Favores a cambio de fútbol, toros y jamón

En el centro de la trama investigada en esta pieza separada de la «operación Emperador» se sitúa un empresario chino, muy conocido, llamado Yongping Wu Liu, alias «Miguel el Calvo». Está en libertad con fianza. Este hombre ha mantenido relaciones con todos los nuevos imputados. A todos les pide favores en algún momento, que implican consultas a bases de datos policiales cuya información es reservada, y siempre recibe un trato muy considerado por parte de los agentes: poder aparcar su vehículo en zonas reservadas de dependencias policiales o evitar a conocidos suyos las colas en trámites de extranjería.

Yongping Wu Liu es el que más y mejores relaciones acumula, pero los policías también tienen contacto con algunos de los imputados: el propio Gao Ping; su mujer, Lizheng Yang y uno de los hombres de confianza del primero, Yongping Xiang. En concreto, el capo mantiene un trato estrecho con el inspector en segunda actividad Federico Sánchez de Frutos y con Miguel Ángel Gómez Gordo, igualmente inspector. Su mujer habla también con el policía en segunda actividad Blas Donoso, que estuvo destinado en la Comisaría de Fuenlabrada.

Wu Liu tiene excelentes contactos en ese Ayuntamiento, y entre ellos están los dos policías locales de esta población ahora imputados. El concejal José Borrás fue detenido. El empresario chino conseguía desde que se le quitaran multas a agilizar trámites.

Hoy, en esta fase de la operación el foco policial está puesto en los tres comisarios y en Federico Sánchez de Frutos, quien se convirtió en hombre de confianza del propio Gao Ping. Carlos Salamanca, comisario del aeropuerto de Barajas, encabeza la relación de amistad con Yongping Wu Liu, que incluye comidas familiares y en restaurantes de Madrid. El comisario le presenta a varios empresarios y recibe de su amigo jamones, cajas de vino, entradas para el fútbol o los toros…

Sin embargo, lo que hace saltar las alarmas es un episodio ocurrido a mediados de 2012 con una ciudadana china que llegó a España y que, al no tener los papeles en regla, iba a ser expulsada en frontera. Informado del asunto por Yongping Wu, Carlos Salamanca pregunta por el motivo de esa expulsión, comenta los detalles con su amigo y finalmente consigue que entre a España. «Después de realizado el expediente de inadmisión se puede comprobar que está tramitando la legalización del matrimonio en España, para solicitar la pertinente tarjeta de régimen comunitario, por lo que se permite la entrada por orden del comisario jefe de este puesto fronterizo», recoge el informe de Asuntos Internos.

Manuel Patricio San Román, comisario destinado en Seguridad Ciudadana en Madrid, es otro de los allegados de Yongping Wu, aunque la relación no es tan fraternal como la de Salamanca. Suficiente en cualquier caso para que le facilite datos que debían ser confidenciales sobre un incidente familiar sucedido en Málaga que acabó en denuncia. Pero además, San Román le proporcionó un contacto en el Ayuntamiento de Coslada para agilizar un asunto de licencias. De nuevo hubo compensaciones en forma de jamón, cajas de vino o entradas para espectáculos deportivos.

El último comisario imputado, Ángel Luis Olmedo, jefe de la Brigada de Extranjería de Madrid, da un trato preferente a Yongping Wu -puede aparcar en la zona reservada a vehículos oficiales- y le intenta solucionar trámites referidos a extranjería. Recibe un jamón, su mujer un bolso y entradas para ver al Real Madrid, en ocasiones con familiares. Una vez más, por tanto, se reproduce la inquietante ecuación «favores a cambio de regalos».

El inspector en segunda actividad Federico Sánchez de Frutos despliega una actividad mucho más intensa, que incluye al propio Gao Ping, a su mujer, a su cuñada y a dos de sus hombres de confianza. De alguna manera, entró en el círculo más próximo al jefe de la trama mafiosa, que incluso parece que paga un viaje a China a su esposa acompañada de traductor y todo tipo de atenciones…

Las fuentes consultadas por ABC destacan que quizá lo más relevante del informe de Asuntos Internos es que se ha podido constatar que a cada llamada que se producía pidiendo un favor o determinada información sobre personas o locales, se producían movimientos de los policías -consulta de bases de datos o llamadas a amigos- en la dirección solicitada. ¿Prevaricación?, ¿revelación de secretos?, ¿cohecho? Los hechos son los que son. Ahora corresponde al juez ponerles nombre.