Se busca barón (o baronesa) para salvar Madrid

Algunos cargos populares, que pululan por la convención del PP, la miran con doble curiosidad. Es de las pocas dirigentes críticas con Rajoy que se mueve entre la simpatía de todos por el Auditorio Miguel Delibes y que le dice en la cara al ministro de Interior que ETA no está derrotada «por mucho que gentes del PP lo crean así». Justo cuando Rajoy ha tenido que echar el resto para taponar la herida abierta por compañeros de viaje ideológicos de la expresidenta madrileña.

Y luego están los que ven en ella a una inconfesable aspirante a ser alcaldesa de Madrid. Ella lo niega, pero la Alcaldía es la única razón que la llevaría a abjurar de su solemne retirada del 17 de septiembre de 2012 y a abandonar de paso su relajado papel de abuela de dos nietos y su acreditado rol de Pepito Grillo del PP . Bien es verdad que este último papel lo ejerce con sordina en los últimos meses. Un alto cargo lo razona en Valladolid: «Ella ha dado orden a su entorno de que se baje el pistón para no ser demasiado hiriente.

Se juega mucho». Hasta esa tibieza se interpreta como una manera de allanar el sendero de vuelta a Madrid. Eso, claro, si Rajoy se lo pide. Y con el permiso (o sin él) de Ana Botella, que ayer faltó a la foto que ABC propició con barones y baronesas de Madrid. Estuvo el viernes (dicen que muy seria) y vuelve hoy, domingo, a escuchar -ella sí- a Rajoy prometer que bajará los impuestos a partir del año que viene.

Ignacio González, Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre se reúnen en el cónclave del PP con la vista puesta en la batalla electoral más morrocotuda que tiene Génova. Salvar Madrid. Como sea. Tienen que evitar que el PSOE de Rubalcaba o/y Tomás Gómez vuelva a gobernar la capital 23 años después de abandonarla castigado por las urnas. De los tres, solo uno gobierna, González.

Pero sus compañeras suenan como aspirantes a baronesas en el siempre salpimentado guirigay madrileño: los que están podrían no seguir, los que se fueron, volver y los que nunca han estado, emerger. A pocos metros, otro barón que lo fue de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, mira de reojo mientras anuncia la inminente reforma judicial y -es lo último en quinielas- suena como candidato europeo. El «no va más» ayer en Valladolid.

Él dejó el apoyo popular al PP municipal en un 49,7% y hoy las encuestas dicen que está en peligro la mayoría para gobernar. Botella es la mas reconocida de las figuras políticas locales, pero no la más valorada. Sin embargo, Ignacio González duda de las encuestas de las que todo el mundo habla sin haberlas visto.

-¿No cree pues en los sondeos que proyectan una situación muy negra para Comunidad y Ayuntamiento?

-¿Usted ha visto alguna?

-Sus compañeros no paran de hablar de ellas.

-Solo creo en los sondeos que reflejan una tendencia sostenida, no las que proyectan una opinión en un contexto determinado. De todos modos, es muy pronto, Yo me dedico a trabajar.

Y tanto. La Comunidad que dejó Aguirre venía de una etapa de vacas gordas que derivaron en escuálidas. Ella situó el respaldo madrileño a su Gobierno en un 51%; hoy las encuestas lo recortan de forma importante. Sin embargo, estos dígitos no son los nucleares, por mucho que marquen una foto-fija. Porque lo que de verdad importa, remarca un ministro, es perder la capital. Eso conduce casi irremediablemente a perder la Comunidad. Y no viceversa.

La primera pregunta parece obligada en el galimatías de candidatos o candidatos a candidatos madrileños. Que si Esperanza era amiga de Botella y ahora han dejado de serlo; que si la alcaldesa no puede ver a Cifuentes; que si Cifuentes y González se arropan; que si el delfín González ya no es tan afín a su mentora.

-Qué estrés, permítanme.

-González: «Eso les gusta mucho a ustedes, los periodistas, pero créame que con la labor que tenemos por delante esa no es la preocupación que yo tengo».

-Cifuentes: «Yo soy un soldado. Y estoy a lo que me diga el partido. Como si me mandan de alcaldesa a cualquier pueblo de la Comunidad. Pero yo jamás pido nada, como no pedi ser Delegada del Gobierno».

Tampoco Aguirre se presta a la especulación.

-Yo estoy en otra cosa. No me gusta especular sobre el futuro.

La dirección nacional está preocupada por una hipotética debacle en Madrid. El último portazo de Aznar, la buena ejecutoria económica de la Comunidad y el Ayuntamiento, el destacado perfil político de la Delegada y la presencia activa de Aguirre son variables que, según un relevante dirigente, contarán a la hora de tomar una decisión. «Pero sobre todo contará que Rajoy sabe que perder Madrid es ponerse en el peor escenario para las generales. Y al servicio de esa idea se pondrá al candidato. Caiga quien caiga».