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tragedia ferroviaria en galicia

La solidaridad como 'Marca España'

M. E. ALONSO

El accidente de tren ocurrido en Santiago ha vuelto a demostrar que ante las adversidades y los momentos más terribles los españoles sacan su cara más solidaria. Como hoy destacaron varios e influyentes medios de comunicación extranjeros. La solidaridad es, de verdad, la 'Marca España'.

Sin necesidad de que nadie los convocara, los vecinos de Angrois fueron los primeros en llegar y socorrer a las víctimas del tren. Ese tesón por ayudar se extendió rápidamente por toda Galicia, varias provincias limítrofes y a muchos rincones del país. Médicos, policías, bomberos, equipos sanitarios y psicólogos, pero también ciudadanos anónimos que espontáneamente se entregaron a colaborar en lo que podían.

La movilización de personas dispuestas a cooperar fue impresionante, como también las muestras de afecto, las condolencias y la difusión de información útil a través de las redes sociales. El gesto no pasó desapercibido para los medios internacionales, especialmente los británicos. «España llora con dignidad», escribía este sábado 'The Economist' sobre la tragedia del Alvia. La revista británica se hacía eco de la «admirable» respuesta de los españoles frente a las grandes tragedias y destacaba las largas colas de personas esperando para donar sangre en Galicia. La BBC, por su parte, apuntaba a la unidad de los españoles en estos fatídicos momentos. «No existe división», decía en su web. «Toda España está con Santiago», resaltaba. «Lo peor es el horror de la tragedia, pero lo mejor es la actitud», aseguró la televisión pública inglesa.

El accidente, que se cobró la vida de 79 personas, dejó en la retina la movilización de todo un pueblo, el gallego, la misma Galicia que demostró su altruismo en la lucha contra los residuos del Prestige y los cientos de kilómetros de chapapote. Una marea blanca de más de 300.000 voluntarios llegados de todos los puntos del país peleando contra una negra (las 77.000 toneladas de fuel que arrojó el petrolero al agua). Gestos de una gran generosidad que, por desgracia, se han repetido en toda España en otras ocasiones.

El 11 de marzo de 2004 diez bombas hicieron estallar en Madrid cuatro trenes de cercanías con más de 6.000 pasajeros y convulsionaron como pocas veces a millones de españoles. 191 viajeros murieron y 2.100 resultaron heridos en el mayor atentado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Los ojos de todo el mundo se posaron en las vías de la calle Téllez y en las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo. Pero en medio de tanta desolación y dolor se abrió paso la solidaridad de miles de héroes anónimos que intentaron paliar las fatales consecuencias de la catástrofe. En la memoria de todos, las imágenes de vecinos y transeúntes sobre las vías del tren ayudando a las víctimas; taxistas y particulares trasladando a los heridos en sus vehículos en una mañana en la que la solidaridad plantó cara al terror.

En mayo de 2011 la tierra tembló en Lorca e hizo temblar a todos los españoles. La ciudad fue sacudida por la furia de sendos seísmos que provocaron la muerte a nueve personas y centenares de heridos, además de considerables daños urbanísticos que afectaron a más de 100.000 vecinos. La respuesta para mitigar los efectos del desastre natural fue inmediata: los equipos de emergencia se desplegaron y las ayudas llegaron desde todos los puntos del país: mantas, perros de rescate, psicólogos, bomberos, víveres, medicinas. Incluso la campaña electoral se suspendió. «El terremoto ha sido fuerte, pero este país lo es más», dijo entonces el presidente Zapatero.

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