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Mossos, un cuerpo marcado por la polémica

Los Mossos están señalados. El caso de El Raval desvirtúa su imagen y sus jefes políticos contribuyen a empeorarla

Mossos, un cuerpo marcado por la polémica inés baucells

janot guil

El último ha sido la muerte del empresario Juan Andrés Benítez tras ser retenido, y golpeado, en plena calle del Raval el pasado 5 de octubre; un caso por el que hay ocho agentes imputados. Un suceso que ha puesto de nuevo en tela de juicio a lo que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, considera una de sus «estructuras de Estado» para la Cataluña independiente que anhela. Un suceso que obliga de nuevo a plantearse la pregunta que se repite en los últimos años: ¿qué pasa con los Mossos?En su corta vida como policía al cargo de la seguridad pública, el Cuerpo de los Mossos d’Esquadra, que c omenzó a sustituir en Cataluña a la Policía Nacional en 1994 y se hizo con el control de toda Cataluña en 2008 , acumula una hoja de servicios con llamativos escándalos .

A la hora de buscar razones, unos dirigen sus miradas hacia la cúpula política del Cuerpo. Sobre todo su director general desde 2010, Manel Prat, aupado al cargo sin tener experiencia alguna en seguridad y al que reprochan una incapacidad para gestionar crisis. Otros, entre ellos también agentes y mandos, admiten algunas carencias y errores pero esgrimen que interesa magnificar según qué incidentes de los Mossos porque molesta que Cataluña tenga una policía propia. Y otros, lamentan que sin mirar a Madrid, en el sí de Cataluña, los partidos catalanes se hayan prestado al pim pam pum político como recurso para desgastar al gobierno de turno en la Generalitat. Con el tripartito cuando el consejero de Interior era el «antisistema» Joan Saura (ICV), se puso al pie de los caballos a todos los Mossos tras instalar cámaras en la comisaría de Les Corts y denunciar a bombo y platillo malos tratos a detenidos. Desde 2010, con CiU en la Generalitat Manel Prat, el director de la Policía autonómica, acumuló hasta tres peticiones de dimisión por parte de la oposición por casos como la pelota de goma que presuntamente dejó tuerta a Ester Quintana, el desalojo de la Plaza Cataluña ocupada por los «indignados» de mayo de 2011 o el caso Método 3.

Debate en caliente

«El problema es que estos debates en caliente impiden hacer un debate serio sobre seguridad y mientras los malos, los delincuentes se frotan las manos», confiesa a ABC un ex alto cargo de Interior de los últimos años. «También es verdad que fuera de Cataluña se nos ve como a sospechosos», añaden mandos del Cuerpo que recuerdan su colaboración con el resto de Fuerzas de Seguridad.

Mientras, a pie de calle, entre los agentes que pisan la calle, hay desánimo. Se sienten manipulados por los políticos, sin suficiente respaldo de sus mandos y con unos ciudadanos que a fuerza de imágenes impactantes, como la de la detención de Benítez, se les han vuelto en contra. «Algunos agentes ya piensan: si hay que detener a alguien que vaya otro», señala un portavoz sindical.

De hecho, días después del caso del Raval una detención en el barrio del Turó de la Peira de Barcelona de un hombre que amenazaba con un cuchillo a los clientes de un bar se tuvo que abortar por la presión popular. Acudieron familiares del detenido y vecinos, se montó una algarada, comenzaron a agredir a los agentes y a grabarlos con móviles y aparecieron las porras. Una familiar del que iba a ser detenido, embarazada, ha denunciado que los policías le pegaron.

Los agentes de calle se lamentan de la incompetencia de sus mandos cuando toca dar explicaciones por algún suceso. Recientemente, dos casos. El de Ester Quintana. Desde que estaba Felip Puig y ahora con Espadaler, la Consejería de Interior ha dado hasta cuatro versiones de los hechos, se ha expedientado a varios agentes tras detectar que no les habían dado toda la información en sus investigaciones internas y en lo único que no se ha movido es en negar una y otra vez que en ese fatídico 14 de noviembre del año pasado, durante los disturbios en Barcelona por la huelga general, Quintana perdiera un ojo por una pelota de goma de los antidisturbios.

Estrategia errática

Con el empresario del Raval fallecido, la estrategia de la cúpula política de Interior ha sido también errática y errónea. Se tardó en investigar los hechos a nivel interno -la juez lo impedía, aducen- y luego se ha reaccionado al compás de la difusión mediática de las brutales imágenes de la detención . El consejero Espadaler, ha pasado de decir que hubo «mala praxis en la detención» y suspender a los agentes imputados a arremeter contra el informe del caso realizado por la Policía Nacional. Inaugurando una guerra entre policías al servicio de intereses políticos que incomoda ambos Cuerpos -que colaboran en muchas investigaciones- y que se contamina aún más con el actual panorama político catalán. El proyecto independentista que lideran CiU y ERC.

Mentar a la Policía Nacional o la Guardia Civil sirve además para subrayar una de las carencias que con más o menos recelos admiten incluso miembros de la Policía autonómica. Los Mossos d’Esquadra es un Cuerpo joven que además se ha hecho crecer, sobre todo desde 2004, rápido. Para cumplir con el despliegue se han llegado a hacer promociones muy numerosas -1.589 agentes solo en 2006-, y, sostienen muchos, se rebajó el nivel de las pruebas de acceso . De los exámenes y psicotécnicos que requerían las oposiciones, que se saldaban con porcentajes muy bajos de suspensos, de un 10%. «La formación es mejorable», concede Jordi Dalmau, secretario general del Sindicato de inspectores e intendentes de Mossos (Sicme).

Finalmente, la muerte de Juan Andrés Benítez ha puesto el foco en la comisaría del distrito de Ciutat Vella, donde estaban destinados los agentes que intervinieron en su arresto. A día de hoy, ya son doce los agentes de esta comisaría imputados en causas de malos tratos a detenidos.

Varias asociaciones vecinales han denunciado abusos policiales en este distrito -es cierto que es el más conflictivo de Barcelona-, donde convergen turistas apetecibles para los hurtos, prostitución, menudeo de droga, inmigración, pobreza, conflictos vecinales y ocio nocturno. El cóctel se salda con una media de doce detenciones al día y una seria tensión para los agentes . Una de cada cuatro detenciones en Barcelona se practica en este distrito. La de Juan Andrés Benítez ha traído hasta la polémica, de nuevo.

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