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La militancia en tiempos de crisis

Todos los partidos políticos salvo el PP reconocen haber perdido afiliados desde 2008 a causa de la crisis. Y no sólo la económica

m. ruiz castro

Veintitrés de cada cien ciudadanos han asistido a una manifestación en el último año. A un mitin político, sólo cinco. Y 45 aseguran que nunca lo harían. El último barómetro del CIS convierte sólo en recuerdos velados aquellos mítines multitudinarios en los que los españoles sentían más que nunca sus colores políticos.

Los libros de registros de afiliados de cada partido adelgazan al mismo ritmo que la confianza de los ciudadanos en ellos. Azules, rojos, rosas o verdes; casi todos acaban acusando la crisis, la general o la suya propia, la del desgaste o el estancamiento.

Sólo el Partido Popular asegura que en los últimos cinco años ha ganado en afiliados. Al PSOE se le han ido alrededor de 30.000 por el desagüe de la crisis económica y el descrédito, según señalan desde la Secretaría de Organización, mientras que IU habla de renovación de las listas de afiliados para explicar las bajas y la joven UPyD asegura mantenerse estable, aunque admite que hubo tiempos mejores.

El bipartidismo que ha reinado en la democracia española ve peligrar su corona: la gestión del PP es valorada como «mala o muy mala» por casi 7 de cada 10 españoles, la misma cantidad que ven como «mala o muy mala» la labor de oposición del PSOE. Mientras las calles gritan que «no les representan», los militantes también se marchan de los partidos.

Militante o afiliado

Según los datos que el PP facilita a ABC, a 20 de febrero de 2013 militaban en las filas azules 862.815 personas. Comparada con los alrededor de 225.000 de los que habla el PSOE o los 35.000 de Izquierda Unida, la cifra sorprende. En primer lugar, la terminología es importante: afiliado, militante, simpatizante... Unos pagan cuotas y otros no, pero el vaivén de la forma en que cada partido designa a quienes sí contribuyen a financiarlo se convierte en una danza difícil de seguir.

Los vigentes estatutos del PP establecen una única figura: la del afiliado. Y dentro de ser afiliado, contempla dos modalidades: uno puede contribuir a engrosar las cuentas del partido siendo militante, mientras que si no quiere asumir la cuota obligatoria, será simpatizante. No obstante, desde el PP aseguran que la cifra de 862.815 corresponde a los afiliados que abonan su cuota, es decir, los militantes. Si se la compara con los 748.730 afiliados de 2008, supone un aumento del 11,1%.

Pero el caso del PP no se corresponde con el del resto de partidos. Desde la Secretaría de Organización del PSOE admiten que «se nota la crisis». Menos afiliados supone menos ingresos por cuotas, lo que se suma al recorte de las subvenciones para las formaciones políticas y a una pérdida notable de representación en el Congreso tras las últimas elecciones —las subvenciones se otorgan en función del número de diputados—.

En el censo previo al último Congreso del PSOE había 216.954 afiliados, pero es una cifra que fluctúa, puesto que puede incluir militantes que han dejado de cumplir con la cuota y que aún no han sido «limpiados» del censo. Esa cuota son cinco euros mensuales que se pagan en dos recibos semestrales de 30 euros cada uno. En total, militar en el PSOE supone un desembolso de 60 euros anuales, casi dos veces más que militar en el PP, el partido con la cuota más baja, que oscila entre los 12 y los 20 euros anuales. Existen en el PSOE, no obstante, cuotas extraordinarias en regiones como Valencia o Madrid.

Durante el Comité Federal de septiembre de 2012, los socialistas intentaron poner diques a la marea de afiliados que poco a poco iba abandonando el partido. Una de las principales razones fue la crisis de 2008, que a medida que teñía de rojo las cuentas del país, pintaba de azul el mapa político. Muchos afiliados «de los de toda la vida» ya no podían hacer frente a las cuotas. Para ellos, el partido diseñó unas minicuotas reducidas. Gracias a ellas el partido asegura haber salvado de la poda en torno a 5.000 militantes. «Al final te salen las cuentas», señalan. También se pensó en flexibilizar los pagos.

Pero desde 2007, los socialistas han perdido más de 30.000 militantes. «Muchos son por la crisis y otros probablemente no lo son, no vamos a engañarnos», apuntan desde el PSOE. Esos que probablemente no lo son quizás explican que el PSOE siga sin levantar cabeza en las encuestas de intención de voto. El CIS lo coloca a casi seis puntos del PP. Hay quien habla de crisis de liderazgo, otros apuntan a crisis de ideas. El plan de reactivación «Hacer PSOE 2015» intenta ser el freno a la rueda socialista que sigue lanzada cuesta abajo. Pero dentro del partido, los propios militantes hablan de la falta de democracia interna, las discrepancias o las luchas de poder como la causa de que la mayoría rompa el carné del PSOE antes de su primer aniversario. «Es la vida normal de un partido», se justifican fuentes internas.

Minoritarios que no dejan de serlo

La fuga de militantes de izquierda y derecha de sus partidos mayoritarios no siempre supone recalar en las otras opciones «minoritarias». Izquierda Unida también sufre el desgaste de la crisis y ha perdido afiliados. Sin embargo, desde el partido aseguran que se debe a una limpieza del censo que tuvieron que hacer para adaptarlo a la nueva Ley, que exigía unos requisitos determinados para el cobro de cuotas.

Pero desde la última vez que se pasó lista, creen que hay nuevos alumnos en clase: «Notamos cierta tendencia al alza. Cada vez hay más delegados en las federaciones y estos van en función del número de militantes del partido», presumen. Para paliar los efectos de la crisis, han permitido que algunos afiliados como los parados de larga duración no tengan que hacer frente a la cuota, de 36 euros al año.

La joven UPyD se conforma con mantenerse, rondando los 6.000 —afiliado arriba, afiliado abajo—. «Llegamos a tener casi 7.000 pero creo que la crisis ha afectado, como en todo», señalan fuentes del partido. Parte de culpa puede tenerla la cuota, la más elevada, de 240 euros al año. A quienes lo ven un filtro para que no pueda entrar cualquiera, el partido les replica que pretende aspirar a la autofinanciación y no depender de bancos o empresas.

No hay mejor suerte para los sindicatos

La afiliación en los sindicatos también languidece. Comisiones Obreras perdió alrededor de 60.000 afiliados. Conocer las pérdidas de UGT es misión imposible. El sindicato se limita a pasar el teléfono de unos a otros, y nadie parece saber en qué cajón se guardan. Sin embargo, los datos de su último Congreso confederal apuntan a 40.651 afiliados menos al cierre de 2012 sobre los 1.209.651 que tenía en 2010. Al final del año pasado, UGT tenía 1.169.000 afiliados y CC.OO. 1.143.000.

El CIS también les asestó un duro golpe: los ciudadanos les dan un 2,45 sobre 10 en confianza, convirtiéndolos en la tercera institución peor valorada de las 16 que reúne el barómetro. ¿Delante? Precisamente los partidos políticos (1,83) y el Gobierno (2.42).

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