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Whisky y ginebra subvencionados en el Congreso

El alcohol «low cost» enfrenta a unos diputados con otros, que defienden que no van a beber, sino a trabajar

Whisky y ginebra subvencionados en el Congreso josé ramón ladra

laura l. caro

Muchos españoles intuyeron que la cafetería del Congreso era muy barata cuando José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno, contestó en el programa «Tengo una pregunta para usted» que un café costaba 80 céntimos. Fue en 2007. Hoy, en 2013, el mismo café vale 81 céntimos. Pero lo que ha excitado los ánimos ahora ha sido el alcohol, o más exactamente su precio: los 3,15 euros que, por ejemplo, vale tomarse un gintonic de Larios en los diferentes bares de las Cámara Baja y que subirán como mucho hasta los 3,45 euros cuando, a finales de año, se adjudique el nuevo contrato de restauración del Parlamento.

Las condiciones de esa concesión administrativa -por la que la empresa adjudicataria recibirá 2,18 millones más IVA en poco más de dos años-, se publicaron por vez primera en el Boletín Oficial de las Cortes Generales del pasado viernes en cumplimiento de las nuevas normas de transparencia que se ha impuesto la Cámara. Junto al pliego, ha salido a la luz la lista de precios máximos que podrán ponerse a todas las comidas y bebidas, y con ellos la indignación de varios diputados de IU, UPyD o ERC, que han alertado contra el despropósito del «alcohol subvencionado», como si los espirituosos fueran una novedad en la carta. Cuando no es así. Whiskys, anisados, brandys, cavas o combinados se sirven de antiguo en el palacio de la Carrera de San Jerónimo, como recordó ayer su presidente , Jesús Posada, al señalar que la licitación en curso no hace más que incluir las cláusulas, disposiciones y régimen de precios (con actualización) de siempre. «No hay cambios», confirmaba, al tiempo que pedía que no se saquen «las cosas de quicio».

Desde el PSOE, el diputado Pablo Martín recordaba que la cuenta por un menú parlamentario es similar a la que se paga en otros centros cficiales, como hospitales o universidades. Montserrat Surroca, de CiU, expresó el desconcierto por las denuncias de sus colegas al subrayar: «Aquí no venimos a tomar gintonics, estamos trabajando duro».

Fuentes de la Cámara precisaron que lo que se «subvenciona» con cargo al presupuesto de la institución «no es el alcohol» sino los 60 trabajadores que sirven en los bares y restaurantes -muchas veces en horarios intempestivos hasta el final de plenos y comisiones-, y que pasan a ser la «plantilla» del empresario adjudicatario. En la carta también hay tila calmante, a 85 céntimos la taza.

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