Hazte premium Hazte premium

video exclusivo de abc

La impunidad del «narco» en la bahía de Algeciras

Solo el pasado sábado zarparon hacia Marruecos seis potentes lanchas de tres casas con embarcadero en el río Guadarranque. Cada una vuelve con más de una tonelada de hachís

La impunidad del «narco» en la bahía de Algeciras abc

pablo muñoz

La situación en la bahía de Algeciras, la puerta del Estrecho, es de máxima tensión y no solo por las continuas provocaciones de las Fuerzas de Seguridad del Peñón hacia barcos españoles sino también, y muy especialmente, por la actuación de organizaciones de traficantes que utilizan potentes embarcaciones para cruzarla en pocos minutos y cargar luego más de una tonelada hachís en algún punto de la costa de Marruecos, últimamente en el Marshal, junto a Tánger. Los hombres del Servicio Marítimo de la Guardia Civil se juegan literalmente la vida a diario intentado detenerlas, pero están en inferioridad en cuanto a medios. Por el momento no hay que lamentar desgracias personales, pero ya ha habido choques entre lanchas del Instituto Armado y de los criminales, por lo que en cualquier momento se puede producir una tragedia.

ABC ha tenido acceso a una grabación, realizada el pasado sábado, en la que se ve cómo seis de estas embarcaciones parten de la desembocadura del Guadarranque con un intervalo de apenas unos segundos. Se trata de una situación sin precedentes, pues hasta ahora lo máximo que se había detectado eran dos o tres lanchas juntas. Está comprobado que zarpan de al menos tres casas situadas en el margen del río dotadas con embarcaderos ocultos con puertas metálicas e infraestructura propia de puertos, como grúas para poder izar una embarcación y dejarla posada en el agua, y a la inversa.

Ya se han producido colisiones con las lanchas de la Guardia CivilEl responsable de la vivienda cobra unos 6.000 euros por el trabajo, pero además en la casa se proporciona a la tripulación narcotraficante gasolina suficiente, teléfonos, gps, radares... En definitiva, todo lo necesario para poder hacer la operación con un margen de éxito razonable. No solo eso; cuando regresan de Marruecos, y después de descargar la mercancía, sacan la embarcación del agua para, en seco, limpiar el casco, encerarlo para que deslice mejor y dejarlo a punto para un nuevo viaje. Algo que, por razones de servicio, es imposible que lo haga la Guardia Civil con igual frecuencia.

Estas casas constituyen una infraestructura vital para las organizaciones de narcotraficantes, pues las semirrígidas dotadas con dos, tres y hasta cuatro motores son ilegales, de modo que podrían ser intervenidas por las Fuerzas de Seguridad si son detectadas. Además son muy difíciles de echar al mar, una operación que se hace siempre aprovechando la pleamar y con la ayuda de la citada grúa.

Aprovechan la pleamar para salir a bordo de sus semirrígidas, con cuatro motoresLos encargados de las viviendas nunca tocan la droga aunque están siempre presentes en las operaciones de entrada y salida de las lanchas, entre otras cosas para cobrar la cantidad estipulada a la organización. De hecho, puede llegar a trabajar para varias de ellas e incluso pone en contacto a «inversores» con los grupos criminales para que lleguen a un acuerdo. Unos ponen el dinero, y los otros la semirrígida y una tripulación lo suficientemente experta para garantizar el éxito de la operación.

Los hombres del Servicio Marítimo, por su parte, cuentan con buen material pero en ningún caso pueden alcanzar los 60 nudos (más de 100 kilómetros por hora) de los delincuentes, que consiguen con los tres o cuatro motores de hasta 350 caballos que montan en sus lanchas. Para poder interceptarlos, por tanto, solo pueden basarse en la estrategia o bien, como sucede en ocasiones, porque los narcos cometen un fallo y embarrancan. En las persecuciones, en las que se viven secuencias propias de una película de acción, se suceden los momentos de peligro, con choque de embarcaciones incluidos. En cualquier momento, por tanto, se puede producir una tragedia. La tensión en las tripulaciones de la Guardia Civil es fácil de imaginar.

La desembocadura tiene diez metros de anchura y hay un peligro serio para los bañistasEn realidad, el peligro no se circunscribe solo a la persecución policial, sino también al momento en el que la semirrígida de los narcos entra o sale de la desembocadura del Guadarranque. Se trata de una zona en la que hay una playa y la presencia de bañistas es habitual. Las fuentes consultadas por ABC tienen claro que los criminales, si se sienten en peligro, no variarán su rumbo por mucho que puedan golpear a alguna persona. Resulta sorprendente, eso sí, que el «espectáculo» de las embarcaciones de los narcos se haya convertido en una diversión para algunos de los vecinos de la zona, que como se oye en la grabación difundida por ABC hasta los jalean...

La pregunta que muchos se hacen ahora es por qué si las viviendas utilizadas por los traficantes están localizadas -algunas persecuciones han acabado a las puertas de los embarcaderos clandestinos-, no se interviene y se cierran. Lo cierto es que ya ha habido varias operaciones y detenidos, pero al poco tiempo el negocio se reactiva y, como se ha podido comprobar esta semana, si cabe con más fuerza. Lo que es evidente, en cualquier caso, es que solo desde el mar no se puede acabar con una situación que es cada vez más tensa.

El volumen de droga que se está moviendo con este modus operandi es muy elevado, ya que las lanchas de los narcos están diseñadas para cargar, al menos, una tonelada de hachís. De hecho, lo habitual es que lleven en su interior 40 paquetes de hachís, con un peso total de 1.200 kilos. Lo curioso es que con esta mercancía la embarcación navegue mucho mejor.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación