terrorismo
«Hijos de la impunidad»
Expertos advierten de que la permisividad de la consejera de Seguridad a la hora de detener etarras protegidos por las bases de Bildu constituye caldo de cultivo para futuros «borrokalaris»
j. p.
La consejera Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia , ha dado órdenes a los agentes de la Ertzaintza para que actúen «con decoro» en circunstancias como la ocurrida en Ondárroa, es decir, cuando deben detener a etarras reclamados por la Justicia para cumplir ... sus condenas ya firmes, que on protegidos por simpatizantes de Sortu-Bildu.
Ello ha provocado cierta perplejidad y desconcierto entre los miembros de la Policía autónoma que, además, deben actuar ante las cámaras de televisión, porque la Consejería de Seguridad demora demasiados días la orden de actuar. Para entonces, las acampadas montadas por los bildutarras con el objetivo de obstruir la acción de la Justicia se convierten en auténticos circos mediáticos que, según los expertos, proyectan dos mensajes.
De una parte, se transmite en el extranjero la imagen de un pueblo que resiste frente a una supuesta represión del Estado. Por otra, los amotinados comprueban que el más que presunto delito de obstrucción a la Justicia en el que están incurriendo les sale gratis. Y esta impunidad, de acuerdo con los expertos, se convierte en caldo de cultivo. Si se producen nuevos casos como el de Ondárroa, la asistencia de bildutarras será cada vez mayor . A los ertzainas les ha provocado extrañeza, también, el hecho de que la consejera de Seguridad premiara a la portavoz de Bildu, Laura Mintegi, su presencia en el escenario del delito, facilitándole su teléfono móvil para que le informara de cualquier queja que quisiera hacer por la actuación de los agentes.
Los precedentes de Atutxa
Estos expertos recuerdan lo ocurrido a mediados de la década de los noventa, cuando l os ciudadanos comenzaron a celebrar concentraciones pacíficas para protestar contra los secuestros de empresarios como Julio Iglesdias Zamora, José María Aldaya, Cosme Delclaux o el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Los proetarras temieron perder el control de la calle e imulsaron las contraconcentraciones. Apostados enfrente y a poca distancia, insultaban, amenazaban y lanzaban objetos contundentes contra los ciudadanos. A lo más que llegaba la Ertzaintza, bajo las órdenes del entonces consejero del Interior, Juan María Atutxa, era a identificar a los agresones. Nada de detenciones. A partir de ahí, el País Vasco sufrió la peor etapa de «kale borroka» alimentada por aquella generación de jóvenes proetarras que se habían sentido impunes .
«Hijos de la impunidad»
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