Valderas, el repartidor del butano en IU
El vicepresidente de la Junta de Andalucía fue albañil, camarero, administrativo, repartidor de butano... Y en todos sus trabajos destacó como activo sindicalista de CC.OO.
Se quedó huérfano con 16 años y tuvo que salir de su pueblo, Bollullos del Condado, un paraíso del vino de Huelva, para ganarse la vida en Barcelona haciendo casi de todo. F ue albañil, camarero, administrativo, repartidor de butano... Y en todos sus trabajos destacó como activo sindicalista de CC.OO. hasta que en 1979, con las primeras elecciones democráticas, regresó a su tierra y se presentó a los comicios encabezando la lista del Partido Comunista.
Desde entonces, 34 años han pasado ya, Valderas no ha vuelto a trabajar más que en los despachos que le ha ido proporcionando la política, un oficio en el que se ha aburguesado acumulando cargos de todo tipo. En Bollullos fue alcalde durante 15 años siempre con mayoría absoluta. Pero su salto a la presidencia del Parlamento lo terminaría retratando. En su pueblo sus propios camaradas se escindieron del partido montando unas siglas independientes e IU no ha vuelto a levantar cabeza desde entonces. En la actualidad sólo tiene un concejal, que además es su jefe de prensa en la Junta de Andalucía. Y en el Parlamento alcanzó la presidencia en 1994 gracias a un pacto entre IU y PP contra el PSOE de un Manuel Chaves, que entonces gobernaba en minoría.
Aquella operación fue conocida como «la pinza», un acuerdo entre Luis Carlos Rejón y Javier Arenas del que Valderas salió beneficiado y proyectado como nuevo rostro de IU en Andalucía. Pero la «traición» a los principios de su partido nunca se la terminaron de perdonar en los ambientes comunistas más puristas, que jamás entendieron que el joven trabajador de orígenes humildes pusiera rostro al primer acuerdo sonoro con la derecha.
No obstante, su trabajo en las bases le ha permitido dirigir el partido en Andalucía hasta hace un mes, durante 13 años, y alcanzar el gobierno de Andalucía gracias a un pacto con Griñán que ha permitido a IU liderar políticas populistas como el decreto para repartir tres comidas al día entre los niños andaluces o la ley Antidesahucios, una lucha que ahora inflama su credibilidad después de tantos años tratando de dar la imagen de currante que le reportaba haber sido el repartidor del butano que llegó a la cima de la política.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete