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Los agujeros del independentismo vasco

La cadena humana impulsada por Bildu entre Durango y Pamplona no logró cubrir 13 kilómetros del trazado

Los agujeros del independentismo vasco ABC

ITZIAR REYERO

Apenas iniciado el vuelo hacia la nada que esconde el llamado «derecho a decidir» , el globo de la cadena humana soberanista celebrada el pasado 8 de junio entre el País Vasco y Navarra ha pinchado. Para frustración del nacionalismo vasco, y especialmente de Bildu, la causa secesionista no consigue despegar, y sus dirigentes reconocen mirar «con envida» el ritmo frenético del separatismo en Cataluña , su gran referente junto a Escocia.

Aunque los promotores de la cadeneta disfrazada como «popular» pero impulsada por la «izquierda abertzale» proclamaron el éxito de una iniciativa que sitúan como el inicio de la independencia de «Euskal Herria», lo cierto es que la «vía vasca» dejó a la vista muchas carencias y la mitad de asistentes que los cifrados por los organizadores de «Gure esku dago» («Está en nuestra mano»).

El apoyo de fondos públicos –la Diputación guipuzcoana de Bildu dio 100.000 euros a la organización– no fue suficiente para completar con éxito la cadena humana, que tuvo enormes agujeros a lo largo del recorrido de 123 kilómetros que separan la localidad vizcaína de Durango y Pamplona. Según un informe elaborado por expertos de la lucha antiterrorista, al que ha tenido acceso ABC, «solo se pudo cubrir el 90 por ciento del trayecto», quedando alrededor de 12.700 metros vacíos.

Un «roto» sensible

El mayor «roto» se dio precisamente en el límite geográfico entre Navarra y Guipúzcoa, tal vez el punto más simbólico del trazado para quienes aspiran a formar una «Euskal Herria» unida. Allí hubo un hueco de hasta 8 kilómetros, según cita el informe: «Prácticamente estaba sin ocupar un espacio de 8.000 metros». Así, en el alto de Lizarrusti, en Ataun, solo unos puñados de participantes se desperdigaron por la carretera, a muchos metros de distancia unos de otros.

También en la zona del puerto de Descarga hubo «un hueco sin ocupar de 2.000 metros» y en muchos otros tramos «los componentes de la cadena se enlazan con pañuelos, lo que disminuye la densidad, que pasa de una persona por cada dos metros a una persona por cada tres metros».

De esta forma, se concluye que la cadena humana abarcó 110.300 metros, y no los 123.000 propuestos, con una «densidad media de ocupación» de una persona cada dos metros. Se estima que fueron 55.150 personas los participantes, a los que debe sumarse la acumulación de personas en los cascos urbanos de localidades como Mondragón, Durango, Elorrio, Vergara y Pamplona (otras 15.000 personas).

La mitad de asistentes

En total, los expertos calculan que la iniciativa de «Gure esku dago» reunió a 70.100 personas, muy lejos de las 400.000 que según Interior tomaron parte en la Diada catalana , el espejo en el que se fija atentamente el nacionalismo vasco.

El dato reduce a la mitad los 150.000 asistentes que contabilizaron desde la organización, convirtiéndose en la única cifra oficial publicada por todos los medios. Especialmente desde la radiotelevisión pública vasca, que realizó una cobertura especial, con conexiones en directo por la mañana y un programa de debate sobre el «derecho a decidir» –presentado como el pilar máximo de la democracia–, con periodistas de la casa activamente implicados en la iniciativa.

La demostración de fuerzas que se esperaba visibilizar no fue tal y los expertos concluyen que Batasuna «hace un par de años que ha alcanzado un límite» en su poder de convocatoria para las «movilizaciones de calado», como fue la cadena humana y las marchas anuales en favor de los presos de ETA en Bilbao. Ni siquiera el apoyo prestado por el PNV, que mandó a sus líderes, ni la adhesión de ERC, la CUP o Podemos ha logrado relanzarles.

Hasta el momento, Bildu se ha limitado a gestos simbólicos como la colocación de la «ikurriña» en balcones o la recuperación del «dni vasco» para reactivar su eterna camapaña secesionista a nivel municipal. Pero no está logrando el efecto de «exaltación nacional» que sí ha conseguido la Asamblea Nacional de Cataluña . El despliegue a lo largo de toda la cadena de la simbología proetarra en favor de los presos de la banda refuerza la consideración de que la «izquierda abertzale» estuvo detrás de la organización, concluye el informe.

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