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Grisú: el enemigo silencioso e inodoro de los mineros

El principal riesgo del metano, uno de los componentes del grisú, es su alto poder calorífero. Las bolsas de aire pueden producir asfixia al desplazar el oxígeno

Grisú: el enemigo silencioso e inodoro de los mineros EFE/J. CASARES

pablo pazos

Grisú: el responsable del accidente en una mina de León, en el Pozo Emilio del Valle , que deja al menos seis muertos, y un término que los mineros conocen bien. Formado por metano, CO2, nitrógeno, hidrógeno, etano y propano. De esa lista de componentes, « el metano es el que posee el mayor poder calorífico , el más combustible: 50 megajulios por kilogramo», explica Francisco Sanz , de la Fundación Gómez Pardo, perteneciente a la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía , en la UPM.

El metano no es una sustancia tóxica y su principal peligro para la salud son las quemaduras que puede provocar si entra en ingnición. Es altamente inflamable y reacciona violentamente con oxidantes y halógenos. El metano líquido, en contacto con la piel, puede causar congelación.

En el caso de una mina, a estos riesgos se suma el de la inhalación. El metano es un gas incoloro e inodoro , por tanto indetectable, y más ligero que el aire. Según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo , «al producirse pérdidas en zonas confinadas, este gas puede originar asfixia por disminución del contenido de oxígeno en el aire ».

Si se registran «altas concentraciones en el aire, producen una deficiencia de oxígeno con riesgo de pérdida de conocimiento o muerte», detalla el INSHT. Los síntomas inmediatos son dolor de cabeza, mareo, debilidad, náusea, vómitos, pérdida de coordinación y del juicio, aumento en la frecuencia respiratoria y pérdida de conocimiento.

Extremar el cuidado

«En la explotación de una mina hay que ser sumamente cuidadosos para prevenir la menor chispa o fricción en las bandas transportadoras», explica Sanz. Las fugas se producen porque el gas «se encuentra incluido en las fisuras del carbón ». Para prevenir escapes, las explotaciones mineras cuentan con sistemas que introducen aire limpio y expulsan el metano. Adicionalmente, «cada diez metros se instalan paneles que muestran el contenido de nitrógeno y oxígeno para saber si el aire está viciado», añade este experto.

Rufino Ordóñez , responsable de seguridad minera de la federación de industria de Comisiones Obreras, se muestra cauto y prefiere no formular una hipótesis hasta que se establezca una investigación. Pero sí insiste en que es «muy raro» que se produzca un escape de este tipo . «Lo habitual es avanzar previamente con una barrena para que, en caso de que haya una bolsa, el gas vaya saliendo progresivamente y se vaya disipando», explica.

En caso de inhalación, el protocolo determina retirar a la persona del lugar de exposición, iniciar medidas de reanimación cardiopulmonar, si fueran necesarias, y trasladar de inmediato a la víctima a un centro médico.

Antiguamente, como el metano es inodoro, los mineros llevaban consigo unas lamparas de llama. Cuando la llama perdía fuerza o se apagaba, era señal de que podia haber grisú, por lo que tenían que salir de la zona y volver a encender las lámparas en zonas controladas. También se utilizaban canarios a modo de detectores rudimentarios.

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