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La patera-nido del mar de Alborán

El martes una mujer subsahariana dio a luz en alta mar a un bebé cuyo cordón umbilical ya se cortó en tierra

La patera-nido del mar de Alborán efe

sara montero

El oficial Francisco Piñeiro se sorprendió cuando el pasado día 20 vio que aquel «bulto» envuelto en sábanas blancas ensangrentadas que llegaba a sus manos era un recién nacido que aún tenía el cordón umbilical y la placenta... Era la primera vez que le pasaba algo así y nunca lo olvidará. Se trataba del momento más delicado de un martes cualquiera en el que una vez más había salido en la «Guardamar Calíope» de Salvamento Marítimo para atender las contingencias que se pudieran producir. A las 12.50 la tripulación recibió un aviso desde Almería para que se dirigieran a rescatar a una patera con 52 inmigrantes que se encontraba en dificultades en el Mar de Alborán. En principio, un servicio rutinario al que estaba acostumbrado a enfrentarse. Pero la sorpresa acechaba.

Después de tres horas de viaje y haber localizado la embarcación con la ayuda de un helicóptero, Salvamento Marítimo interceptó la patera con 33 hombres a bordo, 11 mujeres (varias embarazadas) y cinco niños menores de un año, que aún no sabían hablar ni andar. «Al iniciar el transbordo y rescatar a la primera persona, nos sorprendimos cuando nos dieron a un bebé envuelto en un trapito empapado de sangre», comenta a ABC el capitán de la embarcación, Nicolás Uribaren. «Ellos mismos fueron los que nos indicaron que debíamos coger primero al recién nacido». De forma instintiva, y a pesar de la angustiosa travesía que acababan de afrontar, los inmigrantes decidieron que el bebé debía ser el primero en ser salvado. Después embarcaron a los niños y a las mujeres y por último, a los hombres. «Las madres nos echaban los niños y se los iban pasando unos a otros» , relata aún estremecido el capitán de la «Guardamar Calíope.

La tripulación, curtida en el rescate de estas personas que se juegan la vida por el sueño de una vida mejor, comenzó de inmediato a atender a los inmigrantes, a los que dieron agua y comida y acomodaron en un lugar sin peligro en el barco. Pero la mujer recién parida precisaba asistencia médica, lo que aumentaba la angustia. «Manchaba y perdía sangre. No vimos el alumbramiento, pero debió ser minutos antes, en la patera», comenta el capitán de Salvamento Marítimo.

La tripulación dieo el aviso a tierra y aprovechó que el buque de la Armada «Meteoro» se encontraba cerca para pedir ayuda inmediata. A las cinco de la tarde, un médico y un enfermero procedentes de ese buque desembarcaron en la «Guardamar Calíope». Los profesionales sanitarios cortaron el cordón umbilical del bebé y examinaron a la madre hasta ver que estaba en perfecto estado. El milagro de la vida se había abierto paso de nuevo. A pesar de ser un parto en las condiciones extremas de una patera en alta mar, el oficial Piñeiro recuerda con admiración que la mujer no se quejó ni gritó en ningún momento: «Podía caminar por su propio pie, aunque con ayuda. Son muy fuertes», reflexiona. «La comunicación con ella era gestual, pero entendimos que solo quería estar con el bebé», resalta el capitán. Por supuesto, se atendieron sus deseos.

Las cosas que parecen obvias en tierra dejan de serlo en alta mar. Con oleaje y el barco a toda máquina (unos unos 20 nudos), los tripulantes tuvieron que aislar al bebé y a su madre del resto para evitar que alguien cayera encima de ellos. Les hidrataron y les protegieron al calor de varias mantas térmicas hasta que la madre, agotada, acabó relajada y pudo dormir el resto del trayecto.

El viaje hacia el puerto de Almería donde debían dejarlos bajo custodia de las autoridades se hizo largo, unas tres horas hasta la costa. Para entretener a los niños durante la travesía, la tripulación cogió guantes de látex (lo único que tenían a mano) y los inflaron simulando que eran caras. Se los dieron a los niños para que jugaran. Las risas de los pequeños ante el inesperado entretenimiento confortaron a los hombres de Salvamento Marítimo, aunque contrastaban con los rostros serios y de incertidumbre de sus madres: «Es como si los niños estuvieran en un mundo diferente al de sus padres», comenta Piñero: «Aquí todos tenemos hijos», remacha este hombre que ya ha tenido que enfrentarse a otras situaciones complicadas , aunque quizá no de las características tan especiales como ésta..

Al llegar a tierra, les esperaba la Guardia Civil. Siete de los inmigrantes fueron trasladados hasta el Hospital Torrecárdenas de Almería. Tres de ellos han recibido el alta. La madre y el bebé se recuperan muy bien de la peripecia. Cuando salgan de allí, en los próximos días, se irán a un centro tutelado por la Junta de Andalucía.

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