Prim), que nos hacen fuego»
El asesinato de Juan Prim en 1870 abrió un periodo especialmente convulso en la historia de España, que en poco tiempo vio fallecer a varios de sus presidentes de gobierno. Salvo el intento de asesinato de Fernando el Católico el 7 de diciembre de 1492 en Barcelona, hasta el siglo XIX no existía en nuestro país tendencia a asesinar a las grandes figuras de estado como, por ejemplo, en Francia o Inglaterra.
La autoría de la muerte de Prim nunca ha sido resuelta y, recientemente, una comisión de investigadores ha dictaminado que el general natural de Reus fue estrangulado mientras se desangraba. Según la reconstrucción del crimen, el coche de Juan Prim fue tiroteado en la calle del Turco (actual Marqués de Cubas). El cochero detuvo la berlina en medio de la densa nevada y contempló con alarma cómo tres individuos vestidos con blusas, sin duda alertados de la llegada de Prim, se dirigían hacia el coche armados con lo que le parecieron carabinas, aunque uno de ellos llevaba con seguridad una pistola. No tuvo tiempo nada más que para decir: «Bájese usted, mi general, que nos hacen fuego».
Inmediatamente se culpó al diputado republicano federal y rico comerciante de vinos de Jerez, José Paúl y Angulo porque esa misma tarde en la sesión de las Cortes tras un duro debate había despedido al político catalán diciendo «Mi general, a cada cerdo le llega su san Martín», pero nunca se ha podido esclarecer el magnicidio.
El mismo día de su asesinato, el general Juan Prim y Prats, de 56 años, presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, capitán general de los Ejércitos, acababa de conseguir la aprobación de las últimas propuestas para la inminente llegada de Amadeo de Saboya a hacerse cargo de la Corona de España. Sin su máximo valedor, el nuevo rey no pudo aguantar mucho tiempo las turbulentas aguas de la política española.
Antonio Cánovas del Castillo asesinado por un anarquista italiano
El asesinato de Cánovas del Castillo tuvo lugar el 8 agosto de 1897 en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa) donde el presidente del gobierno español pasaba unos días de descanso. Al mediodía del día de su muerte, Antonio Cánovas del Castillo leía los periódicos en un banco del balneario de Santa Águeda cuando el anarquista italiano Michele Angiolillo le disparó tres tiros.
El anarquista italiano fue inmediatamente detenido, juzgado y ejecutado. Durante el consejo de guerra, Angiolillo justificó el asesinato como una venganza por las torturas del proceso de Montjuic del que responsabilizaba al presidente del gobierno.
La prensa europea y americana se hizo eco del suceso ante el aumento de la violencia anarquista en Europa, y el diario «The Times» afirmó que el crimen había sido obra de un fanático, aunque destacó que no había pruebas de que detrás de él hubiera una organización internacional.
José Canalejas fue tiroteado mientras miraba un escaparate
Presidente del Consejo de Ministros entre el 9 de febrero de 1910 hasta su muerte el 12 de noviembre de 1912, José Canalejas consiguió unificar las diversas corrientes que pugnaban en el interior del liberalismo y presidir tres gobiernos desde los que impulsó un importante programa de reformas
Sin embargo, el líder del Partido Liberal no pudo ver acabado su programa político puesto que fue tiroteado mientras miraba los libros expuestos en el escaparate de la Librería San Martín, a escasos pasos de la esquina de la Puerta del Sol (actual número 6) con la calle Carretas en pleno centro de Madrid.
Su asesino Manuel Pardiñas, que no figuraba en el registro policial de los anarquistas fichados, le disparó tres tiros por la espalda antes de ser reducido por un policía a golpe de porra. Cuando se dio cuenta de que iba a ser arrestado, Manuel Pardiñas se suicidó disparándose dos disparos con la misma pistola del atentado. Canalejas murió antes de llegar a la sede del Ministerio de la Gobernación donde fue trasladado.
Acribillan a Eduardo Dato desde una sidecar
El presidente del Gobierno español y político del Partido Conservador Eduardo Dato fue asesinado casi una década después que a su rival político José Canalejas. El apoyo de Dato a la llamada Ley de fugas, que fue utilizada por la policía para llevar a cabo asesinatos sin juicio previo, lo convirtieron en blanco de los anarquistas en unos años de gran agitación social.
El 8 de marzo de 1921, uno de estos grupos anarquistas perpetró en el centro de Madrid un atentado contra Eduardo Dato, que fue objetivo de más de 20 disparos. A continuación, los militantes anarquistas Pedro Mateu Cusidó, Luis Nicolau Fort y Ramón Casanellas Lluch huyeron en un sidecar en marcha desde la Puerta de Alcalá de Madrid.
El principal cabecilla del grupo era Pedro Mateu que fue detenido a los pocos días gracias a la declaración de los testigos de los hechos, que vieron por dónde huyeron los asesinos. Mateu fue condenado a muerta, pero fue indultado en 1924 por el general Miguel Primo de Rivera. Posteriormente, la amnistía concedida con la llegada de la Segunda República le permitió salir de la cárcel. Durante la Guerra Civil participó en la columna Durruti, interviniendo en la toma de Caspe.
«Operación Ogro»: ETA asesina a Carrero Blanco
La explosión, que acabó con la vida de Carrero Blanco, fue tan violenta que el coche, un Dodge 3700 GT, voló por los aires y cayó en la azotea de un edificio anexo a la iglesia de San Francisco de Borja donde había asistido a misa momentos antes. Bajo el nombre en clave de «Operación Ogro», el grupo terrorista ETA planeó el 20 de diciembre de 1973 un atentado contra Carrero Blanco, presidente del Gobierno de la España de Franco. Los etarras se desplazaron hasta Madrid y alquilaron un semisótano en el número 104 de la calle de Claudio Coello; a partir de allí excavaron un túnel hasta el centro de la calzada, donde colocaron cerca de 100 kilogramos de carga explosiva que hicieron explotar al paso del coche de Carrero Blanco, quince minutos antes del inicio del juicio contra diez miembros del entonces sindicato clandestino Comisiones Obreras, conocido como «Proceso 1001».
Durante el atentado también fallecieron otras dos personas, el inspector de Policía, José Antonio Bueno Fernández, y el conductor del vehículo, José Luis Pérez Mogena.