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Malestar en el Gobierno por la presión del Reino Unido a causa de Gibraltar

La discordia por la colonia enturbia las relaciones entre Madrid y Londres Además de un anacronismo, el Peñón es una permanente fuente de conflictos

Malestar en el Gobierno por la presión del Reino Unido a causa de Gibraltar Óscar del Pozo

LUIS AYLLÓN

El Gobierno está muy molesto con la actitud que mantiene el Ejecutivo británico tratando de presionar a España a causa de Gibraltar, con continuas convocatorias al embajador español en Londres o, incluso, «inventando» falsas conversaciones entre David Cameron y Mariano Rajoy , según manifestaron a ABC fuentes gubernamentales. En Moncloa se considera que ese tipo de actuaciones no hace más que enturbiar una relación bilateral que es intensa en otros aspectos, como el económico.

Las autoridades españolas se encuentran a la espera de que la parte británica explique por qué el pasado jueves en un comunicado del Foreign Office se hablaba de un encuentro en el que supuestamente el primer ministro británico advirtió al presidente del Gobierno español de que no deberían reproducirse los incidentes del pasado verano en Gibraltar, cuando, en realidad, esa reunión no tuvo lugar, como informó este periódico.

Fuente de conflictos

El Peñón de Gibraltar , donde viven unas 30.000 personas, sigue siendo el principal obstáculo para que las relaciones políticas entre España y el Reino Unido alcancen el nivel que correspondería a dos socios en la Unión Europea y aliados en la OTAN. El cruce de convocatorias de embajadores vivido la semana pasada es una muestra de que la persistencia de una colonia en suelo europeo, además de un anacronismo, es una fuente de conflictos, que cada cierto tiempo eleva la tensión entre los dos países.

La llegada al poder de Fabian Picardo, casi al mismo tiempo que Mariano Rajoy a La Moncloa, ha traído una etapa de abierta confrontación. El ministro principal ha mantenido una actitud de abierta provocación al Gobierno español: hostigamiento a los pescadores, lanzamiento de bloques de hormigón a la bahía de Algeciras, continuos roces con las patrulleras de la Guardia Civil y de la Armada, rellenos para ganar terreno al mar en aguas territoriales españolas, etcétera. La respuesta española más visible ha sido el endurecimiento de los controles aduaneros , justificados por el mantenimiento del contrabando, lo que ocasiona largas y molestas colas de vehículos para cruzar la Verja.

Como era de esperar, el Ejecutivo de David Cameron salió en defensa de su colonia, aunque en medios gubernamentales españoles se considera que en muchas de las declaraciones de miembros de su equipo están hechas, sobre todo, para consumo interno.

Lo cierto es que en los últimos dos años y medio los episodios de choques han sido bastante frecuentes y han creado un clima en el que resulta difícil a los dos Gobiernos dar una imagen de normalidad. A ello tampoco contribuyen declaraciones como la del Comité de Exteriores de la Cámara de los Comunes, que recientemente reclamó a David Cameron, una mayor firmeza frente al Ejecutivo español, e incluso apuntó la posibilidad de ne- gar a España el voto para su candidatura a un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU en el bienio 2015-2016.

¿Boicot a Madrid 2020?

En ese clima, no resulta extraño que el europarlamentario Graham Watson, en cuya circunscripción votan los gibraltareños, llegara a asegurar recientemente que el Reino Unido boicoteó la candidatura de Madrid a ser sede de los Juegos Olímpicos de 2020. Cuando, según supo ABC, el secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, preguntó a su colega británico, David Lidington, si esa afirmación era cierta, recibió una respuesta negativa. Sin embargo, ninguna autoridad del Gobierno británico ha desmentido públicamente al eurodiputado.

De igual modo, las continuas convocatorias al Foreign Office al embajador español, Federico Trillo, para protestar por diversos asuntos relacionados con Gibraltar, han provocado un serio malestar en el Gobierno de Madrid, que reprocha al Reino Unido que utilice ese instrumento diplomático –previsto para casos graves– para quejarse de supuestos incidentes, que, en cualquier caso, son de poca entidad.

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